SANAR LEJOS DE CASA: EL ACOMPAÑAMIENTO PSICOSOCIAL COMO UN DERECHO DE LAS PERSONAS REFUGIADAS

Tuesday, October 21, 2025
Por: Cubillos, Tatiana

Cada historia de desplazamiento encierra un viaje invisible: el de las emociones, la pérdida y la reconstrucción. En medio de las fronteras, las personas refugiadas no solo buscan un lugar donde vivir, sino un lugar donde volver a sentirse completas

 


Perderlo todo y empezar de nuevo en un país desconocido no es solo un cambio geográfico: es una fractura emocional profunda. Quienes han sido forzados a huir de su país por la violencia o la persecución sistemática de gobiernos, grupos al margen de la ley etc., viven un proceso de adaptación constante que, muchas veces, no es consecuente con la creación de las políticas públicas de los países de refugio y en la conversación social que se instaura entre los ciudadanos de dichas regiones. 

“Llegar a un nuevo país después de haberlo perdido todo implica más que un cambio de territorio: significa un proceso de duelo, adaptación y reconstrucción de identidad”, explica el equipo de Refugiados Unidos, organización civil que acompaña a personas refugiadas en Colombia desde un enfoque integral de derechos humanos y que nace de un grupo de mujeres venezolanas motivadas en promover el reconocimiento y la promoción de los mismos.

Entre los principales efectos emocionales y psicológicos que enfrentan las personas refugiadas, mencionan la ansiedad, la depresión, los trastornos del sueño, la culpa del sobreviviente, un profundo sentimiento de desarraigo y soledad y el despojo de quien fue la persona en su país y ahora no lo es. A esto se suman el miedo a la discriminación y la incertidumbre frente al futuro legal y económico.

Sin embargo, desde Refugiados Unidos parten de una convicción central: “las personas refugiadas no son víctimas pasivas, sino portadoras de resiliencia, saberes y capacidades. Su experiencia vivida en el contexto de movilidad forzada, aunque dolorosa, también constituye una suma positiva, una fuente de fortaleza y conocimiento que puede transformar comunidades enteras si se les acompaña y se les brinda la oportunidad de participar activamente”.

Esa visión es la base de su Microecosistema Holístico de Acompañamiento, un modelo que entiende la salud mental como el eje transversal de todo proceso de integración y desarrollo. Su enfoque combina acompañamiento psicosocial comunitario, intervención terapéutica individual y familiar, y la creación de espacios seguros de escucha, arte y recreación que permiten sanar colectivamente.

“Contamos con profesionales especializados en psicología, trabajo social y salud mental comunitaria, pero también promovemos la participación activa de líderes y lideresas refugiadas, quienes, desde su experiencia, se convierten en agentes de contención, apoyo, esperanza y cambio”, señalan. En estos espacios, una conversación, una actividad relacionada con la exploración artística o una red de apoyo pueden convertirse en un acto de reparación emocional.

Además, Refugiados Unidos integra el bienestar emocional con procesos de empoderamiento jurídico y socioeconómico, reconociendo que “la salud mental también se fortalece cuando una persona logra acceder a un trabajo digno, reconstruir su red de apoyo o sentirse parte de una comunidad que la acoge y valora”.

Pese a lo delicado de estos procesos, el llamado que hacen va dirigido hacia los gobiernos que atienden a población migrante, pues las políticas públicas siguen siendo insuficientes. Los programas de atención psicosocial a personas desplazadas tienden a ser temporales, fragmentados o dependen de la cooperación internacional. Frente a ello, la organización insiste en la necesidad de transformar el enfoque con el que se aborda el tema. “Uno de los cambios más urgentes es romper la mirada asistencialista y reconocer que el acompañamiento psicosocial debe ser un proceso continuo, digno y transformador, no una respuesta temporal o caritativa”, advierten.

También exigen fortalecer las políticas públicas de salud mental con un enfoque inclusivo e intercultural, que reconozca las trayectorias de las personas refugiadas y migrantes, y garantice el acceso sin discriminación a servicios integrales y culturalmente pertinentes. “Se requiere formar a los equipos técnicos y a las instituciones locales para que comprendan los impactos del desplazamiento forzado y puedan atender a las personas desde la empatía, el respeto y la no revictimización”, añaden.

Para Refugiados Unidos, la salud mental no puede entenderse como un asunto individual o clínico, sino como una construcción colectiva que involucra comunidad, cuidado y reconocimiento gubernamental. “Desde Refugiados Unidos creemos que la salud mental se construye en comunidad. Por eso promovemos espacios donde el cuidado, el arte y la palabra se convierten en herramientas de transformación. Porque acompañar es sanar, y sanar colectivamente es reconstruir esperanza.”

Desde Amnistía Internacional, recordamos que proteger la salud mental de las personas refugiadas también es defender su derecho a la integridad personal, a la no discriminación y a una vida digna. Cada historia de movilidad forzada exige una respuesta que ponga el cuidado en el centro y que reconozca que sanar lejos de casa es posible cuando la sociedad, las instituciones y las comunidades se comprometen a acompañar sin excluir. Porque acompañar es un acto de justicia, y sanar, un ejercicio de dignidad.

Frente al aumento de políticas migratorias restrictivas en la región y el incremento de la xenofobia, Amnistía Internacional Venezuela, con la compañía de Naciones Unidas, gobiernos locales y organizaciones de la sociedad civil, llevan adelante la campaña regional “Basta de Abuso a Migrantes”, una iniciativa que busca articular esfuerzos para defender los derechos de las personas migrantes y refugiadas venezolanas.

Para conocer más sobre las iniciativas de Refugiados Unidos síguelos en sus redes sociales @refugiadosunidosorg y página web ww.refugiadosunidos.org

 


Tags: refugiados, migrantes, salud mental.

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