Lunes, 22 de noviembre, 2021
Damiano, Daniela

Cuesta mucho que una víctima denuncie una agresión, y cuando lo hace, se inicia un calvario para ella


Por Gonzalo Albano Gutiérrez.

Durante la pandemia, los índices de violencia intrafamiliar se incrementaron. La mujer resultó la más afectada en su psiquis e integridad física, pues el confinamiento desencadenó conductas violentas y relaciones interpersonales que derivaron en agresiones. El miedo y el temor muchas veces minimizaron la denuncia de los casos y la búsqueda de ayuda. En estas situaciones de reclusión involuntaria no solamente la mujer se vio amenazada, también sus hijos y núcleo familiar se vieron afectados.

Para Pilar Guerra, periodista y directora del portal digital informativo Mango Noticias, es necesario erradicar el machismo cultural, social, educativo y familiar y destaca que las raíces machistas no solo apuntan al hombre que ejerce violencia verbal, física o psicológica como reafirmación de su legitimado poder, ya sea en la calle, la escuela, la oficina, la comunidad o el hogar. También la mujer asume en ocasiones conductas machistas heredadas, debido a que los conceptos de inferioridad y minusvalía son inculcados desde la niñez a las mujeres para someterlas e impedir su emancipación y libertad. 

“Erradicar las prácticas machistas abanderadas como herencia patrimonial en nuestra cultura se pasea por una redefinición de los valores, principios y normas en el seno del hogar, la familia y la sociedad que no deja al margen de la discusión la necesaria reingeniería de las figuras de autoridad encargadas de forjar el carácter y la personalidad”.

Por su parte, Yelmi Urrutia, ingeniera agrónoma de equipo del proyecto Huertos Familiares de Acción Campesina, dijo que la violencia contra las mujeres en todas sus expresiones se ha recrudecido durante la pandemia; pero además en Venezuela, cuesta mucho que una víctima denuncie una agresión, y cuando lo hace, se inicia un calvario para ella, desde ser remitida a otros varios lugares, hasta tener que fotocopiar documentos por su cuenta para lograr colocar su denuncia. La recepción y la atención de la mujer, depende en muchos casos del grado de formación, diligencia y sensibilidad de quien le atienda. Sé de casos de violencia sexual donde la víctima o sus acompañantes deben ir a comprar los guantes de látex para que les realicen los exámenes médicos forenses de asalto sexual, entonces, no solo falta mayor sensibilización en los órganos receptores de denuncia; sino también una dotación adecuada de todo lo que pueda requerirse para que se cumplan todos los pasos y procedimientos necesarios para que las denuncia sean recibidas correctamente.

Violencia contra la mujer en el seno del hogar no es un problema privado

Rosa Gutiérrez, coordinadora de Acción campesina en el estado Cojedes, está convencida de que hay que desmantelar y romper ese mito de que la violencia y las agresiones de un hombre hacia una mujer dentro del seno del hogar, son problemas privados o de alcoba. Debemos sensibilizar a la sociedad, a los ciudadanos y a los vecinos que son testigos de estos hechos, a que alerten a las autoridades y ayuden a las víctimas”.

Ser indiferentes prolonga el sufrimiento y los ataques y aumenta las posibilidades de un desenlace mortal. Cuando una mujer es maltratada y asesinada en su hogar, la reacción de la comunidad no puede ser el silencio y la indiferencia.

Garantía de los derechos laborales

La esfera laboral es otro escenario que requiere una zona de paz para construir una vida libre de violencia que garantice a la mujer el ejercicio pleno de sus derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. La mujer es blanco de ataques al ser víctima de discriminación, acoso, persecución y hostigamiento por sus creencias, religión, sexo, raza o ideología. El impacto en su desempeño personal y profesional desencadena un espiral de frustraciones y miedos, asegura la perodista Guerra.

Asimismo, las instituciones gubernamentales responsables de dictaminar leyes para eliminar todo tipo de acciones que atentan contra la mujer, están llamadas a actuar con eficacia y eficiencia al defender y promover el goce de las libertades fundamentales en los diferentes ámbitos, además de sancionar y castigar la violencia contra las mujeres con la implementación de normas penales, civiles y administrativas y el destierro de prácticas jurídicas que respalden la tolerancia de la violencia contra las mujeres.

Guerra enfatiza que la denuncia, la exigencia y la propuesta, sigue siendo un mecanismo de activación ciudadana de prevención y la respuesta inmediata de los organismos ante los casos que evidencian una situación de conflicto, es la mejor manera de frenar su avance. Por tanto, las medidas jurídicas para que los agresores se abstengan de hostigar, intimidar, amenazar o poner en peligro la vida de las mujeres, su integridad o propiedad, deben constituir un importante paso para eliminar la violencia contra la mujer.

“Es muy importante destacar  y tener claro, que el derecho a una vida libre de violencia, es un derecho humano que tiene la mujer para garantizar y evitar que ninguna acción, agresión, injusticia, desatención u omisión, basada en el género, le ocasione daño o sufrimiento en el plano psicológico, físico, económico, sexual e incluso la convierta en víctima de tratos crueles e inhumanos que le ocasionen la muerte. Se trata de empoderar a la mujer en el ejercicio de sus derechos humanos a fin de alcanzar la autonomía de sus pensamientos, ideas y opiniones que tributen en la exigencia de respeto a su libertad, seguridad personal, igualdad ante la ley, presencialidad, expectativas, aspiraciones y realizaciones, sin que la exigencia de ellos traiga consigo prácticas y conceptos que restrinjan su desarrollo en el ámbito público y privado”.

“Es fundamental, no desestimar los avances en materia de tecnologías de la información y comunicación, porque es una realidad su acentuado refuerzo en los estereotipos culturales y sociales que pretenden etiquetar el rol de la mujer e incidir en el esquema moral del cual emerge su percepción de lo real. El reto está en restarle opacidad e impacto a las pautas impuestas que afectan su autoconocimiento y autoestima”.

El peligro de que los funcionarios receptores de denuncias no estén capacitados

Las personas habilitadas para recibir las denuncias de violencia de género no están preparadas para atender profesionalmente a las víctimas, es urgente y necesario sensibilizar y capacitar a esos funcionarios para que resuelvan y canalicen legalmente las solicitudes, y atiendan con respeto y empatía a las denunciantes, de lo contrario las pueden revictimizar y generarle más miedos, traumas e inseguridades, además pueden ocasionar que la víctima se arrepienta de acusar legal y formalmente a su agresor, aseguró Rosa Gutiérrez.

“Lamentablemente existen muchos casos en los cuales las mujeres pusieron varias denuncias y simplemente las engavetaron,  y posteriormente el resultado de no canalizar sus reiterados gritos de auxilio, es que finalmente las asesinaron”.

Reeducar a las nuevas generaciones y abolir los estereotipos 

Desde el punto de vista de la deconstrucción de los estereotipos y patrones culturales machistas; hay que trabajar duro; formar a las niñas, niños y adolescentes en una construcción del amor de pareja que se aleje del amor romántico idealizado que tiene tanta carga de subordinación para las mujeres y encasilla a los jóvenes en una masculinidad hegemónica que también los priva de la responsabilidad afectiva y los encamina a conductas de riesgo y violencia, aseguró Urrutia.

Agradecimiento y reconocimiento a los que luchan incansablemente

Yelmi Urrutia, considera que, “es necesario e importante reconocer el valioso trabajo que realizan organizaciones como FUNDAMUJER, el Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad Central de Venezuela (UCV), el colectivo de mujeres feministas Tinta Violeta, el Centro de Justicia y Paz  (Cepaz), entre otras muchas y pequeñas organizaciones impulsadas por mujeres y hombres activistas  que se esfuerzan cada día en brindar acompañamiento y asistencia legal y psicológica para las mujeres; trabajan con mucho esfuerzo y pocos recursos y hacen una gran diferencia en la protección, orientación y acompañamiento de las mujeres víctimas”.

“También hay que agradecer a las organizaciones que investigan seriamente y muestran la realidad de las cifras de los femicidios, al periodismo comprometido que visibiliza este flagelo y construye una comunicación diferente, inclusiva y responsable”.

Finalmente, las feministas, las defensoras de los derechos humanos, las cojedeñas y todas las venezolanas,  exigen que el Estado Venezolano realice investigaciones diferenciadas, que ofrezca cifras oficiales sobre los femicidios y los casos de violencia contra la mujer, pero lo más importante es que adopten de una vez por todas medidas efectivas, aplicables y sostenibles para sancionar y prevenir las agresiones y las muertes violentas. Es indispensable que las leyes no sigan siendo letra muerta y verdaderamente garanticen justicia, protección, orientación y reparación a las víctimas y a sus familiares, y que el derecho a una vida libre de violencia no solo sea una consigna y una meta  imposible e inalcanzable.



Foto: Pixabay