Miércoles, 31 de mayo, 2017
Fernandez, Jackeline

Cuando abordamos la violencia de género desde la mirada de las mujeres indígenas, nos encontramos con factores que no son comunes al análisis que se realiza normalmente de este flagelo. No se trata solo de la discriminación por razones de género en el marco de sus relaciones interpersonales dentro o fuera de la comunidad indígena, sino que deben añadírsele el racismo, la exclusión social, el colonialismo, el militarismo y algunas políticas de desarrollo que obligan a la población indígena a abandonar sus espacios naturales, exponiendo a niñas y mujeres a abusos y malos tratos.


Para las Mujeres Indígenas la violación sistemática a sus derechos colectivos como Pueblos Indígenas es el factor de mayor riesgo para la violencia de género, incluyendo la violencia perpetrada dentro de sus comunidades.”

 

El Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas realizó su periodo anual de sesiones del 24 de Abril al 5 de Mayo pasado, en el marco del cual se celebró el décimo aniversario de la Declaración  de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas. Considerado como un gran avance en el reconocimiento de los pueblos aborígenes, la protección de su cultura y su hábitat, la Declaración sentó las bases para lograr compromisos efectivos por parte de los gobiernos, permitiendo de este modo que las comunidades indígenas asumieran un papel protagónico en la toma de decisiones que afectaran sus vidas. En el marco de la lucha de los pueblos indígenas, surge el Foro Internacional de Mujeres Indígenas (FIMI) como un espacio necesario en la construcción de liderazgos. Inició sus reuniones en 1999, formalizando su conformación para participar en la Conferencia Beijing +5 del año 2000. Desde allí, ha seguido fortaleciéndose y desarrollando capacidades para que más lideresas asuman roles protagónicos en la lucha por la igualdad.

Sin duda, las comunidades indígenas se siguen contando entre las más vulnerables y vulneradas en cuanto al goce y disfrute de los derechos humanos. Ese marco de vulnerabilidad generalizada, determina que la tasa de violencia contra niñas y mujeres indígenas sea una de las más elevadas, pero también una de las más invisibilizadas, ya que son muy pocas las estadísticas llevadas por instituciones gubernamentales u ONG de derechos humanos. A este hecho debemos agregar la discriminación étnica de la que son víctimas las poblaciones indígenas y afecta profundamente a las mujeres de este grupo, en virtud de que muchas de ellas deben trasladarse a los grandes centros de población en busca de sustento, donde pueden ser víctimas de esclavitud y abuso sexual, el cual no denuncian por desconfiar de las autoridades y por el mal trato que reciben en general. De allí el rol fundamental de organizaciones como el FIMI.

 

Violencia de género desde la perspectiva de las mujeres indígenas

Cuando abordamos la violencia de género desde la mirada de las mujeres indígenas, nos encontramos con factores que no son comunes al análisis que se realiza normalmente de este flagelo. No se trata solo de la discriminación por razones de género en el marco de sus relaciones interpersonales dentro o fuera de la comunidad indígena, sino que deben añadírsele el racismo, la exclusión social, el colonialismo, el militarismo y algunas políticas de desarrollo que obligan a la población indígena a abandonar sus espacios naturales, exponiendo a niñas y mujeres a abusos y malos tratos.

Otro elemento que se suma a este espectro son las fronteras. Para muchos pueblos indígenas, sus tierras existen ajenas a las delimitaciones políticas reconocidas por los países. Siendo las niñas y mujeres quienes asumen, en su rol de cuidadoras, la tarea de suministrar bienes de consumo a sus familias, para lo cual deben trasladarse de un lugar a otro dentro de “sus” fronteras, cuando las mismas han sido diseccionadas políticamente corren el riesgo de ser detenidas y sometidas a procesos judiciales que en la mayoría de las ocasiones no les son explicados en su lengua. La vulnerabilidad en su máxima expresión.

En palabras de la Dra. Myrna Cunningham, lideresa indígena asesora del FIMI:  “Para los Pueblos Indígenas y para las Mujeres Indígenas, el ejercer nuestros derechos (tanto como Pueblos Indígenas al igual que como mujeres) depende de garantizar el reconocimiento legal de nuestros territorios colectivos ancestrales. Nuestros territorios son la base de nuestras identidades, nuestras culturas, nuestras economías y nuestras tradiciones.”

En este sentido, podemos entender un poco más la importancia del reconocimiento del territorio en cuanto a la protección de niñas y mujeres, cuando nos hallamos ante la presencia de sustancias tóxicas (ya sea por derrames o minería ilegal, por ejemplo) que afectan el hábitat natural de los pueblos indígenas y que han provocado un alto porcentaje de abortos entre las mujeres que habitan esos territorios.

La violencia obstétrica también presenta una elevada incidencia entre las mujeres indígenas. Por ejemplo, en México entre los años 1993 y 2013, murieron casi 29 mil mujeres indígenas en labor de parto en las instituciones de salud. En un estudio realizado por el Banco Interamericano en Centroamérica que buscaba determinar las redes de ayuda de las mujeres indígenas, hubo hallazgos perturbadores, como el testimonio de una mujer cuyo esposo la golpeo durante el embarazo a fin de provocarle un aborto ya que sabía que el bebe en camino era niña.

En sentido general, las organizaciones que luchan por los derechos de las mujeres indígenas entienden que el reconocimiento de sus derechos está asociado indefectiblemente al reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas.

 

Una mirada crítica a la Plataforma de Beijing

El movimiento de mujeres indígenas ha sido enfático al presentar una serie de objeciones al movimiento global de lucha contra la desigualdad. Los aspectos más relevantes de este análisis crítico que hacen organizaciones como FIMI a la Plataforma de Acción de Beijing, están asociados al ámbito sociocultural y espiritual, ante generalizaciones que desconocen las especiales condiciones de vida de las mujeres indígenas en sus comunidades y la estrecha interrelación entre dichas condiciones y la cosmovisión del mundo indígena.

Algunos de los señalamientos son:

1.- Desconocimiento del rol de los medios de comunicación, educación y religión occidental en la destrucción de la diversidad cultural de los pueblos indígenas;

2.- No reconoce la relación entre pobreza y globalización económica;

3.- Conceptualización de feminismo desde la perspectiva occidental;

4.- Obvia las diferencias subjetivas en cuanto a la opresión de la mujer.

Un ejemplo que ilustra el último punto, señalado por FIMI en su Informe, destaca los parámetros que el feminismo occidental usa para caracterizar a las mujeres que no abandonan relaciones abusivas, a quienes catalogan de “indefensas patológicas”, cuando en la cultura indígena si una mujer abandona a sus esposo, también debe abandonar a la comunidad, lo que implica un nivel de desarraigo al cual no está sometida una mujer no indígena.

Otros aspectos cuestionados por parte de FIMI en relación con el movimiento global femenino, se vinculan a conceptos como “comunidad y familia”, los cuales son diferentes entre los pueblos indígenas. La comunidad incluye a las generaciones pasadas y futuras, no como conceptos espirituales, sino como integrantes que determinan el accionar de sus pares. Hay comunidades para quienes el uso de sus recursos va determinado por el impacto que podría causar a las generaciones futuras. “Un marco legal en el cual el pasado y el futuro no existen no puede proteger adecuadamente los derechos de los ancestros y de las generaciones por venir.”

Ahora bien, todos estos cuestionamientos han propulsado la conformación de organizaciones con voz propia, que reivindican la visión de la mujer no como un ente global, sino como un ser integrado a diversas culturas que deben ser reconocidas y respetadas para alcanzar el desarrollo de todas y todos.

Los Pueblos Indígenas poseen un tipo de conocimiento que refleja nuestra espiritualidad. Nos enseña cómo vivir y como relacionarnos con nuestro medio ambiente, que incluye todo. Nuestra relación y nuestro conocimiento nos ayudaron a sobrevivir. Esas enseñanzas también nos ayudan a intercambiar este conocimiento y la energía que tomamos de los animales, de los océanos, de las plantas. Es este tipo de conocimiento el que estamos tratando de proteger ya que está en peligro de ser comercializado.” Ellen Gabriel, Nación Mohawk

Imagen: Filipe Frazao/Shutterstock

Fuentes:

http://www.fimi-iiwf.org/archivos/8162f56478b843333dc95a1f5f381ab1.pdf

https://blogs.iadb.org/salud/2016/12/12/mujeres-indigenas/

http://www.fimi-iiwf.org/detalle-nota.php?id=374

http://www.unwomen.org/es/news/in-focus/indigenous-womens-rights-and-activism