Viernes, 14 de julio, 2017
Red de jóvenes, Red de jóvenes

La crisis mundial de personas refugiadas ha puesto en evidencia que los más vulnerables siguen siendo los que se encuentran con mayores dificultades para acceder a la justicia, la verdad es que no todos tenemos, de hecho, los mismo derechos ni tampoco somos vistos de la misma forma en todo el mundo.


La crisis mundial de personas refugiadas ha puesto en evidencia que los más vulnerables siguen siendo los que se encuentran con mayores dificultades para acceder a la justicia, la verdad es que no todos tenemos, de hecho, los mismo derechos ni tampoco somos vistos de la misma forma en todo el mundo.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos establece en su preámbulo que “los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad(...)”, estos “pueblos de las Naciones Unidas” son los mismo Estados que hoy ante la crisis mundial de refugiados niegan el paso a las personas que huyen de sus países de origen buscando una mejor calidad de vida o para simplemente conservar sus vidas.

Dicho compromiso adquirido en 1948 por los Estados de las Naciones Unidas especifica en su artículo 13, primer numeral, que “toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado.” Este es, de hecho, un derecho que todas las personas del mundo tienen pero, de nuevo, la realidad no es semejante a esta premisa, las personas refugiadas atraviesan largas e inhumanas travesías movilizándose de un país a otro y atravesando varios países más en el camino para a menudo encontrarse con fronteras cerradas o centros de acopio donde viven limitadas a un espacio específico y sin tener sus necesidades básicas cubiertas.

El segundo numeral del artículo 13 establece que “toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país.” Lo cual es otro derecho vulnerado a las personas refugiadas ya que no es para ellos una opción seguir viviendo de la forma en que lo hacían, demás está profundizar en las razones por las cuales regresar a su país no es un derecho al que pueden acceder los refugiados.

Es decir, las personas huyen de guerras, amenazas de muerte, situaciones graves con respecto a crisis económicas, políticas y sociales, entre otras complejas situaciones, para encontrarse luego de una larga y penosa travesía por mar o tierra con Estados que no les permiten movilizarse, acceder a un documento de identidad válido para trabajar o estudiar, en ocasiones tampoco se les permite acceder a centros de salud; básicamente estas personas se vuelven invisibles en Estados diferentes al de su origen porque emigrar apresuradamente buscando preservar la vida no es una opción válida a la hora de obtener reconocimiento como persona jurídica en otros países.

En conclusión, el conjunto de medidas que toman los países de África, Asia, América y Europa; o en su defecto, la falta de medidas respecto a la situación de los refugiados, promueven la discriminación y la exclusión como las formas en que afrontan los Estados una de las crisis que ha afectado a más personas en la última década de nuestra historia como humanidad.