Viernes, 14 de julio, 2017
D'Amato, Daniel

La Declaración Universal de los Derechos Humanos marcó un hito en la historia universal y ciertamente es un gran paso de la humanidad para promover la paz, la seguridad y el desarrollo integral de todas las personas que vivimos en este pequeño espacio llamado Tierra. Lamentablemente, hoy en día no podemos decir que sus estatutos son una realidad para todas las personas. Es por ello que las personas y organizaciones de la sociedad civil impulsan el cumplimiento de los compromisos a los que los Estados Parte de esta declaración se han comprometido. Pero casi 70 años después de la creación de esta declaración, las entidades más poderosas están atacando a los defensores y defensoras de los derechos humanos y sus espacios de trabajo.


La legislación y actuación de los Estados está comprometiendo la defensa y el ejercicio pacífico de los derechos humanos y a su vez, exponiendo a quienes defienden los derechos humanos a mayores riesgos, avalando el uso excesivo de la fuerza contra manifestantes pacíficos o permitiendo la vigilancia masiva; conllevando al retroceso en materia de derechos humanos, removiendo las bases necesarias para una sociedad libre, justa e igualitaria.

Asimismo, los líderes del mundo utilizan cada vez más la apología del odio, culpando abiertamente a grupos minoritarios de los males sociales para generar hostilidad hacia estas personas y quienes les defienden, fomentando la discriminación por parte de los demás sectores de la población. Ejemplo de esto son las populares redes de troles que generan campañas de desinformación con el único objetivo de estigmatizar y desacreditar a defensores y defensoras de derechos humanos, como periodistas, abogados, sindicalistas, maestros, profesionales de la salud, entre muchos otros.

Esta situación se agrava cuando las personas atacadas forman parte de un grupo minoritario, tal como son las mujeres y la membresía del movimiento LGBTI, quienes tienden a enfrentarse a discriminación y ataques. A modo ilustrativo, las defensoras de derechos humanos que luchan contra la prohibición total del aborto han sufrido intimidación y estigmatización por simplemente alzar su voz, así como también se han implementado leyes de criminalización a quienes tienen o defienden una orientación sexual diferente a los tradicionales en ciertos países de medio oriente.

Los jóvenes también jugamos un papel de suma importancia en esta labor, pues somos quienes más obstáculos encontramos a la hora de defender nuestros derechos humanos y los de los demás, y nos silencian cuando intentamos hacerlo, a pesar de que estamos en la primera línea de defensa. Un ejemplo de esto es la hondureña Berta Zúñiga Cáceres, hija de la defensora de derechos humanos asesinada el 2 de marzo de 2016, Berta Cáceres, y joven Coordinadora General de COPINH, pues fue víctima de acoso, intimidación y ataques a su integridad por defender el derecho de su comunidad a la tierra, el territorio y el medio ambiente.

Ninguna persona debería ser reprimida por su labor y mucho menos por defender lo que le corresponde desde su nacimiento. Únete a esta campaña y trabajemos por un mundo en el que los derechos de todas las personas sean respetados, incluyendo los derechos de quienes lo defienden.