Martes, 22 de agosto, 2017
Fernandez, Jackeline

Las mujeres, al ser puntos de referencia en sus entornos inmediatos, logran amalgamar con mayor éxito la voluntad de quienes deben enfrentar las consecuencias de un conflicto o una crisis. De allí la importancia de proporcionar a niñas y mujeres herramientas que les permitan potenciar ese don natural mientras ellas mismas superan los traumas físicos, emocionales y sicológicos.


«Cada año, en el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, ponemos el foco en los millones de civiles de todo el mundo cuyas vidas han quedado atrapadas en un conflicto […] rendimos homenaje a los valientes trabajadores humanitarios y sanitarios que enfrentan ataques u obstáculos cuando se dirigen a prestar ayuda a las personas necesitadas, y a los funcionarios gubernamentales, los miembros de la sociedad civil y los representantes de organismos y organizaciones internacionales que arriesgan su vida para proporcionar asistencia humanitaria y protección». — António Guterres, Secretario General de la ONU

 

En el año 2008, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución que declaraba el 19 de agosto Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, en memoria de las 22 personas que el mismo día, cinco años antes, habían perdido la vida debido a un atentado terrorista contra las dependencias de las Naciones Unidas en Bagdad.

El Día Internacional de la Asistencia Humanitaria busca lograr una mayor conciencia sobre la labor de quienes realizan trabajo humanitario en todo el mundo, y visibilizar la importancia del bienestar y la dignidad de las personas que sufren las consecuencias de la guerra, hambrunas, etc.

Este año, el tema central de la campaña estuvo dirigido a la población civil afectada por los conflictos, usando la etiqueta #NoSoyUnBlanco, cuya finalidad es recordar a las partes en conflicto el deber de respetar el derecho internacional humanitario, así como los derechos humanos de civiles y trabajadores humanitarios y sanitarios.

La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) indicó que más de cien trabajadores humanitarios pierden cada año la vida en zonas de conflictos. Esta misma organización señalaba en su informe de 2006, que los ataques contra cooperantes humanitarios, que incluyen secuestros y ataques con bombas, se han triplicado durante la última década. De allí la importancia y urgencia de la campaña emprendida por Naciones Unidas en pro del reconocimiento de la labor de estas personas, que arriesgan sus vidas para apoyar a otros seres humanos inmersos en un sin de necesidades, el terror y la desprotección.

Consecuencias diferenciadas en tiempos de crisis

En su rol natural de cuidadoras, las mujeres necesitan una mayor protección cuando se enfrentan a situaciones de conflicto. Debemos recordar que las crisis tienen consecuencias diferenciadas para hombres y mujeres. Por ejemplo, un relato tomado del informe “Género y ayuda humanitaria” de la  Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), señala que durante el tsunami que afecto las costas de Sumatra en 2004, los pesados trajes que vestían mujeres y niñas (saris) así como la necesidad de poner a salvo primero a sus hijos, produjo en algunas regiones una mayor cantidad de víctimas femeninas. En cuanto a los conflictos armados, una de las constantes es la presencia de violencia sexual contra niñas y mujeres, dado que los hombres salen a pelear y las dejan “desprotegidas”, además de convertirlas en algunas ocasiones en “trofeos de guerra”. ONU Mujeres ha establecido que más del “70% de las mujeres han vivido situaciones de violencia de género en algunos entornos en crisis”.

COSUDE también señala en el informe mencionado que el género influye en el proceso de recuperación postconflicto, en virtud de que los hombres aún tienen un mayor control sobre tierras, bienes económicos y poder político. Por ejemplo, en Yemen  el 1% de los propietarios de tierras son mujeres, aun cuando ellas aportan el 60% de la mano de obra en la producción agrícola. Esto determina que en algunas ocasiones, las mujeres y niñas deben apelar a la prostitución para mantenerse con vida o sostener económicamente a su núcleo familiar. Cuando se trata de desplazamientos, el panorama es el mismo: mujeres y niñas están propensas a ser víctimas de trata, violencia sexual, extorsión, secuestro y femicidio. En las labores de reconstrucción generalmente es la mano de obra de los hombres la más valorada, y dado que las labores de cuidado no son remuneradas, la recuperación económica de las mujeres se hace cuesta arriba.

Los conflictos cambian las dinámicas y aceleran patrones de discriminación, como se evidencia de estos datos sobre Siria de ONU Mujeres: las tasas de matrimonio infantil son cuatro veces más altas ahora que antes de la crisis en Siria; la esperanza de vida de las mujeres sirias ha disminuido de 75,9 a 55,7 años, tanto los hombres como las mujeres en Siria han informado sobre un aumento de la violencia en el hogar, debido a factores de perturbación externos.

Las trabajadoras humanitarias corren los mismos riesgos que sus congéneres en las zonas críticas. En mayo de este año se inició el juicio contra trece soldados sursudaneses, acusados de violar a varias trabajadoras humanitarias que prestaban apoyo a víctimas del conflicto armado entre el Ejército leal al presidente Kiir, y los efectivos del exvicepresidente Riek Machar. Asimismo, dos trabajadoras humanitarias fueron secuestradas en Siria a finales de 2014, y liberadas en 2015.

De víctimas a agentes de cambio: empoderar es la respuesta

Ana Lucia Bueno, coordinadora adjunta del departamento de salud de la delegación regional del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) de México, ha resaltado la labor de las mujeres en situaciones de conflicto. Destacaba que la mujer “Tiene esa tendencia natural a ayudar, a tender una mano y a organizarse en ese sentido”. De allí que entre sus múltiples tareas, las mujeres asuman la de mantener a las familias unidas, organizar grupos de ayuda y autoayuda, administrar recursos y propiciar un ambiente de motivación entre los suyos.

Las mujeres, al ser puntos de referencia en sus entornos inmediatos, logran amalgamar con mayor éxito la voluntad de quienes deben enfrentar las consecuencias de un conflicto o una crisis. De allí la importancia de proporcionar a niñas y mujeres herramientas que les permitan potenciar ese don natural mientras ellas mismas superan los traumas físicos, emocionales y sicológicos.

Sin embargo, no será posible lograr un cambio positivo en este ámbito si persiste la discriminación, veamos algunos datos de ONU Mujeres en este sentido:

  • El grueso de la ayuda para la igualdad de género en contextos de conflicto o crisis va dirigida a las áreas de educación y salud;
  •  En 2015, apenas un 0,5% del financiamiento para la acción humanitaria se destinó a mitigar la violencia de género;
  • En el campamento para personas refugiadas Za’atari de Jordania, pese al aumento de los hogares de refugiados encabezados por mujeres y a que la mitad de la población está compuesta por mujeres y niñas, el 76% de las oportunidades existentes de trabajo a cambio de dinero se orientaban a los hombres.

Este último caso adquirió un nuevo matiz gracias a la intervención de ONU Mujeres, al crear el programa “Espacios seguros en el oasis” “donde el 87% de las personas que participan son mujeres”.

Esta agencia multilateral especializada hace dos recomendaciones para mejorar la ayuda humanitaria:

  • Uso de datos desglosados por sexo y edad y los análisis de género son algunas de las formas más eficientes de fomentar la igualdad de género en las iniciativas humanitarias;
  • Fomentar la igualdad de género dentro de las organizaciones humanitarias en todos los niveles.

Hoy en día, la mayoría de los miembros de organizaciones que prestan apoyo humanitario son hombres. El testimonio de Jasmin Blessing, trabajadora humanitaria desplegada en Ecuador a raíz del terremoto de 2016,  nos permitirá comprender la importancia de fomentar una visión diferenciada en contextos frágiles: “Durante mi asignación tuve la oportunidad de transversalizar el enfoque de género en varios proyectos que se están implementando...-como un- proyecto piloto que pretende aumentar la participación de las mujeres en las estructuras de gobernanza dentro de los campamentos. Los campamentos son habitualmente espacios dominados por hombres donde las mujeres muchas veces son excluidas de los procesos decisorios que orientan las estrategias de respuesta que influyen en su capacidad y en la de su comunidad para recuperarse de una crisis”.

De este modo, la ayuda humanitaria no solo provee de herramientas para superar crisis y lograr condiciones dignas de vida, sino incluso, para superar los paradigmas que sostienen las desigualdades.

 

Foto de  Bignai / Shutterstock.com

Fuentes:

https://www.unv.org/es/our-stories/empoderar-las-mujeres-en-la-crisis-humanitaria

https://www.icrc.org/es/document/las-mujeres-son-esenciales-para-la-ayuda-humanitaria

https://www.eda.admin.ch/dam/deza/es/documents/themen/gender/Gender-Humanitarian-Aid_ES.pdf

http://www.un.org/es/events/humanitarianday/index.shtml

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/04/13/solidaridad/1302685077.html

http://www.unwomen.org/es/what-we-do/humanitarian-action/facts-and-figures.