Viernes, 02 de marzo, 2018
Barona, John

Realmente no quiero llamarlo poesía, sencillamente porque no soy poeta. Es simplemente un pensamiento de lo que sucede en Siria. Una nación que lleva 7 años en una guerra caracterizada como "civil", pero son ellos quienes menos la pelean aunque si los que más la sufren. 


Sub Terra Pax

(Paz bajo tierra)

 

Dedicado a Siria.

 

Entre el bosque de cemento se escucha el eco del cañoneo, el silbido de las bombas como advertencia de la muerte. Columnas de humo y fuego salen de la tierra que vio nacer a la humanidad. ¡El monstruo se ha posado sobre ella!

Temblores, carreras, gritos, lloros, es lo único que se ve y oye en tan desdichada parcela. Se ha negado la soberanía de Dios donde reina tanta maldad. Les ha tocado vivir como topos entre madrigueras. Corriendo de un lado a otro ante la sombra de un halcón.

La paz ronda, como demonio, esta nación, y ante el silbido y cañoneo lleva a su aposento a unos cuantos pedazos de carne: ¡su aposento es tan cómodo! Dos metros de largo por uno de profundidad para adultos y uno más restringido para la frugalidad de los niños.

Yo sólo veo, veo como se matan, como lloran; escucho como gritan al cielo y como se toman la barriga ante el hambre y la garganta ante la sed. He visto cómo algunos toman a estos para protegerse ante aquellos. Yo sólo veo.

Me pidieron hablar pero prefiero callar. Hay realidades para las cuales no hay palabras que le correspondan.

Unos, escuché, se reunieron, discutieron e incluso debatieron qué hacer. Han llegado a una conclusión: ¡una cena! Después de la cena un cese al fuego… Luego de darle paz a todos, claro.

Sin embargo, entre unos que ya viven en la eterna vida y otros que viven en la “eterna miseria”, hay los del medio, los inocentes, aquellos de los que se dijo que el reino del cielo pertenece a los que son como ellos: jugando en el campo minado por la maldad, nombrado por vacuas palabras, pacificado por las bombas y puesto a resguardo por un cerco mortal. ¡Son las paradojas de la vida! No esta demás decir que la vida son los humanos.

Oh, bella Siria, qué te ha pasado que tan roja te han dejado. Tus cálidas tierras de muerte se han llenado y, tus lágrimas en vano tratan de reverdecer sobre marchitado.

 

Tiempos ha en que fuiste bella entre las bellas.

Tu piel color arena transitaba el desierto

 Con ojos café muy abiertos, oteando al horizonte de ensueño

Cálidos recuerdos tengo de aqueste encuentro.

 

Tu suave piel bañada de miríadas de olores

Ha quedado mustia ante tantos horrores.

 

John Barona