Miércoles, 21 de marzo, 2018
Romero, Victoria

Ni Yulan es una valiente exabogada caracterizada por ocuparse de casos políticamente delicados de demandantes y personas que protestan por la demolición de viviendas. Fue una presa de conciencia en China, encarcelada por el ejercicio pacífico de sus derechos


 

Ni Yulan exabogada y activista de los derechos relativos a la vivienda, presenció conjuntamente con su familia la demolición de su vivienda poco antes de la celebración de los Juegos Olímpicos de Pekín. Tras este acontecimiento atroz Ni Yulan se resistió intentando concientizar a los vecinos sobre sus derechos y defendiendo a otros residentes desplazados.

El activismo de esta valiente mujer no pasó desapercibido a las autoridades chinas quienes la detuvieron y encarcelaron por su lucha al derecho a la vivienda. La convicción y dedicación de Ni Yulan en su defensa de Derechos Humanos despertó el interés del sistema internacional y recibió recibido premios internacionales por tan valiente labor, sin embargo esta activista lleva casi 20 años sufriendo vigilancia, desalojos y acoso.

Ni Yulan fue presa tres veces. En 2002, cuando filmaba la demolición de una casa en Pekín, fue recogida por las autoridades y llevada a la escuadra más cercana, donde fue violentamente torturada durante varios días, al punto de romper los pies y las rótulas, teniendo como consecuencia quedarse en una silla de ruedas. Cuando la activista intentó, junto a las autoridades, una justificación para su golpe, fue condenada a un año de prisión por "impedir el cumplimiento de la misión oficial", habiendo sido negado a su marido el derecho de asistir al juicio.

En 2003 fue liberada y no tardó en seguir luchando por los derechos de las personas cuyas casas iban a ser demolidas, por su cercanía a la zona donde se celebraron los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008; sin embargo, poco antes de las Olimpiadas, Ni Yulan fue de nuevo presa por dos años al intentar impedir la demolición de su propia casa.

Para el año 2010 fue liberada y desalojada junto a su marido con quien vivió en un hotel que las autoridades policiales obligaron a abandonar, además de impedirles alquilar su propia casa y permanecer en casa de amigos.

En junio de ese año, tras una manifestación en la que decenas de personas expresaron su solidaridad con la pareja, la policía los trasladó a una residencia. Sin embargo, las autoridades continuaron sometiéndolos a vigilancia y otras formas de hostigamiento, como cortarles el agua, la electricidad y el acceso a Internet.

Ni Yulan tiene una lesión en la espalda porque la policía no puso el freno a su silla de ruedas al trasladarla a un centro de detención en 2011 y, mientras el furgón en el que viajaba se movía, la silla de ruedas no paró de rebotar contra las paredes. Los agentes no hicieron ningún caso a las quejas de la activista  mientras esto sucedía. Ni Yulan sufrió fracturas en pies y rótulas y quedó postrada en silla de ruedas para siempre.

Historias como esta no deben de quedar impunes, las autoridades chinas suelen emprender ofensivas contra conocidos defensores de los derechos humanos en los periodos de vacaciones y creen que la comunidad internacional hace caso omiso de estas situaciones; de nosotros depende demostrarles lo contrario.

“La actuación de las autoridades ha atraído la atención internacional. Son ellas quienes deberían tener miedo.” Ni Yulan

 

Ni Yulan merece tener un hogar, con tu apoyo y el de todos los activistas de Amnistía Internacional debemos exigir que cese inmediatamente el hostigamiento a esta valiente activista.

Pide al gobierno chino que:

  • Deje de hostigar e intimidar a Ni Yulan y a su familia, y que les permita disfrutar de su derecho a una vivienda adecuada en Pekín;
  • Investigue de forma exhaustiva, transparente e imparcial el hostigamiento continuo a Ni Yulan y su familia, y lleve a los responsables ante la justicia de conformidad con las normas internacionales;
  • Levante la prohibición de viajar impuesta a Ni Yulan y le entregue un pasaporte en regla para que pueda viajar libremente.

 

¡Actúa!