Miércoles, 24 de abril, 2019
Jackeline, Fernández

Este Observatorio, único en cuanto a su objetivo en Venezuela, se concretó previo análisis del contexto de dichos estados, identificando situaciones inéditas que permitieron comprender que la dinámica de la violencia estaba adquiriendo matices alarmantes, con condiciones muy particulares y propias de los estados fronterizos y actividades mineras


En abril de 2018, la Organización No Gubernamental (ONG) nacional Comisión para los Derechos Humanos y la Ciudadanía (CODEHCIU) dio inicio a un proyecto denominado Observatorio de Violencia Armada con Enfoque de Género (OVACEG) cuya finalidad sería el Monitoreo de medios locales, nacionales y RRSS tanto de dichos medios como de periodistas especializados/as, a fin de levantar información sobre hechos violentos que, analizados a la luz del enfoque de género, pudieran configurarse como acciones enmarcadas en patrones estructurales de violencia de género en los estados Bolívar y Monagas .

Este Observatorio, único en cuanto a su objetivo en Venezuela, se concretó previo análisis del contexto de dichos estados, identificando situaciones inéditas que permitieron comprender que la dinámica de la violencia estaba adquiriendo matices alarmantes, con condiciones muy particulares y propias de los estados fronterizos y actividades mineras.

La violencia armada ha convertido a Venezuela en uno de los países más violentos de la región. Organizaciones como el Observatorio de Venezolano de la Violencia ha hecho un extraordinario trabajo al levantar datos sobre este flagelo, evidenciando que los hombres jóvenes son sus principales víctimas.

Pero los datos desagregados seguían siendo una tarea pendiente. Principalmente porque las víctimas femeninas de este tipo de violencia eran casi inexistentes.

Una de las de las manifestaciones de la violencia armada en Venezuela solían ser los actos delictivos. Luego se le sumaron lo que las autoridades llamaron “ajuste de cuenta entre bandas”. Ahora están los llamados “enfrentamientos”.

Cuando revisábamos esos datos, las mujeres no figuraban entre las víctimas.

Pero ese panorama no era el mismo que se avizoraba en Bolívar y Monagas.

De los homicidios a los femicidios: cuando la violencia armada queda impune

La explotación minera se ha venido transformando en la más importante actividad económica del país. Si bien el estado Bolívar ha sido tradicionalmente asociado a dicha actividad, la puesta en marcha del Arco Minero abrió el compás de las zonas mineras, y también de la violencia.

Cuando ocurrió la Masacre de Tumeremo, el país se mantuvo en vilo y expectante ante los resultados de las investigaciones. Los habitantes de la zona no compartían tal expectación, ya que la violencia armada ha estado presente desde siempre en ese contexto. Pero lo que si compartían era la exigencia de justicia por las víctimas.

A medida que más cantidad de personas se trasladaban a los municipios del sur de Bolívar, las dinámicas propias de dichos espacios se fueron masificando.

Y esas dinámicas, por supuesto, tenían fuertes patrones machistas de dominación y control.

Todas esas características eran caldo de cultivo para que la violencia armada sumara nuevas víctimas y patrones inéditos.

A todo lo anterior había que sumarle la impunidad, la ausencia de controles efectivos sobre la existencia de armas y el fracaso de las políticas públicas en materia de seguridad.

Femicidios con características propias

El Informe Resumen de OVACEG señala: “Un año después, los resultados nos hablan de cambios profundos en las dinámicas de vida de algunos sectores de la población en los estados monitoreados, y el alarmante incremento de riesgos para niñas, adolescentes y mujeres”.

Tal afirmación la hacen sobre la base de los siguientes resultados:

  • Hasta diciembre de 2018,  el monitoreo de víctimas de violencia armada arrojó 37 víctimas en ambos estados, sumando los Femicidios Pasivos (FP) y Activos (FA).
  • Los Municipios más violentos fueron Caroní y Maturín, y las Parroquias con mayor incidencia de casos fueron El Callao y Las Cocuizas, respectivamente.
  • La violencia sexual produjo diez víctimas y hubo dieciocho casos de Femicidio en Grado de Frustración.
  • Los datos del primer trimestre de 2019 consolida a los llamados Municipios del Sur del estado Bolívar: Sifontes, Roscio, Piar y El Callao como los más violentos. (recordemos aquí que El Callao también es el municipio más violento en el último informe de OVV).
  • Este año, OVACEG ha identificado 15 víctimas de Femicidio Pasivo y 6 de Femicidio Activo.
  • Comparativamente, pasamos de 1 a 3 víctimas en enero, de 2 a 3 en febrero y de 1 a 4 en marzo, sólo en Bolívar.
  • El rango de edad de las víctimas durante todo el año de monitoreo,  está entre los 15 y los 26 años.

Dentro de los hechos reflejados en sus diferentes informes, se pueden identificar las siguientes características:

  • La violencia sexual ha venido incrementándose en los estados objeto de estudio, cobrando la vida de dos niñas en un mes. También ha aumentado el número de denuncias por violación y actos lascivos.
  • Un alarmante porcentaje de femicidios pasivos son catalogados como “presuntamente venganza o intento de robo”, sin embargo al indagar en los hechos nos encontramos con que el/los victimarios no le quitan nada a las víctimas, les disparan desde vehículos en movimiento o entran a sus casas y disparan a matar.
  • En las zonas mineras han ocurrido femicidios cuando presuntas compañeras sentimentales de presuntos sujetos vinculados a grupos delictivos o de mafias mineras, han sido asesinadas en supuestos ajustes de cuentas.
  • Durante este año, al menos seis mujeres han perdido la vida por estar dentro de un vehículo al cual las autoridades dieron voz de alto que no obedecieron, surgiendo un presunto enfrentamiento.
  • Al menos tres mujeres fueron asesinadas durante este periodo, simplemente por ser las parejas de hombres asociados a grupos de poder.

Las vulnerabilidades de niñas, adolescentes y mujeres se han visto incrementadas en el contexto de la emergencia humanitaria compleja. La trata de personas y el sexo por supervivencia son realidades que resultan aún desconocidas para muchos/as e incomprendidas para otros/as.

Por todo ello, la labor que realiza OVACEG es de vital importancia para comprender que la violencia armada no es un asunto de números, sino de personas, y cada vida cuenta.

Fuentes:

Informes Resumen, Compilado y Décimo de OVACEG