Miércoles, 11 de septiembre, 2019
Quintero, José

El analfabetismo afecta a más de 750 millones de personas, de las que 500 millones (cerca del 66%)  son mujeres y niñas. Estas son cifras alarmantes que demuestran que a pesar de los grandes avances que se han dado en el acceso igualitario a la educación, la brecha de género sigue siendo un problema a resolver para la comunidad internacional


La alfabetización es un derecho humano que tenemos todas las personas, independientemente de nuestro color de piel, lengua, sexo, o cualquier otra variante que nos identifique como individuos. Entendámoslo como un conjunto de habilidades y destrezas a las que todos debemos tener acceso para poder desarrollarnos adecuadamente, empoderarnos y convertirnos en miembros activos de la sociedad. Esto no solo supone aprender a leer y escribir, pues se trata de un derecho que transforma vidas, dignifica, ayuda a reducir la pobreza y mejora las perspectivas de futuro.

En principio, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO) entiende la alfabetización como “un medio de identificación, comprensión, interpretación, creación y comunicación en un mundo cada vez más digitalizado, basado en textos, rico en información y en rápida mutación”. Para esta organización, la alfabetización es la “fuerza motriz” y parte integral de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible promovida por la ONU.

Sin embargo, todavía falta mucho por hacer. En la actualidad, el analfabetismo afecta a más de 750 millones de personas, de las que 500 millones (cerca del 66%)  son mujeres y niñas. Estas son cifras alarmantes que demuestran que a pesar de los grandes avances que se han dado en el acceso igualitario a la educación, la brecha de género sigue siendo un problema a resolver para la comunidad internacional.

“Es inaceptable que casi 500 millones de mujeres y niñas continúen privadas del acceso al conocimiento y, con ello, de las oportunidades que conlleva la educación”, lamenta María José Hernando, representante de Manos Unidas, una de muchas ONG que reclaman el acceso a la educación de las mujeres en igualdad de condiciones que los hombres. Y es que las mujeres son una población especialmente vulnerable, sobretodo en los países más pobres, donde son marginadas y enfrentan numerosas barreras sociales que van desde estereotipos dañinos de género, falta de entornos educativos inclusivos y de calidad, hasta elevadas tasas de matrimonio infantil, embarazo precoz e incluso violencia de género.

La falta de educación genera pobreza y desigualdad, a la vez que restringe en gran medida el disfrute de los derechos humanos y la participación de las mujeres y niñas en los procesos de toma decisiones en todos los niveles de la sociedad. En el África subsahariana, por ejemplo, son muchos los casos documentados de niñas que se ven forzadas a asumir roles de adulto antes de estar preparadas, lo que limita sus oportunidades de aprender y crecer. En consecuencia, “las complicaciones en el embarazo y el parto se mantienen como la principal causa de muerte de adolescentes entre 15 y 19 años en la región” (UNICEF, 2012). El matrimonio infantil es una práctica altamente discriminatoria que despoja a las niñas de su derecho a una infancia plena, además de poner su vida y su salud en riesgo. Las niñas y adolescentes que contraen matrimonio antes de cumplir los 18 años tienen mayores probabilidades de sufrir violencia doméstica y caer en el abandono escolar. Como resultado, sus expectativas económicas y de salud son peores que las de las niñas que no se casan, lo que a la larga se transmite a las siguientes generaciones y estructura un patrón de pobreza que desafía las capacidades de atención del Estado.

Si bien América Latina y el Caribe han mostrado notables avances contra el analfabetismo femenino, el desafío continúa. De las más de 630 millones de personas que viven en la región, unas 32 millones son analfabetas, según reporta el último informe del Instituto de Estadísticas de la UNESCO. Este documento también señala que el índice de alfabetización en adultos alcanza el 94%; y en particular, la tasa en hombres es del 94% y del 93% para mujeres, lo que demuestra que las diferencias entre ambos sexos son prácticamente inexistentes. No obstante, esto no significa que se haya cumplido la meta, pues la pobreza sigue siendo un factor determinante que profundiza las desigualdades de género para poder completar las etapas de enseñanza y, a menudo, esto se da en detrimento del sexo femenino. Un ejemplo de esto es el hecho de que América Latina se sitúa como la región con la segunda tasa más alta de embarazos adolescentes con 66.5 nacimientos por cada 1,000 jóvenes de entre 15 y 19 años, una problemática que tiene un profundo efecto en las niñas, ya que obstaculiza su desarrollo psicosocial y reduce sus oportunidades en el mundo laboral.

Ahora bien, desde Amnistía Internacional consideramos los derechos de la mujer como parte esencial de nuestra labor. Por ello, contamos con grupos de activistas dispuestos a asumir el reto de alzar la voz en defensa de los derechos de las mujeres y niñas de todas las nacionalidades. Amnistía Internacional lucha incansablemente por lograr el cambio hacia un mundo más justo, en el que niños y niñas por igual puedan recibir educación de calidad y construirse un mejor porvenir. Las acciones de Amnistía Internacional y otras ONG se basan en diversos estudios que resaltan la educación en las niñas como una poderosa herramienta para generar cambios sociales; tanto es así, que si todas las madres completaran la enseñanza primaria, la mortalidad materna podría reducirse hasta en dos tercios, con lo que se salvarían más de 98.000 vidas. Además, la educación en las madres mejora sus oportunidades de encontrar trabajos estables que les permitan cubrir los gastos del hogar, lo que haría que al menos 1,7 millones de niños se salvaran del raquitismo y la desnutrición.

En definitiva, la alfabetización femenina es un motor indispensable para incentivar el desarrollo de las naciones. Una mujer educada es una mujer empoderada, consciente de su propia valía y dispuesta a tomar acción para transformar su vida y la de los que la rodean. El llamado es a la comunidad internacional para seguir sumando esfuerzos en apoyo a la alfabetización femenina, garantizando el acceso de las niñas a los sistemas de aprendizaje y asegurando que éstas culminen con éxito todas las etapas de formación. Ante la desigualdad y la discriminación, la respuesta debe ser siempre la educación.

 

Referencias:

127 millones de jóvenes y adolescentes son analfabetos. (2012). Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Recuperado de https://www.unicef.es/prensa/127-millones-de-jovenes-y-adolescentes-son-analfabetos

Alfabetización. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO). Recuperado de https://es.unesco.org/themes/alfabetizacion

América Latina y el Caribe tienen la segunda tasa más alta de embarazo adolescente en el mundo. (2018). Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). Recuperado de https://lac.unfpa.org/es/news/am%C3%A9rica-latina-y-el-caribe-tienen-la-segunda-tasa-m%C3%A1s-alta-de-embarazo-adolescente-en-el-mund-1

Analfabetismo una condena a la pobreza y la exclusión. (2018). Manos Unidas. Recuperado de https://www.manosunidas.org/noticia/analfabetismo

La educación de las niñas: los datos. Informe de Seguimiento de la EPT en el Mundo. (2013). Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (UNESCO).  Recuperado de https://es.unesco.org/gem-report/sites/gem-report/files/girls-factsheet-sp2.pdf

LLORENTE, A. (2018). 4 cifras sobre la alfabetización en América Latina que quizá te sorprendan.  BBC News Mundo. Recuperado de https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-45453102

Mujeres y niñas. Derecho a la educación. Recuperado de https://www.right-to-education.org/es/issue-page/marginalised-groups/las-ni-y-las-mujeres