Martes, 01 de octubre, 2019
Bravo, Nicole A.

La realidad de Ucrania es que cualquier persona que simplemente decide participar en un evento feminista o LGBTI pone su seguridad en peligro


En Ucrania grupos locales de extrema derecha que se definen como patrióticos y nacionalistas interrumpen los debates públicos, amenazan a periodistas y atacan a quienes participan en acciones públicas y lo hacen con total impunidad. Solo uno de las decenas de ataques recientes se llevó a los tribunales.

Es justo decir que Ucrania ha logrado progresos significativos desde la primera marcha del Orgullo de Kiev que tuvo lugar en 2013. La marcha ha pasado de ser una concentración de solo 50 personas en las afueras de la ciudad a ser un evento que reúne a miles de personas en el centro de la misma y cuenta con medidas de protección sin precedentes por parte de las autoridades, entre ellas, un gran dispositivo policial e incluso la habilitación de trenes del metro de la ciudad para poder evacuar el evento de forma segura al finalizar.

Sin embargo, el progreso de Ucrania es frágil y la falta de medidas por parte de las autoridades para resolver el problema podría menoscabar todo lo que se ha logrado hasta ahora. "Me han atacado muchas veces, pero ya no tengo miedo”. Manifestó –Vitalina Koval activista por los derechos LGBTI.

Vitalina Koval una activista ucraniana, es de esas personas que sorprende inmediatamente por su valentía y decisión, segura de sí misma y de lo que está bien, siempre va directo al grano, es lesbiana declarada y coordina un centro comunitario para personas LGBTI en Uzhgorod, que ofrece apoyo entre iguales.

En marzo de 2018, Vitalina fue atacada por defender sus derechos y los de otras personas durante una manifestación celebrada en Ucrania por el Día Internacional de la Mujer. En el transcurso de la misma seis personas de un grupo radical llamado “Karpatska Sich” le arrojaron pintura roja, la cual le cayó en los ojos y le causó quemaduras químicas.

 Luego de acudir de emergencia al hospital, se determinó que la vista de Vitalina no fue afectada. Posteriormente se dirigió a la comisaría de la policía, todavía cubierta de pintura para formular la denuncia. Al llegar, observó que sus agresores estaban sentados en la recepción tras haber sido detenidos y un agente de la policía hizo que Vitalina Koval manifestara —en voz alta— su dirección, de modo que sus agresores pudieron escucharla. En ese momento se sintió asustada e insegura al registrar la denuncia. La policía no quiso calificar inicialmente el incidente como “crimen de odio” y fue necesario que Vitalina insistiera durante varias horas para que su denuncia se registrara en esos términos en la base de datos de la policía.

En los días siguientes, Vitalina y otros activistas que habían participado en la manifestación del Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo, observaron un aumento de la retórica amenazadora del grupo radical “Karpatska Sich”, que amenazó con más violencia a Vitalina y a otros activistas a través de sus cuentas en redes sociales.

Tras una investigación adicional, los activistas descubrieron que Ucrania tenía un historial terrible para investigar posibles crímenes de odio. De 200 ataques cada año contra personas LGBTI+ y activistas por los derechos de las mujeres, existen cero decisiones en los tribunales.

“La policía no reconocerá cuándo algo es un crimen de odio, incluso cuando la extrema derecha te grite en la cara y te diga te odio porque eres gay. Es importante que los crímenes de odio no sean solo investigados, sino que también sean prevenidos porque la vida de personas podría estar en peligro”. Manifestó Vitalina Koval.

 

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