Miércoles, 11 de abril, 2018

La abolición de la pena de muerte fue un logro increíble que demostró la importancia del poder popular. Fue la primera vez que tantas ONG se unían para hacer campaña sobre un tema. La gente decía que estaba encantada con nuestro trabajo y que podía ver que el cambio es posible


Souleymane Sow, de 43 años, es un hombre con una misión. Es voluntario de Amnistía Internacional desde que era estudiante. Inspirado para contribuir al cambio, regresó a Guinea, fundó un grupo local de personas voluntarias de Amnistía Internacional y puso manos a la obra. ¿Su objetivo? Promover la importancia de los derechos humanos, educar a las personas en estos temas y abolir la pena de muerte. Junto con 34 ONG, lograron finalmente su meta el año pasado.

Siempre he estado en contra de la pena de muerte. Tantas personas fueron asesinadas durante el primer régimen, sólo por su política. Ver a gente que había perdido a sus padres hizo que quisiera llevar más lejos la lucha por la abolición.

Cuando volví a Guinea, formé un grupo de personas voluntarias y empezamos a educar a la gente en los derechos humanos. En 2015 hubo elecciones y se lanzó un nuevo programa, centrado en renovar todas nuestras leyes en el Parlamento.

Supe que esta era una oportunidad clave para alzar la voz. Me puse en contacto con la oficina regional de Amnistía Internacional en Dakar para ver cómo podíamos captar apoyos contra la pena de muerte. Con su ayuda, emitimos una declaración sobre los cambios que queríamos.

El impulso fue creciendo y 34 ONG más decidieron unirse a nuestra misión de abolir la pena de muerte en Guinea. Una a una, concertamos reuniones con ministros y otras autoridades, explicando por qué había que abolir esta terrible práctica. Di toda la información que necesitaban y tuvimos debates abiertos y sinceros.

A medida que se intensificaba la campaña, hicimos oír nuestras voces. Repartimos material de campaña, como adhesivos y camisetas, en el que se pedía el fin de la pena de muerte. El Ministerio de Justicia me invitó a hablar más extensamente del tema, y expuse mis argumentos con el fin de hacerles cambiar de opinión; fue muy importante hablar con la gente y explicar por qué había que abolir la pena de muerte.

Escuchamos sus ideas y cuestionamos sus razonamientos, ofreciendo ejemplos y argumentos de por qué la pena de muerte no tenía cabida en la sociedad actual.

Mis colegas y yo captamos apoyos contra la pena de muerte todos los días durante cinco meses. En 2016, la Asamblea Nacional de Guinea votó a favor de un nuevo Código Penal que eliminaba la pena de muerte de la lista de penas aplicables. El año pasado hizo lo mismo con el Código Militar.

Fue un logro increíble que demostró la importancia del poder popular. Fue la primera vez que tantas ONG se unían para hacer campaña sobre un tema. La gente decía que estaba encantada con nuestro trabajo y que podía ver que el cambio es posible.

Sobre todo, esto nos ha inspirado para seguir luchando. Queda mucho por hacer en Guinea, pero tras ver el impacto que podemos tener, sé que se pueden conseguir muchas cosas buenas más.

 

Créditos: Berna Wang.