Lunes, 15 de octubre, 2018

Me pusieron una pistola en la cabeza y me dijeron que iban a matarme. Los hombres se identificaron como agentes del Centro de Combate del Extremismo local, un cuerpo especial de la policía. Exigieron saber los nombres de mis contactos en Ingusetia y me amenazaron con matar a mi esposa y mis hijos si denunciaba lo que había pasado”, dijo Oleg Kozlovsky


Un enviado de Amnistía Internacional como observador de las manifestaciones en Magas, capital de Ingusetia, fue secuestrado, golpeado y sometido a terribles simulacros de ejecución por unos hombres que afirmaron ser miembros de los servicios de seguridad.

Oleg Kozlovsky, ciudadano ruso que trabaja como investigador para Amnistía Internacional, llegó a Magas el 5 de octubre para realizar labores de observación de las manifestaciones pacíficas que allí se desarrollaban contra el acuerdo fronterizo firmado recientemente por los dirigentes de Ingusetia y Chechenia.

La noche del 6 de octubre, un hombre engañó a Oleg diciéndole que era representante de los organizadores de las protestas para que subiera a su vehículo. Lo llevaron a un lugar a las afueras de la ciudad, y allí lo desnudaron, lo amenazaron, lo golpearon y lo insultaron durante dos horas de pesadilla.

“Me pusieron una pistola en la cabeza y me dijeron que iban a matarme. Los hombres se identificaron como agentes del Centro de Combate del Extremismo local, un cuerpo especial de la policía. Exigieron saber los nombres de mis contactos en Ingusetia y me amenazaron con matar a mi esposa y mis hijos si denunciaba lo que había pasado”, dijo Oleg Kozlovsky.

“Pero no van a conseguir mi silencio por la fuerza. Es fundamental que el mundo conozca los peligros que sufren en Rusia los defensores y defensoras de los derechos humanos".

La pesadilla de Oleg comenzó a eso de las 9 de la noche, cuando un hombre llamó a la puerta de su habitación en el hotel y dijo que uno de los organizadores de la protesta quería entrevistarse con él. Luego condujo a Oleg hasta un automóvil que esperaba al doblar la esquina y le dijo que se subiera. Cuando Oleg lo hizo, entraron también en el vehículo dos hombres enmascarados, uno de los cuales le exigió que apagara el teléfono móvil mientras el otro le daba un puñetazo en la cara.

Los hombres mantuvieron a Oleg con la cabeza baja para que no se le viera por la ventanilla mientras se dirigían en el vehículo hasta un lugar en el campo. Allí, lo obligaron a desnudarse y amenazaron con dispararle si intentaba escapar. Exigieron que les dijera quién era, lo que hacía en Magas y para quién trabajaba, y luego trataron de obligarlo a que se convirtiera en su informante.

Le dieron varios puñetazos, rompiéndole una costilla, y lo sometieron a dos simulacros de ejecución, en los que lo obligaron a tirarse boca abajo en el suelo y le pusieron un arma en la nuca mientras decían que lo iban a matar. La segunda vez le dijeron que rezara. Además, le tomaron fotos desnudo y amenazaron con publicarlas si contaba lo que había ocurrido.

Cuando vieron que no podían obligarlo a ser su informante, le confiscaron el teléfono móvil y la cámara y luego lo llevaron hasta la vecina república de Osetia del Norte y lo dejaron en libertad cerca del aeropuerto. Antes de dejarlo en libertad, uno de los hombres le dijo: “No vuelvas jamás y no escribas porquería sobre Ingusetia".

“Fue un acto violento, perturbador y terrible. Pero las autoridades tienen que saber que no nos dejaremos acobardar ni intimidar por unos hombres que se esconden tras unas máscaras. Hemos presentado una denuncia formal a las autoridades rusas”, ha afirmado Marie Struthers, directora regional de Amnistía Internacional para Europa Oriental y Asia Central.

“Oleg fue secuestrado delante del personal del hotel y de las cámaras de vigilancia, un día en el que había una fuerte presencia policial en las calles de Magas. Las personas responsables de este cobarde ataque deben ser encontradas y llevadas ante la justicia sin demora".