Lunes, 22 de octubre, 2018

La serie Experiencias de Educación en Derechos Humanos nace inspirada por activistas de todo el planeta que aprenden sus derechos y difunden una cultura global de los derechos humanos; es una ventana a las historias de los defensores y defensoras de los derechos humanos que han participado en las iniciativas de educación en derechos humanos de Amnistía. La serie ilustra el poder transformador de la educación en derechos humanos y las acciones que estos/as activistas siguen llevando a cabo

 


“Muchas de mis amistades se iniciaron en el activismo al ver lo que se puede lograr cuando se contribuye a una causa”

Maria Qossayer es una activista de la educación en derechos humanos en Líbano

 

¿Cómo te han animado a actuar la educación en derechos humanos y los talleres o la formación que has seguido?

El taller de Amnistía que seguí me puso en el buen camino en mi activismo. Me enseñó a ser eficiente presentando un plan de acción estructurado y organizado y ateniéndome a él hasta alcanzar mi meta final.

Mis compañeros y compañeras de equipo y yo trabajamos actualmente para cambiar el discurso de la población estudiantil hacia los trabajadores y trabajadoras migrantes en Líbano. Estamos actuando contra el sistema de kafala que está en vigor, con la esperanza de que sea abolido. El taller me mostró lo fácil que puede ser actuar si se establece el plan adecuado. Nos dio el impulso necesario para trabajar en nuestro propio proyecto.

¿Cuál ha sido el momento de activismo más difícil y qué ayudó a superarlo?

Creo que ser activista en un país que viola derechos humanos a diario es una decisión difícil que cada uno de nosotros ha tomado. Vemos que hay opresión a nuestro alrededor hacia las mujeres, la comunidad LGBTQIA+, los trabajadores y trabajadoras migrantes, las personas refugiadas. Sin embargo, nos resulta muy difícil luchar contra estas causas y concienciar porque se nos ha despojado de la libertad de expresión. Personalmente, los momentos más gratificantes se producen cuando personas que no son activistas te reconocen al encontrarte en una protesta y te dicen: “Hay personas que se preocupan de los derechos humanos, hay esperanza”.

¿Cuál ha sido para ti el momento más gratificante en el tiempo que llevas dedicada al activismo?

A pesar de los muchos reveses que hemos sufrido, y que seguimos sufriendo todos los días, no podemos negar el efecto multiplicador al que ha conducido nuestro trabajo. He asistido todos los años a la Marcha de Mujeres, acto que supone una gran alegría y significado para mí. Uno de mis momentos más gratificantes ha sido ver con el tiempo en estas protestas a mujeres trans enarbolando banderas sin miedo.

Un momento emotivo y memorable que fue cuando desempeñé un papel protagonista en una representación teatral interactiva sobre el acoso sexual. La obra se representó en una comunidad cerrada donde, mediante la interacción con la gente, pudimos transmitir el mensaje de que una mujer nunca es culpable cuando es agredida. Es importante recordar que para cambiar las cosas en mayor escala, hay que comenzar causando impacto en su entorno. Estoy orgullosa de haber podido participar en eso, aunque por ahora se limite a mi propia comunidad.

¿Cuál ha sido un momento de frustración en tu activismo? ¿Cómo lo superaste?

Participé en tres campañas electorales con la sociedad civil, dos para elecciones municipales y una para parlamentarias, y todas las perdimos. Me sentí realmente decepcionada después de cada una, pues como los mismos políticos llevan años en el poder, nuestra situación económica va cuesta abajo y el sistema de justicia es corrupto. No obstante, las mismas personas son reelegidas una y otra vez.

Lo difícil es volver a levantarse después de cada campaña a la que he dedicado duro trabajo, tiempo y dedicación. Sigo confiando en que un día las personas adecuadas dirijan por fin el país. Pero soy consciente de que se trata de un proceso largo y tenemos que trabajar todos para conseguirlo. Ver a activistas que han luchado por las mismas causas año tras año y volver la mirada hacia los logros que han conseguido ha sido una gran inspiración para mí. A veces, estos logros son tan sencillos como dar a conocer los hechos, pero sigo pensando que es una parte muy importante del trabajo que realmente despierta a más personas para las causas.

¿Cuál ha sido la contribución de tu activismo a tu comunidad?

Mi activismo ha afectado a mi entorno de forma considerable. Muchas de mis amistades se iniciaron en el activismo al ver lo que se puede lograr cuando se contribuye a una causa. Me gusta animar a las personas a que sean más proactivas mostrándoles los diferentes tipos de activismo, como la concienciación, el voluntariado, la donación, las protestas... Considero mi deber educar a las personas que me rodean sobre temas señalando las injusticias y la falta de equidad. Estamos cambiando la sociedad de una en una persona.

Si todas las personas en el planeta saben a qué tienen derecho, qué derechos tienen, y comienzan a exigirlos, el mundo será un lugar mejor y dejaremos de hacer frente a la opresión.

¿Hay algo que te gustaría cambiar con tu activismo?

Muchas personas no saben todavía que la mayoría de las leyes de Líbano fueron establecidas y permanecen sin cambios desde el mandato francés. Muchas no saben todavía cómo la ambigüedad en nuestras leyes da lugar a uso indebido y abusos. No se han dado cuenta todavía de que nuestro sistema de kafala es profunda y vergonzosamente racista y hunde sus raíces en la esclavitud. La gente no es consciente de las circunstancias que las personas no libanesas deben soportar en Líbano. Y sobre todo, hay muchas personas que desean cambiar estas lamentables realidades en las que seguimos viviendo, pero no saben cómo. ¡Yo quiero cambiar esto!