Jueves, 09 de enero, 2020

Activistas y manifestantes han denunciado una serie de intentos de asesinato contra manifestantes, especialmente cuando regresaban a su domicilio desde las zonas donde había manifestaciones en la última semana. Según los manifestantes, la aleatoriedad de estos ataques contra activistas y manifestantes ha creado una atmósfera de terror


Las autoridades iraquíes deben cumplir con su responsabilidad y tomar medidas efectivas de inmediato para terminar con la campaña letal y cada vez más intensa de acoso, intimidación, secuestros y homicidios deliberados de activistas y manifestantes en Bagdad y otras ciudades, ha dicho hoy Amnistía Internacional.

La organización ha reunido los testimonios de nueve activistas, manifestantes y familiares de activistas desaparecidos de Bagdad, Kerbala y Diwaniya, que afirman que lo que ocurre es una “campaña de terror” y que “nadie se siente a salvo” tras la muerte o el secuestro y la desaparición forzada de varios manifestantes y activistas en las dos últimas semanas, en la mayoría de los casos cuando se dirigían a casa tras las protestas. Otros consiguieron escapar cuando intentaron dispararles.

“La total pasividad de las autoridades en las últimas semanas ha allanado el camino para entrar a esta nueva etapa terrible en la que se intenta claramente sofocar por todos los medios las protestas en Irak atemorizando a la población. La inacción del gobierno indica, como mínimo, aquiescencia —y en algunos casos complicidad— en las desapariciones forzadas, la tortura y los homicidios ilegítimos de personas que se han echado a la calle para reclamar sus derechos humanos”, ha dicho Lynn Maalouf, directora de investigación de Amnistía Internacional sobre Oriente Medio.

“El hecho de que el gobierno haya dimitido no significa que pueda abdicar de sus responsabilidades: Sigue siendo la principal autoridad responsable de proteger a todas las personas del país, incluidas las que se manifiestan, a las que debe permitirse que se reúnan pacíficamente sin temor a las repercusiones, y mucho menos a ser secuestradas o incluso tiroteadas.”

Homicidios selectivos e intentos de homicidio

Activistas y manifestantes han denunciado una serie de intentos de asesinato contra manifestantes, especialmente cuando regresaban a su domicilio desde las zonas donde había manifestaciones en la última semana. Según los manifestantes, la aleatoriedad de estos ataques contra activistas y manifestantes ha creado una atmósfera de terror. Un manifestante explicó: “Todos tratamos de entender la lógica que hay tras estas actuaciones, pero cuando se ataca tanto a un manifestante de a pie como a un activista destacado, está claro que sólo hay un objetivo: aterrorizar a todo el mundo, ir contra todo el mundo.”

El 8 de diciembre, se denunció que habían abatido a disparos al activista Fahem al-Tai en la ciudad de Kerbala, al sur del país, mientras que a primeras horas del 11 de diciembre el cadáver de otro activista, Ali Najm al-Lami, fue descubierto en Bagdad con heridas de bala en la cabeza. Según activistas y testigos con los que habló Amnistía Internacional, Ali, originario de la gobernación de Wasit, se dirigía a casa de unos familiares tras las protestas de la plaza de Tahrir.

Otra persona dijo a la organización que había presenciado cómo esta semana unos hombres con el rostro cubierto disparaban desde un automóvil contra tres manifestantes que regresaban a su casa en el este de Bagdad desde la plaza de Tahrir. Dos de ellos resultaron heridos.

Otro manifestante bagdadí afirmó: “Nos disparaban, nos apuntaban y ahora nos esperan en los callejones y cerca de nuestras casas [...] Antes de que comenzaran los tiroteos, tuvimos una semana de lo que llamamos ‘las noches de las navajas’. Había hombres y muchachos vestidos normalmente que parecían manifestantes y comenzaban peleas. Vi cómo uno intentaba acosar sexualmente a una manifestante y, cuando otros muchachos que estaban cerca intervinieron para detenerlo, se enzarzó en una pelea con ellos. De repente, otros comenzaron a golpear a los manifestantes y, en el caos, tres manifestantes resultaron apuñalados sin que nadie supiera quién lo había hecho.”

Un manifestante de Diwaniya contó que él y otro escaparon cuando unos hombres armados dispararon seis o siete veces contra su automóvil tras mandarlos parar y pedirles que se bajaran del vehículo. Este hombre afirma que informó a las autoridades locales, señalando que en el lugar del incidente había cámaras de videovigilancia, y que éstas le habían dicho que las cámaras no funcionaban. Más tarde las autoridades confirmaron a los testigos que los pistoleros pertenecían a la policía local.

Secuestros y desapariciones

En un ambiente de desapariciones y secuestros, el activista ambiental de 28 años Salman Khairallah y otro manifestante fueron sometidos a desaparición forzada el 11 de diciembre en el barrio de Bagdad de Al Kadhimiya, adonde habían ido a comprar tiendas de campaña para los manifestantes de la plaza de Tahrir. Según los familiares de Salman, ninguno de los dos hombres contestó después del mediodía a las llamadas a sus teléfonos, que para las 3 de la tarde ya parecían estar desconectados. Desde entonces, no han vuelto a saber nada de ninguno de los dos, a pesar de que han preguntado a las autoridades locales. “Salman había recibido unas amenazas indirectas hace unas dos semanas. Le decían que lo vigilaban [...], pero no hizo caso.”, afirman los familiares, que informaron a Amnistía Internacional de que al parecer ambos están recluidos en la zona de detención del Aeropuerto Al Muthanna de Bagdad para ser interrogados.

Otra manifestante en Kerbala dijo a Amnistía Internacional que el 8 de diciembre unos enmascarados que iban en una moto habían intentado obligarla a entrar en un vehículo negro todoterreno cuando salía de las protestas cerca de la glorieta de Tarbiya de la ciudad. La mujer explicó que esa semana una conductora le había preguntado por sus actividades de obtención de donativos y ayuda médica para las personas que se manifestaban en la ciudad.

“No se pueden imaginar el miedo que todo el mundo tiene ahora. Pero huir no sirve de nada. Está claro que saben dónde viven los activistas. Saben dónde están nuestras familias”, dijo a Amnistía Internacional un manifestante de Bagdad.

“Hay pistoleros por todas partes, pero no los vemos. [En Bagdad] hay calles que los manifestantes evitan a toda costa porque la gente desaparece en sus callejones. Algunos manifestantes llevan semanas sin salir de la plaza de Tahrir porque no quieren arriesgarse a volver a casa”, añadió otro manifestante de Bagdad. 

Varios manifestantes que habían sido sometidos a desaparición forzada el 6 de diciembre en la zona de Sinek de Bagdad tras llegar a la ciudad desde Kerbala quedaron en libertad el 11 de diciembre. En las imágenes de los manifestantes liberados a su llegada a Kerbala se los ve llenos de hematomas e incapaces de andar sin ayuda. Un testigo describió a uno de ellos así: “Tenía la cara azul. Estaba claro que le habían pegado.”

Los manifestantes lamentaron el silencio de las autoridades sobre los secuestros y atentados contra las vidas de quienes protestan, y uno de ellos añadió: “Es inconcebible que todas las imágenes grabadas por las cámaras de videovigilancia no hayan servido para detener a nadie. El gobierno dimitió y parece haber olvidado que aún tiene la obligación de proteger a la gente.”

“La comunidad internacional debe pronunciarse urgentemente y abordar la alarmante situación reinante en Irak, que da un nuevo giro peligroso, con riesgo de agravarse aún más. El pueblo iraquí ha sufrido mucho y durante mucho tiempo sucesivos ciclos de violencia. Esto debe acabar”, ha dicho Lynn Maalouf.

Amnistía Internacional ha pedido sistemáticamente a las autoridades iraquíes que acaben con la implacable campaña de intimidación contra manifestantes en todo el país desde que estallaron las protestas de octubre. La organización ha documentado el empleo contra manifestantes pacíficos de medios letales por parte de las fuerzas de seguridad, incluida munición real, y su uso de botes de gas lacrimógeno de uso militar que causan terribles heridas mortales, así como secuestros y desapariciones forzadas desde el estallido de las protestas el 1 de octubre.