Lunes, 13 de enero, 2020

“Los sucesivos vetos de Rusia y China han bloqueado en la práctica todo intento de avanzar en la consecución de rendición de cuentas y justicia”, ha manifestado Diana Semaan, investigadora de Siria por Amnistía Internacional


Las ya catastróficas condiciones humanitarias de millones de civiles de Idlib van a empeorar aún más al haber bloqueado Rusia y China la renovación del mecanismo establecido por la Resolución 2165 de 2014 del Consejo de seguridad de la ONU, que permitía a ésta —y a sus asociados en la ejecución— llevar ayuda humanitaria desde los países vecinos a las zonas de Siria bajo control de la oposición.

Una vez más, el Consejo de seguridad de la ONU deja totalmente abandonada a la población siria. A lo largo del tiempo, los sucesivos vetos de Rusia y China han bloqueado en la práctica todo intento de avanzar en la consecución de rendición de cuentas y justicia por los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos en Siria. Pero en esta ocasión las consecuencias se harán sentir de manera inmediata y directa en la vida de millones de civiles que luchan ya por la supervivencia, en particular en Idlib, donde la población civil soporta la acometida militar más intensa efectuada hasta ahora por el gobierno sirio.

Con la desaparición del mecanismo, la ONU no estará ya autorizada a dirigirse a Idlib desde Turquía para prestar asistencia humanitaria vital a 2,7 millones de personas, entre ellas muchas desplazadas internamente que han huido de las hostilidades en Alepo, Homs, Daraa y otras partes del país desde el comienzo de la crisis en 2011.

Gracias a la aprobación de la Resolución 2165 en 2014 y a sus renovaciones posteriores, las agencias de la ONU y sus asociados en la ejecución han podido enviar 30.338 camiones de asistencia humanitaria desde Jordania, Irak y Turquía para ayudar a los millones de personas que viven en zonas de Siria controladas por la oposición.

“Una vez más, el Consejo de seguridad de la ONU deja totalmente abandonada a la población siria. Los sucesivos vetos de Rusia y China han bloqueado en la práctica todo intento de avanzar en la consecución de rendición de cuentas y justicia”.

Respaldada por China, Rusia bloqueó la renovación de la Resolución el 20 de diciembre, coincidiendo con uno de los meses más violentos para la población de Idlib, en el que la intensificación de los ataques del gobierno sirio obligó a alrededor de 300.000 personas a huir de sus hogares en búsqueda de seguridad.

La ofensiva militar sobre Idlib iniciada al final de abril de 2019, sumada a la suspensión de la ayuda prestada por muchas organizaciones locales e internacionales debido a los constantes ataques, ha hecho aumentar exponencialmente la necesidad de ayuda humanitaria y acceso a servicios esenciales como atención de salud.

Entre mayo y noviembre de 2019, la ONU registró el desplazamiento de al menos 630.000 personas, que se vieron obligadas a huir debido a los ataques de las fuerzas gubernamentales sirias y rusas para vivir en campos formales e informales de acogida, donde el acceso a refugio, comida, ropa de abrigo, mantas y calefacción es sumamente limitado.

Los centros médicos de Idlib, por ejemplo, dependen del envío transfronterizo de material médico y quirúrgico y del apoyo de la ONU en la implementación de los programas de salud. En noviembre de 2019 se beneficiaron de los servicios de salud en el norte de Siria 1,3 millones de personas.

Siria y Rusia han restringido ya el acceso a servicios de salud destruyendo y dañando centros médicos. Amnistía Internacional ha documentado ataques indiscriminados y ataques directos contra viviendas civiles, escuelas, panaderías, operaciones de socorro, hospitales y centros médicos, incluidos bombardeos aéreos y de artillería, que han matado y herido a centenares de civiles, incluido personal médico y de socorro. Es esencial que los centros médicos tengan acceso al material médico necesario y estén protegidos de los ataques.

Son las políticas y prácticas del gobierno sirio las que han hecho necesaria esta ayuda transfronteriza. En 2014 la ONU vio claramente que la población civil de las zonas controladas por la oposición no podía acceder a la ayuda desde las zonas controladas por el gobierno. El gobierno sirio ha impedido reiteradamente a las agencias de la ONU y sus asociados en la ejecución enviar ayuda a la población de las zonas controladas por la oposición. La detención de convoyes de ayuda humanitaria en puestos de control, la confiscación de material y equipo médico por la fuerzas de seguridad y los retrasos de meses en conceder las aprobaciones previas son sólo algunos de los obstáculos que las agencias de ayuda humanitaria han encontrado en Siria. En zonas que habían estado sitiadas por el gobierno se ha utilizado la ayuda humanitaria como moneda de cambio con los grupos armados de oposición para lograr fines estratégicos. En muchos casos, durante la crisis se ha bloqueado la ayuda humanitaria para castigar con ello a la población civil por las acciones de los grupos armados de oposición. Estas tácticas consistentes en obligar a rendirse o morir de hambre, que Amnistía Internacional ha documentado, constituyen una violación flagrante del derecho internacional de los derechos humanos y humanitario.

Si a día de hoy la ONU y sus asociados en la ejecución no tienen acceso irrestricto a la población que la necesita en las zonas controladas por el gobierno, ¿cómo espera Rusia que se permita la llegada de ayuda a Idlib u otras zonas bajo el control de la oposición?.

Desde julio de 2019, la ONU ha advertido reiteradamente de la provocación del “peor desastre humanitario” en Idlib si la violencia no cesa. El desastre humanitario se está produciendo ya. Dos medidas que lo mitigarían y protegerían a la población civil consisten en poner fin a los ataques ilegítimos y garantizar el acceso irrestricto a la ayuda humanitaria. El Consejo de seguridad de la ONU debe establecer un mecanismo o renovar el existente si es que está dispuesto a cumplir con su mandato y garantizar el acceso irrestricto a la ayuda humanitaria a los millones de personas que, ahora más que nunca, la necesitan.