Martes, 05 de mayo, 2020

Las personas merecen saber cómo y por qué se señalan sus cuentas por presuntas violaciones de las Normas Comunitarias de Facebook y deben tener la posibilidad de entablar un proceso de apelación oportuno y efectivo ante Facebook. Esto es particularmente importante para quienes ejercen el periodismo de forma independiente, cuyos principales medios de comunicación a la opinión pública son las plataformas de redes sociales como Facebook


A Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Facebook, le gusta cantar las virtudes de su plataforma como paladín de la libertad de expresión, pero estas afirmaciones carecen de sentido para muchos periodistas en Somalia.

Las personas que ejercen el periodismo en Somalia tienen ya una de las profesiones más duras del mundo. Con frecuencia arriesgan la vida para cubrir el conflicto que vive el país, en el que las fuerzas gubernamentales se enfrentan al grupo armado Al Shabaab. Para empeorar las cosas, a menudo se enfrentan a represalias de ambas partes. Los y las periodistas que informan con espíritu crítico sobre el gobierno corren el riesgo de ser incluidos en las “listas negras” gubernamentales, de sufrir hostigamiento y censura, pero también pueden morir a manos de Al Shabaab si informan en tono negativo de las actividades del grupo armado.

En este contexto, las redes sociales como Facebook son un instrumento fundamental para que las comunidades reciban información independiente directamente de periodistas somalíes. Pero para muchos destacados periodistas somalíes, su labor se volvió aún más difícil cuando Facebook los silenció sin previo aviso.

Ali Adan Mumin, periodista independiente, recibió un correo electrónico de Facebook, el 16 de junio de 2019, en el que se le informaba de que, sin previo aviso, dejaba de estar habilitado para usar la plataforma y que esa decisión era definitiva. Tras presionar a Facebook para que le brindase una explicación, le dijeron que el cierre de su cuenta se debía a presuntas infracciones de las Normas Comunitarias de Facebook.

Sorprendentemente, otros nueve destacados periodistas somalíes recibieron ese día exactamente el mismo mensaje de Facebook: el gigante tecnológico había decidido excluir a estos periodistas del debate público en Somalia. Y eso fue todo. No se aducían otros motivos, ni se preveía cauce alguno para recurrir contra esa medida.

“Tenía unos 60.000 seguidores y perdí mi cuenta así sin más. Creo que alguien del gobierno me denunció a Facebook. Ya no tengo acceso a mi cuenta, he de empezar de cero, no es justo”, dice Ali Mumin.

El informe de Amnistía Internacional, “We Live In Perpetual Fear”: Violations and Abuses of Freedom of Expression in Somalia, publicado en febrero de 2020, ilustra cómo las personas que ejercen el periodismo en Somalia hacen frente a amenazas de Al Shabaab y del gobierno, y con frecuencia arriesgan la vida en el ejercicio de su profesión.

En 2019, por quinto año consecutivo, Somalia encabezó el Índice Global de Impunidad del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) de países donde no se enjuicia a quienes matan a periodistas, lo que convierte a este país en uno de los lugares más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo.

Al Shabaab ha reivindicado la autoría de la mayoría de los asesinatos de periodistas en el país. Las campañas de relaciones públicas de Al Shabaab utilizan los medios de comunicación tradicionales y de las redes sociales para comunicar lo que consideran éxitos militares, y ofrecen una imagen negativa de sus oponentes. Las personas que ejercen el periodismo en zonas donde hay una presencia significativa de Al Shabaab arriesgan la vida cuando informan de asuntos delicados que se considera que ponen en evidencia o señalan negativamente de cualquier modo al grupo armado. Pero el comportamiento del gobierno federal de Somalia tampoco facilita la labor de quienes trabajan en medios de comunicación cuando lleva a cabo campañas de relaciones públicas similares para exhibir su poderío sobre Al Shabaab, lo que deja a quienes ejercen el periodismo entre la espada y la pared.

El presidente de Somalia, Mohamed Abdullahi Mohamed —conocido popularmente como Farmajo— y su administración censuran los medios de comunicación tradicionales y usan las redes sociales para manejar los debates públicos y promover las políticas gubernamentales.

Un número considerable de somalíes dentro y fuera del país usan Facebook, Snapchat y Twitter para hablar de política, asuntos nacionales, religión e identidad. Las redes sociales se han convertido en una herramienta política en Somalia y, para bien o para mal, Facebook es el canal a través del cual la mayoría de la población urbana somalí se mantiene al corriente de la actualidad.

Es evidente que la administración del presidente Farmajo ha aprovechado esta realidad para transmitir mensajes políticos positivos a la población somalí de una manera que las administraciones anteriores ni podían soñar.

Esto explica la extrema preocupación que suscita el hecho de que periodistas como Ali Mumin descubran un día que sus cuentas de Facebook han sido cerradas sin que exista modo alguno de recurrir contra este tipo de decisiones.

La cuenta de otro periodista independiente, Abdirazak Ali Hiiran, fue desactivada el 24 de marzo de 2019. Actualmente se halla inmerso en el proceso de verificar su identidad como titular efectivo de la cuenta y no puede dejar de pensar que el gobierno somalí está detrás de sus tribulaciones.

Las personas merecen saber cómo y por qué se señalan sus cuentas por presuntas violaciones de las Normas Comunitarias de Facebook y deben tener la posibilidad de entablar un proceso de apelación oportuno y efectivo ante Facebook. Esto es particularmente importante para quienes ejercen el periodismo de forma independiente, cuyos principales medios de comunicación a la opinión pública son las plataformas de redes sociales como Facebook. Esta tendencia es más alarmante si cabe ahora que Somalia se dispone a celebrar las primeras elecciones de su historia con arreglo al principio de “una persona, un voto” a principios de 2021.

Facebook contribuye a garantizar que la población de Somalia pueda ejercer plenamente su derecho a la información y a la libertad de expresión, incluida la libertad de los medios de comunicación en todo momento. Las aspiraciones de Zuckerberg en materia de libertad de expresión serán papel mojado mientras Facebook siga violando el derecho de las personas a la misma libertad de expresión.

Un sencillo primer paso sería ejercer la diligencia debida cuando se señalan cuentas para su cierre y garantizar que no se silencian las voces de las personas por decir verdades incómodas para el poder, más aún para periodistas que desempeñan una función esencial en el fomento de la libertad de expresión.

Las personas corrientes de Somalia tienen que habérselas ya con enormes obstáculos para acceder a información esencial en condiciones de seguridad o para expresarse libremente. Facebook no debe convertirse en un obstáculo más, máxime con las elecciones en el horizonte. Hay demasiado en juego.