Jueves, 11 de junio, 2020

A pesar del mal uso generalizado, no se ha acordado una normativa internacional sobre el comercio del gas lacrimógeno y otros dispositivos antidisturbios. Muy pocos Estados ofrecen información pública sobre el volumen y el destino de las exportaciones de gas lacrimógeno, lo que dificulta una vigilancia independiente


Amnistía Internacional lanza un sitio web interactivo para documentar el uso indebido del gas lacrimógeno por las fuerzas de seguridad.
Nuevo análisis sobre casi 80 casos en 22 países y territorios.
Amnistía lanza este sitio web ahora que el gas lacrimógeno vuelve a utilizarse en cantidades masivas en Hong Kong, París y ciudades de todo Estados Unidos.
 
La comercialización mundial del gas lacrimógeno, oscura y mal regulada, está fomentando la comisión de violaciones de derechos humanos por la policía contra manifestantes pacíficos en escala global; así lo ha afirmado hoy Amnistía Internacional con motivo del lanzamiento de un nuevo recurso que analiza el uso indebido de este dispositivo antidisturbios en todo el mundo.

Tear Gas: An investigation es el sitio multimedia interactivo de la organización donde se examina en qué consiste el gas lacrimógeno y cómo se utiliza, y se documentan decenas de casos de uso indebido por las fuerzas de seguridad en todo el mundo, a menudo con el resultado de lesiones graves o muerte.

El sitio es especialmente pertinente en estos días, cuando se cumple un año desde que la policía de Hong Kong empezó a usar gases lacrimógenos en manifestaciones pacíficas —uso que ha reanudado recientemente— y cuando la policía está bombardeando a manifestantes con gas lacrimógeno en decenas de ciudades de Estados Unidos.

“Las fuerzas de seguridad suelen hacernos creer que el gas lacrimógeno es un medio ‘seguro’ para dispersar multitudes violentas, que evita tener que recurrir a armas más nocivas. Pero nuestro análisis demuestra que las fuerzas policiales están haciendo un uso indebido de él, y en escala generalizada”, ha dicho Sam Dubberley, director del proyecto Evidence Lab del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional.

“Hemos documentado el uso de gas lacrimógeno por fuerzas policiales en formas para las que no ha sido concebido, a menudo en cantidades excesivas contra manifestantes mayoritariamente pacíficos, o disparando proyectiles directamente contra personas, causando lesiones y muertes.”

Investigación de fuentes de acceso público

A lo largo del año pasado, el proyecto Evidence Lab del Programa de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional investigó casos de uso indebido del gas lacrimógeno en todo el mundo, principalmente a través de vídeos subidos a plataformas de redes sociales como Facebook, YouTube y Twitter.

Usando métodos de investigación de fuentes de acceso público, la organización verificó cerca de 500 vídeos y destacó casi 80 casos de uso indebido del gas lacrimógeno en 22 países y territorios, confirmando lugar, fecha y validez. El análisis fue realizado por el Cuerpo de Verificación Digital de Amnistía Internacional, red de estudiantes de seis universidades en cuatro continentes con formación en el rastreo y la verificación de contenido de las redes sociales.

Además de las entrevistas a manifestantes, este análisis pone al descubierto una alarmante tendencia mundial al uso generalizado e ilegítimo del gas lacrimógeno.

El sitio incluye un vídeo realizado en colaboración con SITU Research en el que se analizan las características funcionales del gas lacrimógeno, se explica el funcionamiento interno de las municiones y se muestra cómo su uso indebido puede mutilar y matar.

Tipos de uso indebido

Se ha disparado gas lacrimógeno por la ventanilla de un vehículo con pasajeros, en el interior de un autobús escolar, en un cortejo fúnebre, dentro de hospitales, en edificios residenciales, en el metro, en centros comerciales y, extrañamente, en calles prácticamente vacías. 

Además, las fuerzas de seguridad han disparado cartuchos de gas directamente contra personas, causándoles la muerte, y también desde camiones, todoterrenos y drones pasando a gran velocidad. Entre las víctimas ha habido manifestantes por el clima, estudiantes de secundaria, personal médico, periodistas, migrantes y personas que defienden los derechos humanos, como las que integran el movimiento Devuelvan a Nuestras Niñas en Nigeria.

En un vídeo, del 1 de junio de 2020, se ve a la policía de la ciudad de Filadelfia, en Estados Unidos, disparar repetidas ráfagas de gas lacrimógeno contra decenas de manifestantes atrapados en el empinado terraplén de una autopista sin vías de salida.

Personal médico de Omdurman, a las afueras de la capital de Sudán, Jartum, contó a Amnistía Internacional que, el año pasado, soldados y fuerzas de seguridad habían asaltado la sala de urgencias de un hospital y la habían llenado de gas tóxico, agravando el estado de 10 pacientes. Un miembro del personal médico contó: “Los soldados dispararon gas lacrimógeno y munición real dentro del hospital. Después vinieron varios a la sala de urgencias y dispararon cuatro cartuchos de gas; gracia a Dios sólo explotó uno.” Se lanzó un cartucho de gas lacrimógeno bajo la cama de un hombre de 70 años que había sufrido un paro cardiaco. Murió a los 10 minutos.

En un vídeo grabado en Venezuela se ve cómo un cartucho de gas lacrimógeno abre un boquete en un escudo de madera de fabricación casera que usaba un manifestante para defenderse del uso policial de esta arma en Caracas. Falla por poco: de haberse desviado unos centímetros, podía haberle causado lesiones potencialmente mortales.

Amnistía Internacional ha documentado múltiples formas de uso indebido del gas lacrimógeno por la policía:

  • dispararlo en espacios cerrados,
  • dispararlo directamente contra personas,
  • usarlo en cantidades excesivas,
  • dispararlo contra manifestaciones pacíficas,
  • dispararlo contra grupos que tienen menos posibilidades de huir o son más sensibles a sus efectos, como menores de edad, personas mayores y personas con discapacidad.

En el sitio web se incluyen vídeos de entrevistas con una diversidad de analistas externos —desde un médico de urgencias hasta especialistas en actuación policial y en empresas y derechos humanos— sobre por qué el gas lacrimógeno es tan nocivo si se usa incorrectamente.

Amnistía Internacional se suma al relator especial de la ONU sobre la tortura al equiparar el uso del gas lacrimógeno en determinadas situaciones con la tortura y otros malos tratos.

Un comercio mal regulado

A pesar del mal uso generalizado, no se ha acordado una normativa internacional sobre el comercio del gas lacrimógeno y otros dispositivos antidisturbios. Muy pocos Estados ofrecen información pública sobre el volumen y el destino de las exportaciones de gas lacrimógeno, lo que dificulta una vigilancia independiente.

Amnistía Internacional y la Fundación de Investigación Omega llevan más de dos decenios haciendo campaña en favor de mayores controles sobre la producción, el uso y el comercio del gas lacrimógeno y otras armas menos letales. Como resultado, la ONU y organismos regionales como la Unión Europea y el Consejo de Europa han reconocido la necesidad de regular la exportación de las armas menos letales.

Gracias a la labor de incidencia diplomática de alto nivel llevada a cabo por los más de 60 Estados que integran la Alianza por un Comercio sin Tortura, apoyada por Amnistía Internacional y la Fundación Omega, la ONU está estudiando la posible elaboración de controles sobre el comercio internacional de armas menos letales y otros artículos, y así evitar su uso para cometer tortura y otros malos tratos o aplicar la pena de muerte. Amnistía Internacional y la Fundación Omega están presionando para que esas medidas incluyan el gas lacrimógeno y otros dispositivos antidisturbios.

“Parte del problema con el gas lacrimógeno es simplemente que algunas fuerzas policiales malinterpretan cómo y cuándo pueden usarlo de forma legítima, mientras que otros prefieren hacer caso omiso de esas instrucciones y algunos lo utilizan como arma”, ha dicho Patrick Wilcken, investigador de Amnistía Internacional sobre Control de Armas, Seguridad y Derechos Humanos.
Pero parte de la solución también debe ser un mayor escrutinio del comercio global escasamente regulado del gas lacrimógeno y otros dispositivos antidisturbios. El gas lacrimógeno debe ser incluido en los controles internacionales sobre armas menos letales y dispositivos de inmovilización que se están debatiendo actualmente en la ONU.”
 
Países y territorios incluidos:

Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Francia, Estados Unidos (incluida la frontera EE.UU./México), Guinea, Haití, Honduras, Hong Kong, India (Cachemira administrada por India), Irak, Irán, Israel-Territorios Palestinos Ocupados, Kenia, Líbano, Nigeria, República Democrática del Congo, Sudán, Turquía, Venezuela y Zimbabue.

Fabricantes de gas lacrimógeno y lanzadores conexos incluidos:

Cavim, Condor Non-Lethal Technologies, DJI*, Falken, PepperBall, The Safariland Group y Tippmann Sports LLC. Amnistía Internacional contactó con las siete empresas para obtener sus comentarios y sólo dos respondieron.

*Produce drones comerciales que se han utilizado para lanzar gas lacrimógeno en Gaza.