Martes, 01 de septiembre, 2020

La población bielorrusa ha demostrado una contención excepcional y ha organizado concentraciones singularmente pacíficas; tanto es así, que las decenas de miles de manifestantes que marcharon por la capital, Minsk, y otras ciudades despejaron las calles de basura y se quitaron el calzado para subirse a los bancos


Amnistía insta a las autoridades bielorrusas a acabar de inmediato con la violencia policial y a investigar las graves violaciones de derechos humanos cometidas en las últimas tres semanas, mientras crecen las protestas pacíficas contra la brutalidad policial y el régimen del presidente Alexander Lukashenko.

“Hasta ahora, las autoridades bielorrusas se han negado a entablar un diálogo con los manifestantes, y, al parecer, tampoco han adoptado medidas para investigar las violaciones de derechos humanos generalizadas cometidas por la policía en los primeros días de protesta tras las elecciones”, ha afirmado Marie Struthers, directora de Amnistía Internacional para Europa Oriental y Asia Central.

“Según la información de que disponemos, no se ha abierto una sola causa penal contra los agentes de policía que torturaron brutalmente a cientos de manifestantes pacíficos. En cambio sí se han abierto decenas de causas penales contra quienes protestaban, a menudo sin que existan pruebas verosímiles de actos ilícitos. La población bielorrusa está reclamando pacíficamente rendición de cuentas para evitar esta peligrosa cultura de impunidad.”

“A diferencia de sus gobernantes, la población bielorrusa ha demostrado una contención excepcional y ha organizado concentraciones singularmente pacíficas; tanto es así, que las decenas de miles de manifestantes que marcharon por la capital, Minsk, y otras ciudades despejaron las calles de basura y se quitaron el calzado para subirse a los bancos.”

Información complementaria

El 30 de agosto, la población bielorrusa que se opone al régimen de 26 años del presidente Alexander Lukashenko celebró una de las mayores concentraciones de protesta de la historia actual del país, en Minsk y otras ciudades, con al menos 100.000 participantes que exigieron la dimisión del presidente y la investigación de las violaciones de derechos humanos cometidas.

Con antelación al 30 de agosto, al menos 50 periodistas fueron detenidos y varios vieron revocada su acreditación o fueron expulsados de Bielorrusia. El mismo 30 de agosto se detuvo a al menos 140 manifestantes pacíficos. Varios miembros destacados del opositor Consejo de Coordinación han sido detenidos por dudosos cargos penales.

Los tres primeros días de las protestas postelectorales, del 9 al 12 de agosto, las autoridades respondieron con hostigamiento, intimidación y detenciones generalizadas, además de usar balas de goma, granadas paralizantes, gas lacrimógeno y cañones de agua contra quienes se manifestaban. Se detuvo a más de 6.700 personas, y cientos han dado testimonio de tortura y otros malos tratos generalizados a las personas detenidas en comisarías de policía y centros de detención.