Miércoles, 23 de marzo, 2022

Tras el homicidio de su esposo, Esther Kiobel huyó de Nigeria y se estableció en Estados Unidos. Presentó una demanda contra Shell en Nueva York en 2002, pero en 2013 la Corte Suprema estadounidense resolvió que Estados Unidos carecía de jurisdicción para conocer el caso


La defensora de los derechos humanos Esther Kiobel ha perdido hoy su demanda civil contra el gigante petrolero Shell, al que acusa de complicidad en la ejecución en 1995 de su esposo por el gobierno militar nigeriano, pero ha prometido continuar con su campaña por la justicia. Esther ha dedicado 27 años a reclamar que se haga justicia para su esposo, el doctor Barinem Kiobel, que fue ahorcado junto con otros 8 hombres en relación con las protestas generalizadas contra la contaminación por petróleo en el delta del Níger.

En una vista testifical celebrada en 2019, tres hombres declararon ante el tribunal neerlandés que Shell y el gobierno nigeriano les habían dado dinero y les habían ofrecido sobornos para incriminar al esposo de Esther y a otros ocho hombres, conocidos como “los nueve ogonis”. Pero hoy el tribunal ha resuelto que no había pruebas suficientes para demostrar la implicación de Shell.

Esther Kiobel demandó a Shell junto con otras tres mujeres: Victoria Bera, Blessing Eawo y Charity Levula, cuyos esposos fueron también ejecutados en 1995. La investigación de Amnistía Internacional sobre la histórica injusticia ha revelado que las peticiones de “asistencia” de Shell para gestionar las protestas medioambientales desembocaron en una represión brutal del gobierno que culminó con la detención y ejecución extralegal de los esposos de estas mujeres y del conocido activista Ken Saro-Wiwa y otros cuatro hombres.

“Este resultado es decepcionante, pero estas mujeres extraordinariamente valientes no se rinden. Se han oído sus voces. Deberían ser elogiadas por el inestimable trabajo que han hecho para poner de manifiesto la cultura global de la impunidad para las multinacionales acusadas de abusos contra los derechos humanos”, manifestó Mark Dummett, director de Empresas y Derechos Humanos en Amnistía Internacional.

“A Esther Kiobel le ha costado años de disputas judiciales hacer que Shell se siente frente a ella en un tribunal. Shell hizo uso de todo tipo de argucias, desde cuestionar la jurisdicción hasta negarse a entregar documentos cruciales. El hecho de que haya costado más de veinte años que un tribunal oiga los argumentos de Esther es un duro testimonio de cómo las grandes empresas pueden eludir la rendición de cuentas por crímenes terribles y abusos contra los derechos humanos. A pesar de la sentencia de hoy, la batalla por la justicia de Esther no ha sido en vano: su persistencia representa un poderoso argumento a favor del cambio. Los gobiernos deben tomar más medidas para que las empresas respondan de abusos contra los derechos humanos y hacer posible que se haga justicia a las víctimas”.

Tras el homicidio de su esposo, Esther Kiobel huyó de Nigeria y se estableció en Estados Unidos. Presentó una demanda contra Shell en Nueva York en 2002, pero en 2013 la Corte Suprema estadounidense resolvió que Estados Unidos carecía de jurisdicción para conocer el caso. En 2017, Amnistía Internacional apoyó a Esther Kiobel, Victoria Bera, Blessing Eawo y Charity Levula en la presentación de una nueva demanda contra Shell en Países Bajos. Las cuatro demandantes acusaron a Shell de desempeñar un papel decisivo en la detención ilegal y la violación de la integridad personal y de los derechos a un juicio justo y a la vida de sus esposos, así como en la violación del derecho de ellas mismas a la vida familiar. La demanda se aplazó cuando Shell se negó a entregar unos documentos cruciales relacionados con el caso y hasta 2019 el Tribunal de Distrito de La Haya no oyó por primera vez los argumentos de las mujeres.

Amnistía Internacional ha detallado minuciosamente el papel de Shell en la represión en Ogoniland. En un informe de 2017, concluyó que Shell había animado reiteradamente a los militares nigerianos a que se ocuparan de las protestas, incluso sabiendo que esto iba a desembocar en atrocidades como homicidios, violaciones, torturas y pueblos incendiados. En medio de estos horrores, Shell hasta brindó a las fuerzas armadas apoyo material y por lo menos una vez pagó a un gobernador militar conocido por haber perpetrado violaciones de derechos humanos.

Amnistía Internacional también ha dado a conocer pruebas de negligencia grave por parte de Shell, cuyo enfoque irresponsable a los vertidos de petróleo en el delta del Níger han agravado la crisis medioambiental y ha causado una contaminación devastadora para las comunidades ogonis.

“Una de las numerosas tragedias de este caso es que los vertidos de los yacimientos petrolíferos de Shell siguen causando estragos en el delta del Níger. La empresa dice ahora que va a marcharse de la región y está buscando comprador. Antes de hacerlo, tiene que prestar atención a las demandas de la comunidades de la zona y limpiar su sucio legado”, concluyó Mark Dummett.

“Shell ha invertido millones de dólares en los múltiples litigios en los que ha sido demandada, pero el dinero no bastará para limpiar su nombre”.