Miércoles, 18 de julio, 2018
María Gabriela Mata Carnevali

Nelson Mandela, "Madiba" para su pueblo, fue uno de los estadistas más respetados del mundo y una fuerza moral en las relaciones internacionales. Dirigió su amado país, Sudáfrica, a través de lo que uno de sus biógrafos llamó una "revolución negociada" para reemplazar el brutal régimen del Apartheid por una democracia multirracial


La naturaleza del mito, y más concretamente del mito político, es objeto de un debate académico interminable. Según Leonard Thomson[1], un mito político no es más que "la historia que contamos del pasado con el objeto de legitimar o desacreditar a un régimen", y menciona la concordancia parcial con la historia real y el despliegue de objetivos políticos como sus características esenciales. Preocupado menos con el contenido real de los mitos, el aspecto textual, que por el contexto en el que se desarrollan, Bank[2] propone enfocarse sobre todo en la relación entre los mitos y los contextos ideológicos y políticos cambiantes que le sirven de marco con el objeto de descubrir cómo se construye significado alrededor de los mitos y para qué.

Nelson Mandela, "Madiba" para su pueblo, fue uno de los estadistas más respetados del mundo y una fuerza moral en las relaciones internacionales. Dirigió su amado país, Sudáfrica, a través de lo que uno de sus biógrafos llamó una "revolución negociada" para reemplazar el brutal régimen del Apartheid por una democracia multirracial, transfiriendo el poder de la minoría blanca a la mayoría negra sin el baño de sangre que muchos supusieron era inevitable. Hizo historia, y en el proceso, se convirtió en un ícono, una "leyenda", "un auténtico héroe"[3] "el mito detrás de la creación de la nueva Sudáfrica"[4] y el sueño personificado de un mundo mejor.”

Nació hace 100 años, en el clan Madiba de los Thembu, descendientes de los Nguni, en un pequeño pueblo en el Cabo Oriental del Sur de habla xhosa. Su padre, un consejero de la familia real, murió cuando él tenía tan solo nueve años,  por lo que fue puesto al cuidado del regente interino, el jefe Jongintaba Dalindyebo. Después de finalizar la secundaria, se trasladó a Johannesburgo para estudiar derecho en la Universidad de Witwatersrand, donde se graduó, en 1942. Casi de inmediato se unió al partido del Congreso Nacional Africano, primero como activista, y luego como fundador y presidente de su Liga Juvenil.

Después de la victoria en las elecciones de 1948 del Partido Nacional dominado por los Afrikaner, pieza clave detrás de la política de segregación racial,  Madiba se fue involucrando cada vez más en política. Organizó distintas campañas conducentes a la creación de la Carta de la Libertad, base del programa de la causa contra el Apartheid, y en 1961 se convirtió en el líder del brazo armado del ANC, Umkhonto we Sizwe (Espada de la Nación). Desde esta posición coordinó numerosas campañas contra objetivos militares y gubernamentales, e hizo planes para una posible “guerra de guerrillas”,  lo cual lo llevó a prisión acusado de sabotaje el 5 de agosto de 1962, siendo posteriormente condenado a cadena perpetua. Su encarcelamiento, sin embargo, no acalló su mensaje, al contrario, hizo de él un símbolo de la lucha contra el Apartheid dentro y fuera del país, una figura legendaria que representaba la falta de libertad de todos los hombres negros sudafricanos.

La mayoría de los más de 27 años que estuvo en la cárcel los pasó en la prisión isla de Robben Island de donde salió para convertirse en el primer presidente negro del país y alma de la reconciliación nacional.  Por su valioso aporte a la construcción de la nueva Sudáfrica le fue otorgado el Premio Nóbel de la Paz junto con el ex presidente De Klerck en 1993, quien tuvo el mérito de entender el momento histórico que vivía.

Desde que dejó la presidencia en 1999, Nelson Mandela se convirtió en el embajador de más alto perfil de Sudáfrica, prestó su imagen para la campaña contra el VIH/SIDA y contribuyó a hacer realidad la idea de acoger la Copa Mundial de fútbol en 2010. El mito que había comenzado a tomar forma a pesar de él, poco a poco se hizo más grande que el hombre.

Hoy, la figura de Mandela, según su biógrafo Anthony Sampson[5], es la fuerza inmortal que alimenta sueños como "La nación arco iris" atribuido a Desmond Tutu y el  “Renacimiento africano”[6] popularizado por Thabo Mbeki, lo que lo convierte en un hombre sin tiempo o más allá del tiempo. Nadine Gordimer observó una vez en relación al cautiverio de Mandela que su pueblo nunca lo había venerado como una figura del pasado, sino como la personificación del futuro y Rob Nixon[7] escribió textualmente: “Entre 1964 y 1990 estuvo ausente de la actualidad política, sin embargo, seguía siendo un habitante por excelencia del pasado y del futuro  sudafricano”.

Así pues, Madiba vivió en la cúspide del tiempo, encarnando la esperanza de un pueblo, monumentalizado, desde entonces, en una escala normalmente reservada para los santos.

Santo o no, lo cierto es que ya desde hace años tiene su día en el “santoral” internacional. En Noviembre de 2009, el 18 de julio fue declarado el día de Nelson Mandela por la Asamblea General de las Naciones Unidas, por sus contribuciones a la construcción de una cultura de paz y libertad. Según Banki Moon, ex Secretario General, Mandela “personifica los valores fundamentales de las Naciones Unidas, es un ciudadano global ejemplar".  El Día de Mandela se supone que es un llamado mundial a la acción en defensa de los DDHH, que tiene como fundamento la idea de que cada individuo tiene el poder de transformar el mundo, la posibilidad de dejar su huella, al igual que  él lo hizo[8].

Ciertamente, el trabajo no está terminado y nunca lo estará. Como dijera el mismo Mandela en las últimas líneas de  su autobiografía "Después de escalar una gran colina, sólo se encuentra que hay muchas otras por delante (…) Uno puede descansar sólo por un momento, ya que con la libertad vienen las responsabilidades (...) Aún queda mucho camino por recorrer"[9]. El reto es ahora para las nuevas generaciones.”

Su legado en frases:


Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión. La gente tiene que aprender a odiar, y si ellos pueden aprender a odiar, también se les puede enseñar a amar.

Todo parece imposible hasta que se hace.

El valor no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El hombre valiente no es el que no tiene miedo, sino el que conquista ese miedo.

Si quieres hacer las paces con tu enemigo, tienes que trabajar con tu enemigo, entonces se vuelve tu compañero.

Después de escalar una gran colina, uno se encuentra sólo con que hay muchas más colinas que escalar.

 

Notas:

[1]  Leonard Thomson: The Political Mythology of Apartheid, 1986.                                                                 

[2]  Andrew Bank:  The politics of Mythology: The genealogy of the Philip Myth. Journal of Southern African Studies. Vol 25 Nº3, 1999.  p. 462.

[3] Legassick M.: Myth and Reality in the struggle against Apartheid. Journal of Southern African Studies. Volume 24, Nº2, 1998.

[4] ​​Verne Harris: Introduction. Nelson Mandela: Conversations with Myself. New York: Farrar Strauss and Giroux, 2010.

[5] Anthony Sampson:  Mandela: the authorized biography. Vintage, Pretoria,  2000.

[6] Una característica importante de la era post apartheid en Sudáfrica, es el deseo de la nación para redimirse de su pasado violento y desarrollar nuevas identidades que reivindiquen la dignidad humana. Estas nuevas identidades giran en torno a conceptos como la "nación arco iris" acuñado por el arzobispo Desmond Tutu, que implica la convivencia de todas las razas y culturas; y el "renacimiento africano", promovido por Thabo Mbki, nacido de la necesidad de empoderar a los pueblos africanos para que puedan liberarse ellos mismos del legado del colonialismo y el neocolonialismo y situarse en el escenario mundial en tanto co-autores  y beneficiarios de todos los logros de la civilización humana. Ver: Boloka: African renaissance: A quest for an (un)attainable past. Critical Arts, 13, 1999 p. 94.

[7] Rob Nixon: Mandela Messianism, and the Media. Transition, Nº 51. 1991pp 42-43.

[8] Día Mundial de Nelson Mandela. Revisado 2010. Disponible:  http://www.un.org/es/events/mandeladay/

[9] Nelson Mandela Long walk to freedom. London: Abacus, 1995.