Miércoles, 21 de noviembre, 2018
Alvarenga, Luis Miguel

Asumir un género no se reduce a conseguir medicamentos y acceder a la cirugía, aunque esto forme parte del proceso. Para el activista de derechos humanos, Sebastián Abreu, la construcción de su masculinidad se puede realizar de otras maneras. “Aunque no hay hormonas en el país en estos momentos, hay maneras para sentirse más cómodos, como un corte de cabello, cambiar la forma de vestir, en el caso de las chicas trans pueden dejarse largo el cabello”


Asumir retos con pasión y valentía representa una de las tantas formas como se puede destacar la labor que el estudiante de psicología y activista de derechos humanos, Sebastián Abreu, lleva a cabo a favor de la comunidad trans y de todas las personas en general.

Desde el momento en el que inició su proceso de transición, hace aproximadamente cuatro años, se involucró poco a poco en el activismo a través de la Fundación Reflejos de Venezuela, en donde conoció a la también activista y mujer trans, Prissila Solórzano.

“Recuerdo que cuando comencé mi transición llegué a Fundación Reflejos de Venezuela y la psicóloga de la organización me indicó que ellos estaban buscando activistas de derechos humanos. Acordamos en que lo pensaría, porque era una labor que requería de mucha pasión y compromiso que no se podía tomar a la ligera”, relata.

Junto con Prissila realizó varias actividades en embajadas, eventos a favor de las personas LGBTI y en exigencia de las garantías al derecho a la salud que realizaba Amnistía Internacional Venezuela.

Su formación en derechos humanos y experiencia en el activismo lo han llevado a participar en campañas como Stop Transfobia, que tuvo como objetivo el reconocimiento por parte de las autoridades venezolanas del derecho a la identidad de las personas trans, en la que se recolectaron miles firmas para solicitar que se garantice de inmediato el cambio de nombre a las personas trans que así lo soliciten sin mayores requisitos que los establecidos en la ley.

“Las campañas de Amnistía Internacional siempre tienen un foco central que es la no discriminación, fomentar el respeto entre las personas, y eso es muy importante porque aunque no lo digan directamente para las personas trans, eso indirectamente nos involucra, forma y beneficia”.

Abreu recalca que desde las instituciones del Estado venezolano existe una evidente homotransfobia y, además, una ausencia legislativa que permita garantizar el derecho de las personas trans a la identidad y al libre desenvolvimiento de su personalidad.

Recalca que “es importante luchar por los derechos de las personas trans para combatir la homotransfobia institucional y la ausencia de un marco jurídico que proteja y reconozca los derechos de las personas LGBTI, factores negativos que no hacen otra cosa que promover los abusos y profundizar la discriminación en la comunidad”.

Abreu también forma parte del proyecto Diversxs de Amnistía Internacional que recientemente llevó a cabo el Primer Encuentro Nacional de Jóvenes LGBTI en Caracas, donde más de 50 personas con edades entre 18 y 25 años tuvieron la oportunidad de adquirir herramientas para llevar a cabo un activismo eficaz que los empodere en la exigencia de derechos humanos.

El reto de la transición

Lamentablemente, en Venezuela no se garantiza el derecho a la salud, ya que la inacción de las autoridades ante la escasez del 90% en los medicamentos y el colapso del sistema médico impide que las personas en el país puedan siquiera acceder a la más básica de las pastillas y en el caso de las personas trans se agrava más aún.

“Las medicinas no están ingresando al país, incluyendo las hormonas que nosotros debemos utilizar y los bloqueadores. Tienen más de 2 años que no entran hormonas al país y eso dificulta que las personas que quieran completar su proceso de transición lo puedan hacer”, alerta.

Sebastián es un joven venezolano que, a pesar de asumir su identidad y expresión de género con total libertad y orgullo, siente que factores externos ligados a la crisis del país no le permite continuar con su proceso de transición de manera adecuada.

 “Al no contar el tratamiento previsto, ni con acceso a la salud, no puedo decir que dentro de unos meses me voy a operar, porque en Venezuela no hay medicina especializada para eso. Sé que hay una clínica que realiza la cirugía, pero el tratamiento es muy costoso, las operaciones son cobradas en moneda extranjera y es muy difícil que una persona de bajos recursos pueda acceder a una reasignación de sexo”.

El director médico de la Asociación Civil de Planificación Familiar (Plafam), Enrique Abache, indica que la interrupción del proceso de transición es la decisión menos deseada, ya que se revierten los avances y, dependiendo de la etapa en la que se encuentre la persona, puede tener complicaciones mayores.

“Las consecuencias de interrumpir el proceso de transición dependen del nivel en el que haya estado. Si es al comienzo, todo regresa a su estado anterior, pero si está muy avanzado pues es más difícil. Esa es la importancia de la atención psicológica al inicio del tratamiento”, asegura Abache.

La atención psicológica es la primera etapa en el proceso, que varía de acuerdo a cada persona. El doctor Abache indica que como mínimo debe extenderse por tres meses, pero en el caso de Abreu esta se prolongó por poco más de un año.

“El primer año fue prácticamente de solo terapias psicológicas y, aunque ya me habían dado la autorización para comenzar las hormonas, no podía acceder a ellas”, explica Abreu, quien agrega que debido a la escasez de medicamentos ha dirigido su reafirmación como hombre a través del crecimiento personal en el activismo por los derechos humanos.

Avanzar sin desmayar

Pese a las dificultades, asumir un género no se reduce a conseguir medicamentos y acceder a la cirugía, aunque esto forme parte del proceso. Para Abreu, la construcción de su masculinidad se puede realizar de otras maneras. “Aunque no hay hormonas en el país en estos momentos, hay maneras para sentirse más cómodos, como un corte de cabello, cambiar la forma de vestir, en el caso de las chicas trans pueden dejarse largo el cabello”.

Abreu destaca que es necesario que cada vez más personas se sensibilicen ante la situación de quienes han decidido pasar por un proceso de transición para expresar el género que siente.  Más personas deben sumarse a las actividades en exigencia de los derechos de la comunidad trans y elevar sus voces contra la fuerte discriminación que padecen, especialmente, con la incongruencia entre sus documentos de identidad y su apariencia personal. Por eso, dedica su tiempo al activismo en derechos humanos, para sumar más personas al cambio.

“Mi meta es luchar por la reivindicación de nuestros derechos y el reconocimiento de las personas trans en todos los aspectos sociales. Estoy seguro que llegará el día en que las personas trans serán tratadas de igual manera que las demás, no habrán diferencias, ni brechas ni más dolor”, subraya con emoción Abreu.

 

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