Miércoles, 11 de septiembre, 2019
Alvarenga, Luis Miguel

“El derecho a la vida es el más trasgredido, porque es afectado de diferentes maneras. Una es por la violencia institucional, ejemplo de ello es el primer informe de la Comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet en el que se denuncia que unas 5.000 personas fueron presuntamente ejecutadas arbitrariamente. Además, la gente se está muriendo de hambre y por falta de medicinas”, destaca el coordinador de investigación del Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea), Marino Alvarado Betancourt


El abogado, defensor de derechos humanos y coordinador de investigación del Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea), Marino Alvarado Betancourt, señala que uno de los derechos más básicos para el ser humano, como es el de la vida, es el más afectado en Venezuela debido a la multiplicidad de factores que implica sobrevivir en un país que atraviesa una emergencia humanitaria compleja sin precedentes.

“El derecho a la vida es el más trasgredido, porque es afectado de diferentes maneras. Una es por la violencia institucional, ejemplo de ello es el primer informe de la Comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet en el que se denuncia que unas 5.000 personas fueron presuntamente ejecutadas arbitrariamente. Además, la gente se está muriendo de hambre y por falta de medicinas”, destaca.

Además, Alvarado apunta que el derecho a la educación también se ve gravemente afectado, debido a que el sistema educativo venezolano se ha vuelto cada vez más excluyente a medida que la pobreza y la desigualdad social ha ido en crecimiento. Asimismo, la migración de docentes y de los profesionales que sostenían la vida en las aulas hacen cada vez más difícil mantener abiertas las escuelas y universidades.

“Incluso, cada vez se reducen más las posibilidades de acceder a la educación nocturna por la inseguridad, ya que en la actualidad son muy excepcionales los colegios nocturnos”, asegura.

El defensor de derechos humanos recuerda que en Venezuela siempre han ocurrido violaciones y vulneraciones de derechos humanos en el ámbito educativo, especialmente en las universidades. De hecho, este fue uno de los motivos por los cuales se involucró en esta área de la abogacía hace más de 25 años.

Desde las comunidades

A inicios de la década de 1990, el para entonces estudiante de derecho de la Universidad Central de Venezuela, conformó junto con colegas un grupo que promocionaba los derechos humanos en la institución, con el nombre de “Derechos para todos”.

Esta frase la llevaría como lema de vida, porque incluso antes de involucrarse de lleno en los derechos humanos, Alvarado había participado en acciones sociales y comunitarias en defensa de sus derechos.

A finales de los estudios universitarios del ahora defensor, la recién fundada Provea abría las postulaciones para realizar pasantías en el área legal y es justo en ese momento cuando Marino Alvarado empieza a enfocar toda su energía en defender a las personas más vulnerables.

“Sabíamos muy poco de derechos humanos, pero teníamos la motivación para hacerlo”.

Tras 24 años de labor ininterrumpida en Provea, en la que asumió la coordinación del área jurídica y fue su coordinador general (2006-2015); Alvarado destaca que defender derechos humanos en Venezuela es una labor titánica, muy riesgosa, pero necesaria para no perder la totalidad de la institucionalidad del país y, además, para rescatar el futuro en pro de las futuras generaciones.

“Uno de los momentos más difíciles fue cuando, como activistas de derechos humanos, empezamos a cuestionar los abusos cometidos al inicio del gobierno del ex presidente Hugo Chávez, por allá en el año 2000. En ese momento, Chávez tenía muchísima popularidad y ser crítico representaba un riesgo muy grande”, recuerda.

Sin tirar la toalla

Alvarado destaca que las personas que quieran ser activistas de derechos humanos y dedicarse de lleno a esta labor deben comprender que su trabajo es defender los derechos de todos, sin excepciones ni exclusiones de ningún tipo. Por eso, también dedica parte de su tiempo en la formación de esta generación de relevo.

“Una de las particularidades de las organizaciones de derechos humanos y de los activistas es que no actuamos buscando popularidad, por nuestra propia naturaleza de defender a todas las personas cuyos derechos estén siendo violados”, explica el defensor.

Su experiencia es ejemplo de ello, ya que valora las situaciones por las que ha atravesado como aprendizajes que deben ser transmitidos a quienes estén empezando en la defensa de derechos humanos, porque “en este país con tantos niveles de represión, es necesario que algunos nos arriesguemos de forma frontal para enfrentar la situación en Venezuela”.

Alvarado insiste en que seguirá defendiendo derechos humanos, denunciando a los responsables de sus violaciones, llevando a donde sea posible los casos para que las víctimas obtengan verdad, justicia y reparación, así como formando a quienes vayan a continuar su labor, y la de todos, en pro de las personas más necesitadas: “yo preparo y apuesto por la generación de relevo, pero sin tirar la toalla”.