Miércoles, 06 de junio, 2018

Entre el 6 de junio y el 17 de octubre de 2017, la Coalición dirigida por Estados Unidos lanzó una operación para “liberar” Raqqa de manos del grupo armado autodenominado Estado Islámico. Según la Coalición, su campaña aérea de precisión le había permitido expulsar al Estado Islámico de Raqqa a costa de muy pocas víctimas civiles, pero nuestras investigaciones han encontrado enormes agujeros en este discurso


Yendo en auto por Raqqa, resultaba fácil creer lo que había dicho un alto mando militar estadounidense: que se habían lanzado en esta ciudad siria más proyectiles de artillería que en ningún otro lugar desde la guerra de Vietnam.

Se veía la destrucción prácticamente en todas las calles, en las montañas de escombros, los edificios bombardeados y los armazones de metal retorcido de los vehículos. También había recordatorios constantes de las vidas civiles destrozadas, en las pertenencias rotas, los restos de ropa y los mugrientos juguetes infantiles esparcidos entre las ruinas.

Entre el 6 de junio y el 17 de octubre de 2017, la Coalición dirigida por Estados Unidos lanzó una operación para “liberar” Raqqa de manos del grupo armado autodenominado Estado Islámico. Según la Coalición, su campaña aérea de precisión le había permitido expulsar al Estado Islámico de Raqqa a costa de muy pocas víctimas civiles, pero nuestras investigaciones han encontrado enormes agujeros en este discurso.

Nuestro nuevo informe, “Guerra de aniquilación”: Devastadores estragos en la población civil de Raqqa, Siria, presenta las pruebas que recogimos durante varias semanas en Raqqa, investigando casos de civiles que pagaron un precio brutal por lo que el secretario de defensa estadounidense James Mattis prometió que iba a ser una “guerra de aniquilación” contra el Estado Islámico.

La población quedó atrapada en medio de los combates que libraban en las calles de la ciudad los miembros del Estado Islámico y los combatientes de las Fuerzas Democráticas Sirias, que, bajo dirección kurda, contaban con el apoyo de los incesantes ataques aéreos y de artillería de la Coalición. El Estado Islámico minó la rutas de huida y disparaba a las personas civiles que intentaban escapar.

Murieron centenares de civiles: en algunos casos, en sus casas; en otros, en los lugares mismos donde habían buscado refugio, y en otros, y al intentar escapar.

Investigamos los casos de cuatro familias sirias, que perdieron en total a 90 parientes y vecinos, casi todos ellos muertos en ataques aéreos de la Coalición.

En el caso de la familia Badran, 39 de sus miembros murieron en cuatro ataques aéreos distintos de la Coalición cuando corrían de un lugar a otro dentro de la ciudad, intentando desesperadamente alejarse de las cambiantes zonas de combate y de los bombardeos aéreos de la Coalición en el curso de varias semanas.

“Pensábamos que las fuerzas que venían a desalojar al Daesh [Estado Islámico] sabían hacer su trabajo y atacarían al Daesh y dejarían en paz a los civiles. Éramos unos ingenuos. Cuando nos dimos cuenta de lo peligrosos que se habían vuelto todos los sitios, era ya demasiado tarde: nos quedamos atrapados”, nos contó Rasha Badran.

“No entiendo por qué nos bombardeaban [...] ¿Es que los aviones de vigilancia no veían que éramos familias civiles?”

Tras intentarlo varias veces, ella y su esposo lograron por fin escapar, después de haber perdido a toda su familia, incluida su única hija, una niña de un año llamada Tulip, cuyo cuerpecito enterraron junto a un árbol.

Los Aswad eran una familia de comerciantes que se habían esforzado mucho toda su vida para construirse una vivienda en Raqqa. Algunos de sus miembros se habían quedado en la ciudad para defender su casa de los saqueos y se habían refugiado en el sótano. Pero el 28 de junio, un ataque aéreo de la Coalición destruyó el edificio y mató a ocho civiles, la mayoría niños.

Otro miembro de la familia murió al pisar una mina del Estado Islámico cuando regresó a la ciudad para recuperar los cadáveres días más tarde. 

Durante los cuatro meses que duró la ofensiva, las fuerzas estadounidenses, británicas y francesas de la Coalición efectuaron decenas de miles de ataques aéreos. Las fuerzas estadounidenses, que alardeaban de haber disparado 30.000 proyectiles de artillería durante la campaña, fueron también responsables de más del 90% de los ataques aéreos.

La Coalición usó en reiteradas ocasiones armas explosivas con efectos en una superficie amplia en zonas pobladas donde sabían que había civiles atrapados. Hay indicios convincentes de que los bombardeos aéreos y de artillería de la Coalición mataron e hirieron a miles de civiles, en muchos casos en ataques desproporcionados o indiscriminados que violaron el derecho internacional humanitario y podrían constituir crímenes de guerra.

La precisión de los ataques aéreos de precisión depende únicamente de la precisión de la información sobre los objetivos. Además, cuando se emplean bombas lo suficientemente grandes como para destruir edificios enteros, así como artillería con efectos en una superficie amplia, cualquier afirmación sobre reducir al mínimo las víctimas civiles suena falsa.

Amnistía Internacional insta a los miembros de la Coalición a que investiguen de manera imparcial y exhaustiva las denuncias de violación del derecho internacional y de víctimas civiles y reconozcan públicamente la magnitud y gravedad de la pérdida de vidas civiles y de la destrucción de bienes civiles causadas en Raqqa.

Estados Unidos, Reino Unido y Francia deben revelar las conclusiones de dicha investigación. Deben ser transparentes al revelar sus tácticas, los medios y métodos específicos de ataque, la selección de los objetivos y las precauciones adoptadas en la planificación y ejecución de los ataques.

Además, deben revisar los procedimientos con los que determinan la credibilidad de las denuncias de víctimas civiles y garantizar justicia y reparación a quienes ha sufrido violaciones del derecho internacional.

Las víctimas, incluida la pequeña Tulip, merecen justicia.

Los miembros de la Coalición no deben correr el riesgo de repetir los mismos errores en otro lugar.

Nota: este artículo se publicó originalmente en IPS News.