Lunes, 09 de julio, 2018

Guligeina Tashimaimaiti tenía que haber regresado a su universidad de Malasia para empezar sus clases de doctorado el 18 de febrero de 2018. Hasta hoy, ni Gulzire ni los profesores y compañeros de estudios de Guligeina en Malasia han tenido noticias de ella


Todo iba como la seda para la joven Guligeina Tashimaimaiti, estudiante entregada y carismática.

Acababa de terminar su tesis de máster en la Universidad de Tecnología de Malasia (Universiti Teknologi Malaysia, UTM), que ya había aceptado su solicitud para cursar el doctorado.

Era una alumna brillante que iba a graduarse con honores. Por desgracia, no pudo asistir a la ceremonia de su propia graduación.

Escriban inmediatamente en chino, en inglés o en su propio idioma, instando a las autoridades a poner en libertad de inmediato y sin condiciones a Guligeina Tashimaimaiti y retirar los cargos que pueda haber contra ella.

Problemas inconfesables

Guligeina Tashimaimaiti, de 31 años, era la única estudiante uigur procedente de China en la Universidad de Tecnología de Malasia, donde había empezado a cursar estudios en 2010.

Nació en la región norteña de Yili, en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang. En los siete años que llevaba estudiando en Malasia, su padre había hecho un gran esfuerzo para pagar la matrícula de su hija. Guligeina tenía ingresos complementarios dando clases de programación informática de manera ocasional.

Pero su vida cambió al volver a Yili en febrero de 2017. Supo que la policía había ido a buscar a su padre y lo había interrogado extensamente. Actuó contra la familia por tener a dos miembros viviendo en el extranjero: Guligeina y su hermana mayor, Gulzire, que vive en Alemania.

Según “Sammy” (nombre ficticio para proteger la identidad), malasia de ascendencia china y una de las mejores amigas de Guligeina, ésta le contó que la policía de Yili le había pedido copia de su pasaporte y certificados académicos, así como muestras de sangre y ADN. También le había pedido que se comprometiera por escrito a volver a China al terminar los estudios.

El padre contó a Guligeina que las autoridades habían amenazado con enviarlo a prisión si ella no volvía tras su graduación.

Guligeina volvió preocupada a Malasia y trabajó frenéticamente para terminar sus estudios en un tiempo récord. Tenía que volver a casa cuanto antes, dijo a sus amigos.

Sammy contó que la gente admiraba a Guligeina por su dedicación y excelencia académica, y también por su implicación en tareas voluntarias.

Sammy expresó su preocupación al ver a Guligeina estudiar sin descanso, día y noche; pero su amiga era reacia a explicar con detalle sus problemas. Sólo decía que su familia la necesitaba. Sammy empezó a leer sobre la situación en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang, y poco a poco fue dándose cuenta de que su amiga podía estar enfrentándose a un problema inconfesable.

Gulzire, hermana de Guligeina que lleva 20 años residiendo en Alemania, donde está casada y tiene dos hijos, afirma que oyó decir a amigos y vecinos que el gobierno estaba tomando medidas represivas con los uigures que tenían a familiares en el extranjero.

Por eso, cuando Guligeina decidió que volvería a Yili al terminar su tesis de máster, Gulzire y Sammy intentaron convencerla de que no lo hiciera. Sammy temía que pudiera pasarle algo después de haber leído sobre los riesgos que corrían muchos uigures en China.

Preparando la vuelta a casa

Gulzire afirma que Guligeina tenía la firme intención de volver, ya que le preocupaba que enviaran a su padre a un “campo de reeducación”.

Desde 2016, en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang se han establecido numerosos centros de detención llamados “centros contra la radicalización” o “centros de educación y transformación”. En ellos se detiene arbitrariamente a personas durante periodos no especificados y se las obliga a estudiar las leyes y normas chinas.

Guligeina dijo a Gulzire y Sammy que confiaba en recibir un trato justo del gobierno, ya que nunca había participado en actividades políticas ni “separatistas”.

Su hermana cuenta que mantener el contacto con su padre y su madre por teléfono y a través de WeChat (aplicación de mensajes y llamadas por Internet muy popular en China) fue cada vez más difícil, y que muchos amigos habían bloqueado sistemáticamente a las dos hermanas en WeChat.

Ésas fueron las circunstancias en que Guligeina planificó su viaje a Yili. Tranquilizó a sus amistades diciendo que pronto volvería a Malasia.

La última vez que Sammy vio a Guligeina fue en el aeropuerto internacional de Senai, donde la acompañó hasta el avión y le pidió que cambiara su fotografía en WeChat todas las semanas para indicar que estaba bien.

Guligeina partió de Malasia el 26 de diciembre de 2017. Desde entonces, nadie ha vuelto a saber de ella.

Guligeina cambió su foto de perfil una semana después de su llegada a Yili. Luego pasaron dos semanas sin cambio de foto hasta que un día, de repente, cambió por una oscura y tenebrosa imagen en blanco y negro de lo que parecía una celda de prisión.

La hermana de Guligeina intentó ponerse en contacto con ella por WeChat, y sus amistades de Malasia le enviaron mensajes e intentaron contactar con vecinos y amigos. Sólo encontraron silencio.

Después de que Gulzire le insistiera mucho, un vecino dejó entrever que podían haber llevado a Guligeina a un “campo de estudio”, y a continuación bloqueó a Gulzire en WeChat.

La inquietud de Gulzire aumentó al ver que todos —vecinos, amigos, familiares— la estaban bloqueando en WeChat. “No me queda un solo contacto en WeChat; todo el mundo me ha bloqueado”, dijo.

Gulzire contó que había empezado a oír hablar de los “campos de reeducación” en 2017. Se estaba actuando contra uigures que tenían a familiares en el extranjero o que habían vuelto del extranjero, enviándolos a “reeducación”.

Temía que hubieran enviado a Guligeina a uno de esos lugares: “No hay otra explicación. Tenía una trayectoria académica y había sido admitida para cursar el doctorado. ¿Por qué iba a cortar toda comunicación conmigo o con sus amistades de Malasia?”.

Internamiento masivo de uigures

La inexplicable imposibilidad de conocer el paradero de Guligeina ocurre en el contexto de una campaña general de represión en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang. La campaña en curso, que el gobierno chino define como iniciativa encaminada a erradicar el “extremismo” y el “separatismo”, ha llevado a la detención masiva de uigures y miembros de otros grupos étnicos predominantemente musulmanes.

Según informes llegados de la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang, muchos uigures que viven en el extranjero o tienen a familiares allí han sido amenazados y enviados a diversos centros de detención a su regreso a China.

Medios de comunicación extranjeros han venido informando sobre la represión en la Región Autónoma Uigur del Sin-kiang, pero asegurar una cobertura informativa independiente es complicado en la región y cuesta obtener y corroborar información específica sobre el asunto de los “campos de reeducación”.

Profesores y compañeros de clase, preocupados

Guligeina tenía que haber regresado a su universidad de Malasia para empezar sus clases de doctorado el 18 de febrero de 2018.

Hasta hoy, ni Gulzire ni los profesores y compañeros de estudios de Guligeina en Malasia han tenido noticias de ella.

Sus compañeros de clase, consejeros educativos y otros estudiantes de doctorado han pedido a la Universidad de Tecnología de Malasia que ayude a localizar a Guligeina. En una carta dirigida a la embajada china en Kuala Lumpur, cuentan que Guligeina tiene muy buena relación con todos sus amigos de China y también con otros estudiantes internacionales procedentes de diversos países.

“Es muy sociable y activa en la promoción de la cultura china”, dicen en su carta.

“Hemos hecho de todo para ponernos en contacto con ella. Después de los obstáculos y el duro esfuerzo realizado durante décadas, finalmente había sido admitida como estudiante de doctorado en la Universidad de Tecnología de Malasia.”

Gulzire dice que está muy preocupada al no saber nada de dónde puede estar su hermana.

“Es callada y reservada, y le gusta tener un entorno limpio”, decía Gulzire. “Ha dedicado su vida a sus estudios. No participa en actividades políticas de ninguna clase. La experiencia en un campo de reeducación no haría sino traumatizarla”.

Sammy, su amiga y compañera de estudios, guarda el certificado del máster de Guligeina y la mención de honor que le concedió la universidad y no llegó a recoger. “Sólo esperamos que pueda volver a hacer su vida normal, y continuar sus estudios en Malasia. Estamos todos muy preocupados.”