Jueves, 02 de agosto, 2018

Igor Kalyapin es defensor e integrante del #TeamBrave de personas que arriesgan sus vidas por denunciar las vulneraciones y violaciones a los derechos de todas las personas, así como exige a las autoridades rusas el respeto a los derechos humanos


He vivido en Nizhny Novgorod toda mi vida. Mi lugar favorito aquí es Schelokovsky Khutor, un parque forestal en las afueras de la ciudad. Los eventos y pensamientos más importantes en mi vida están relacionados con ese parque, sus ríos y sus lagos. Mi padre me enseñó a esquiar a hacer esquí de fondo allí. De niño solía ver a los alces merodeando ese bosque. Todavía voy allí a caminar.

Una vez al año, voy a la región norteña de Nizhny Novgorod. Paso un par de semanas en mi pequeña cabaña, caminando por el bosque y cazando urogallos. Mientras camino, trato de evitar pensar en mi trabajo y bloquear los recuerdos de la tortura que han sucedido en Nizhny Novgorod, en Orenburg, en Moscú y en muchas otras ciudades rusas.

Comencé mi activismo por los derechos humanos a principios de la década de 1990, poco después de conocer a Boris Nemtsov, un líder de la oposición rusa y gobernador de la región de Nizhny Novgorod que fue asesinado en el 2015. El activismo por los derechos humanos no era mi más alta prioridad antes. Probablemente, ni siquiera era mi segunda o tercera prioridad, simplemente algo en el fondo. Era un emprendedor y creía firmemente que el libre mercado y la competencia se convertirían en impulsores para el desarrollo de la democracia y la sociedad civil en Rusia. Sin embargo, la realidad resultó ser diferente. Muchas empresas que surgieron después del colapso de la Unión Soviética sufrieron por el crimen organizado, así como por el hostigamiento de funcionarios y la policía. Un día, las autoridades inventaron un caso de malversación en mi contra.

Después de mi arresto, me llevaron a la estación de policía donde los agentes de policía me golpearon todos los días. Luego me llevaron al centro de detención preventiva pero debido a las graves lesiones que sufrí después de haber sido torturado, la administración de la prisión se negó a registrarme en un primer momento: pensaron que no viviría hasta la mañana y no querían ser culpados por eso. Durante los tres meses que pasé en el centro de detención preventiva viví en las condiciones más espantosas: celdas sobrepobladas, falta de luz y aire y hordas de chinches y piojos, condiciones que son tortuosas en sí mismas. Pero al final tuve mucha, mucha suerte. Los verdaderos perpetradores del crimen del que fui acusado fueron atrapados y fui liberado. Había escapado de otros 10 años más en prisión.

Después de salir de prisión, reconsideré muchas cosas en mi vida. Me di cuenta de que no importaba el éxito que lograra con mi negocio, los autos lujosos que manejaba o los costosos trajes que usaba, podía ser procesado injustamente en cualquier momento, a pesar de ser inocente y de que los cargos criminales podrían no estar relacionados con mis actividades. Pero ser procesado no es lo más terrible. Mientras estaba detenido entendí que, con suficiente presión, cualquiera puede ser obligado a "confesar" cualquier crimen, incluido el asesinato. Es por eso que decidí comprometerme a defender los derechos humanos con un enfoque en detener la tortura.

En el 2000, varios defensores de derechos humanos y yo fundamos el Comité contra la Tortura, o CAT, en Nizhny Novgorod. En los últimos 18 años, nuestra organización ha logrado resultados considerables: hemos revocado más de 900 decisiones ilegales, documentado 173 casos de tortura y asegurado 136 condenas para los perpetradores. Pero lo más importante, hicimos que las autoridades admitieran que había un problema real que debía abordarse.

Significa mucho para mí que la gente tenga cada vez menos miedo a presentar denuncias ante los tribunales y buscar justicia y reparaciones a través de los canales legales. No puedo decir que fuimos los únicos que cambiamos la actitud del público, pero espero que hayamos contribuido a ello.

Por extraño que parezca, el mejor cumplido que nuestra organización ha recibido alguna vez proviene de un alto oficial militar. Un día, un oficial de policía se acercó a este oficial militar para pedirle protección, ya que el primero estaba a punto de ser arrestado por complicidad de la tortura. Le pidió que resolviera "el problema con el Comité contra la Tortura". El oficial militar escuchó al policía asustado y dijo: "Me temo que no podré ayudar. No puedes hacer nada sobre este CAT. No hay forma de que puedas acercarte a ellos. Y tampoco aceptan sobornos". La conversación me fue contada nuevamente por el colega del oficial militar que la había presenciado. Este es de hecho el caso. Cuando contrato abogados, siempre les digo que nadie los hará actuar en contra de su conciencia, ni llegarán a conclusiones con las que no están de acuerdo.

Como organización de derechos humanos, llevamos a cabo una misión social. Nuestro papel a veces puede ser diferente al de un abogado tradicional. El objetivo principal de un abogado es remover todos los cargos de un cliente, o si esto no es posible, reducirlos al mínimo. Nuestro objetivo es buscar justicia y reparación para las víctimas de tortura y otras violaciones de derechos humanos, así como hacer rendir cuentas a los responsables. En algunos casos, cuando los oficiales de policía se dan cuenta de que serán enjuiciados, le ofrecen a la víctima una especie de "trato" en el que se retira la declaración a cambio de una reducción de la pena. Algunas víctimas rechazan tal "cooperación", otras no. Cuando nos enfrentamos a estas situaciones, siempre tratamos de hablar con las víctimas que defendemos y explicamos que les permite a los perpetradores evitar la justicia y afianza la impunidad.

Espero que pronto llegue el día en que las decisiones sociales y políticas importantes realizadas a nivel gubernamental, por ejemplo, en relación con el nombramiento de altos funcionarios, se debatan con representantes de la sociedad civil. Normalmente, solo se consulta a los parlamentarios, mientras que los representantes de la sociedad civil se consideran opositores y se ignoran sus opiniones. Sin embargo, nuestro trabajo independiente es esencial para que la sociedad avance en la dirección correcta, para que las voces de las personas sean escuchadas y la justicia sea accesible para todos.