Miércoles, 30 de enero, 2019

El activista y la activista iraníes de los derechos laborales Esmail Bakhshi y Sepideh Gholian, a quienes volvieron a detener el 20 de enero tras haber hablado de las palizas y otros malos tratos que habían sufrido bajo custodia a finales de 2018, corren un gran riesgo de sufrir otra vez tortura. Las autoridades deben dejarlos en libertad de inmediato y sin condiciones, pues son presos de conciencia, encarcelados únicamente por su activismo pacifico en defensa de los derechos de los trabajadores y las trabajadoras


Mr Hassan Rouhani

Presidente de Irán / President

c/o Permanent Mission of Iran to the UN

Chemin du Petit-Saconnex 28
1209 Geneva

Fax: (+41) 22 733 02 03
Correo-e: iranunog@mfa.gov.ir

Señor Presidente:

Le escribo para expresar profunda preocupación por los activistas iraníes de los derechos laborales Esmail Bakhshi y Sepideh Gholian. Funcionarios del Ministerio de Inteligencia volvieron a detenerlos, violentamente, en Ahvaz, provincia de Juzestán, el 20 de enero, aparentemente como represalia por haber hablado de la tortura que aseguran haber sufrido bajo custodia cuanto estuvieron detenidos en noviembre y diciembre de 2018. Desde entonces se hallan recluidos, sin acceso a sus abogados, en un centro de detención de Ahvaz dependiente del Ministerio de Inteligencia y están expuestos a sufrir tortura y otros malos tratos.

Ambos activistas habían sido detenidos el 18 de noviembre de 2018 tras participar en una manifestación pacífica, organizada frente a la oficina del gobernador en Shush, Juzestán, para protestar por el impago de los salarios a los trabajadores de la empresa azucarera de Haft Tappeh. Tras quedar en libertad con fianza a mediados de diciembre, revelaron públicamente que habían sufrido tortura a manos de agentes del Ministerio de Inteligencia y de la policía de seguridad tanto en Shush como en Ahvaz. Contaron que los habían sometido reiteradamente a palizas, les habían dado golpes contra la pared y empujones que los habían tirado al suelo, y los habían humillado con insultos de carácter sexual y amenazado con flagelación, violencia sexual y asesinato.

Las autoridades respondieron inicialmente prometiendo investigar las denuncias de tortura. Sin embargo, a los pocos días, altos funcionarios del Estado, como el presidente de la Magistratura, el fiscal jefe y el director de la oficina de la Presidencia, hicieron declaraciones en las que afirmaban que las denuncias de tortura eran falsas y amenazaban con presentar una denuncia contra Esmail Bakhshi por desprestigiar el sistema de la República Islámica.

Lo insto, Señor Presidente, a garantizar:

  • que Esmail Bakhshi y Sepideh Gholian son puestos en libertad de inmediato y sin condiciones, pues son presos de conciencia, encarcelados únicamente por el ejercicio pacífico de su derecho a la libertad de expresión, asociación y reunión;
  • que, mientras tanto, están protegidos de nueva tortura y otros malos tratos;
  • que se investiga su presunta tortura y se pone a los responsables a disposición judicial para que sean sometidos a un juicio justo.

Atentamente,
[NOMBRE]

Información complementaria

Esmail Bakhshi es un trabajador de la empresa azucarera de Haft Tappeh, que ha alzado valientemente la voz en las protestas pacíficas que organizan sus compañeros en contra del impago de los salarios y de las malas condiciones laborales. Sepideh Gholian es una estudiante universitaria y joven activista de los derechos laborales que ha asistido a las protestas de los trabajadores de Haft Tappeh y ha apoyado sus motivos de queja informando de ellos en las redes sociales y otros medios. Tras su detención el 18 de noviembre de 2018, los llevaron primeramente a la oficina de la policía de seguridad de Shush, Juzestán. Sepideh Gholian ha dicho que, a su llegada allí, la golpearon, la estamparon contra la pared y la golpearon en el hombro con la correa metálica de su bolso, y que, al tratar Esmail Bakhshi de detener la paliza, lo tiraron al suelo de un empujón y le ataron las manos a la espalda, tras lo cual fue golpeado por varios hombres. Luego llevaron a ambos, con los ojos vendados, a un lugar de Shush no revelado pero que creen que dependía de Ministerio de Inteligencia, y los hicieron comparecer por separado ante un alto cargo de este ministerio y un funcionario de la Fiscalía. Tras quedar en libertad, Sepideh Gholian contó a Amnistía Internacional: “El funcionario de Inteligencia me golpeaba con la mano en la cabeza y me insultaba constantemente. Utilizaba un lenguaje de índole sexual muy vulgar y violento, me llamaba ‘puta’, decía que tenía relaciones sexuales con trabajadores de Haft Tappeh y me amenazaba con hacer que mis parientes me mataran para proteger el honor de la familia”. Esmail Bakhshi contó a Amnistía Internacional: “Me llevaron, con los ojos vendados y esposado, a una sala y me ordenaron ponerme de rodillas en el suelo. Entonces, dos hombres comenzaron a darme patadas en el pecho, la cara y la cabeza. Debido a ello, me golpeé la cabeza contra la pared y sufrí heridas en la cara. Los agentes me sacaron a un patio y me ataron las manos a una barra metálica Hacía frío, y yo estaba temblando. A pesar de ello me tuvieron allí alrededor de una o dos horas”.

Tras pasar varias horas en el lugar de Shush no revelado, subieron a, Esmail Bakhshi y a Sepideh Gholian a una camioneta y los trasladaron a un centro de detención del Ministerio de Inteligencia de Ahvaz. Ambos dijeron a Amnistía Internacional que los habían torturado durante el viaje, que duró alrededor de hora y medida Sepideh Gholian dijo que los agentes le habían ordenado bajar la cabeza y golpeado en el cuello reiteradamente, y le habían dicho obscenidades y obligado a llamarse a sí misma “puta”. Esmail Bakhshi explicó que los agentes le habían tirado del pelo, golpeado en la cara, el pecho, la espalda y la garganta con los puños y con porras, y estrangulado múltiples veces. Dijo que también le habían separado bruscamente las piernas y golpeado reiteradas veces en los testículos, a la vez que lo obligaban a degradarse vertiendo insultos contra sí mismo: “El dolor era tan atroz, que perdí el conocimiento tres veces”. Dijo que, debido a la tortura, había sufrido numerosas lesiones: “Estuve varios días sin poder apenas caminar. Tuve fiebre y un enfriamiento. Tenía la cara hinchada y me salían coágulos de sangre por la nariz. No podía mover la mandíbula para masticar la comida. Tenía un fuerte ardor al orinar, y era tanto el dolor que me dolía hasta al dormir. Casi dos meses después todavía me dolían las costillas rotas, los riñones, los oídos y los testículos”. Añadió que no le prestaron ninguna atención médica bajo custodia y que le negaron su inhalador para el asma y su medicación antidepresiva A los 21 días lo visitó un médico del centro de detención, pero estuvo sólo unos minutos con él e hizo caso omiso de las marcas de tortura que tenía en el cuerpo.

Esmail Bakhshi e Sepideh Gholian dijeron que, cuando llegaron al centro de detención del Ministerio de Inteligencia de Ahvaz, les advirtieron de que lo peor estaba todavía por llegar. Recordaban que los funcionarios les habían dicho: “Este lugar es el fin del mundo. No hay derechos humanos aquí, y no tenéis más remedio que confesar como perros”. Luego los pusieron en celdas separadas, que, según dijeron, estaban junto a las cámaras de tortura. Explicaron que oían los gritos y gemidos de otras personas detenidas al ser torturadas día y noche, por lo que estaban en un estado mental de terrible angustia, con miedo, ansiedad, pesadillas e insomnio. Durante toda su detención fueron sometidos a violentos interrogatorios, que solían empezar a las diez de la mañana y se prolongaban hasta la madrugada del día siguiente. No tuvieron acceso a sus abogados durante ese periodo. Durante sus largos interrogatorios tenían que estar sentados de cara a la pared y con los ojos vendados, lo que les causaba dolor de espalda y entumecimiento en las piernas. Sepideh Gholian explicó que los interrogadores, que eran todos hombres, le daban reiteradamente patadas a la silla para hacerla caer y la amenazaban con violencia sexual, flagelación y asesinato. Le dijeron que sostuviera un cable y le preguntaron burlonamente si se imaginaba ser azotada decenas de veces con él. También le mostraron una cama a la que ataban a las personas detenidas para azotarlas mientras oía los gritos de hombres y mujeres a quienes estaban golpeando en salas próximas y la amenazan con hacerle lo mismo si no “confesaba”. Esmail Bakhshi dijo que sus interrogadores le habían engañado contándole que la familia de Sepideh Gholian había lanzado un ataque armado contra su casa porque creía que mantenía relaciones sexuales con ella y que ahora su familia no tenía casa y vivía escondida.

El 19 de enero de 2019, justo un día antes de que ambos activistas fueran detenidos de nuevo, la televisión pública emitió las “confesiones” que ellos afirmaban haber hecho bajo tortura. En los vídeos emitidos aparecen “confesando” estar en “connivencia” con grupos marxistas y comunistas de fuera de Irán para orquestar el derrocamiento del sistema de la República Islámica organizando huelgas y manifestaciones de trabajadores. Según Esmail Bakhshi, antes de filmar las “confesiones”, sus interrogadores lo peinaron y lo afeitaron y le dieron un guion. Dijo que pararon de grabar reiteradas veces para decirle a gritos que la expresión de su rostro no transmitía “arrepentimiento suficiente”. Sepideh Gholian dijo que la presión para que “confesara” era tan intensa que durante los interrogatorios lloraba y temblaba incontrolablemente.

Pueden escribir llamamientos en: Inglés o persa. También pueden escribir en su propio idioma.

Envíen llamamientos lo antes posible y no más tarde del: 12 de marzo de 2019

Consulten con la oficina de Amnistía Internacional de su país si desean enviar los llamamientos después de la fecha indicada.

Nombre y pronombre preferido: Esmail Bakhshi (él) y Sepideh Gholian (ella)