Miércoles, 29 de abril, 2020

Como la crisis económica y las medidas de austeridad afectaron de manera especial y desproporcionada a algunos grupos que se enfrentan ahora a la pandemia, su salud y sus medios de vida corren especial riesgo desde la llegada de la COVID-19


La pandemia de COVID-19 que afecta a Grecia ha puesto de manifiesto cómo años de recesión y medidas de austeridad han socavado el sistema de salud del país, ha declarado Amnistía Internacional en un informe publicado hoy.

Resuscitation required: The Greek health system after a decade of austerity (“Reanimación urgente: El sistema griego de salud tras un decenio de austeridad”) documenta cómo los severos recortes realizados desde 2010 han dejado a mucha gente sin medios para acceder a los servicios de salud y pagarlos. Profesionales de la salud han dicho a Amnistía Internacional que están trabajando con una considerable falta de personal en una situación de crisis que se ha agudizado con el brote de COVID-19.

“La falta de personal y equipos está ahora de actualidad, pero lo cierto es que el sistema de salud de Grecia lleva años desmoronándose”, ha afirmado Marie Struthers, directora regional de Amnistía Internacional para Europa.

“Es esencial que el gobierno reconozca que esta crisis es una llamada de alerta y comience a invertir en atención de la salud y asistencia social.”

El gobierno griego comenzó a aplicar medidas de austeridad en 2010, en respuesta a la crisis financiera mundial iniciada en 2008. El gasto público se redujo un 32% en todos los sectores, y el destinado a salud pública disminuyó casi un 43% entre 2009 y 2017. Las reformas estructurales desviaron hacia las personas atendidas una parte aún mayor de coste de los servicios de salud. Además, los tres programas de asistencia financiera acordados concluyeron con la inclusión de condiciones de los acreedores de Grecia, algunas de las cuales promovieron o determinaron las medidas de austeridad que provocaron el menoscabo del sistema de salud

Los efectos se han hecho sentir acusadamente en el personal y las personas atendidas Amnistía Internacional entrevistó a 75 personas que habían solicitado atención en el sistema público de salud y a 55 profesionales de la salud. Alrededor del 90 por ciento de las personas entrevistadas dijeron que habían tenido que esperar mucho tiempo, y muchas comentaron lo difícil que les resultaba acceder a los servicios de salud debido a su elevado coste.

Un hombre explicó a Amnistía Internacional lo siguiente: “Hoy día, si no tienes dinero, no puedes tener asistencia médica”. Otro dijo: “Si no es una urgencia, te aguantas el dolor y esperas”.

Un hombre explicó a Amnistía Internacional en 2019: “Los grupos que han pagado por la crisis son la gente con bajos ingresos y la población trabajadora. Han pagado con sus impuestos, sus prestaciones sociales y su salud”.

El primer caso de COVID-19 se registró en Grecia en febrero de 2020. A principios de abril, una persona empleada en los servicios de salud dijo a Amnistía Internacional: “Como consecuencia de la crisis financiera, cuando se hicieron recortes en el sector de la salud, la mayoría de los hospitales funcionan con la mitad del personal necesario [...]. [En el nuestro] trabajamos con la mitad del personal necesario, y si los casos [de COVID-19] aumentan, va a ser imposible.”

Consciente de la debilidad del sistema de atención de la salud, el gobierno ha respondido a la pandemia de COVID-19 con una serie de medidas de contención, entre ellas el rápido confinamiento, que han contribuido a minimizar el número de infecciones y muertes. El gobierno ha ofrecido también algo de ayuda económica a la población y ha destinado 200 millones más de euros al sistema de salud.

Muchas de las dificultades que encontraban los profesionales de la salud durante el periodo de austeridad se han exacerbado con la pandemia, por lo que su salud, seguridad y condiciones de trabajo son aún más motivo de honda preocupación.

Los profesionales de la salud entrevistados por Amnistía Internacional dijeron que tenían dificultades debido a la reducción del personal, la falta de material de protección personal adecuado y la falta de equipo médico suficiente, como respiradores y camas de UCI.

Como la crisis económica y las medidas de austeridad afectaron de manera especial y desproporcionada a algunos grupos que se enfrentan ahora a la pandemia, su salud y sus medios de vida corren especial riesgo desde la llegada de la COVID-19.

“Tras un decenio de desinversión, los servicios públicos de salud afrontan ahora otro grave desafío con la actual pandemia”, ha señalado Marie Struthers.

“Con la amenaza de una recesión mundial después de la pandemia, hay importantes lecciones que cabe aprender. La dolorosa experiencia sufrida por Grecia en el último decenio no debe repetirse ni replicarse; no debe haber ninguna vuelta a la nociva estrategia de austeridad.”