Viernes, 08 de octubre, 2021

En vista de la asombrosa lucha del activismo en favor de la reforma y del número creciente de mujeres valientes que denuncian públicamente el dolor y el daño que han sufrido al ser privadas de su derecho a unos servicios de aborto seguro, debemos tener esperanza en las posibilidades de cambio


Europa lleva más de 60 años liderando la tendencia mundial a la liberalización de la legislación sobre el aborto y del acceso de las mujeres y otras personas susceptibles de embarazo a un aborto seguro y legal.

Casi todos los Estados miembros de la UE ya han legalizado el aborto voluntario o basado en amplios supuestos socioeconómicos y, en los últimos años, varios países europeos han aprobado importantes reformas progresistas o han tomado medidas para eliminar dañinas barreras de procedimiento y normativas que pueden obstaculizar el acceso al aborto.

Toda reforma positiva sobre el aborto en el mundo es una difícil conquista. Estas reformas son, ante todo, un logro de las mujeres que valientemente rompen su silencio acerca de su experiencia de abortar en condiciones de riesgo, así como de los movimientos de derechos de las mujeres, sus aliados, y todas aquellas personas que han emprendido acciones, lanzado peticiones, ido a tribunales, organizado protestas, cabildeado ante las autoridades e impartido talleres para reivindicar sus derechos humanos.

Pero no se han limitado a eso: también han formado grupos para ofrecer solidaridad, información, apoyo práctico y emocional y asistencia médica a las personas en situación de necesidad. Y han hecho todo eso a pesar del estigma, las amenazas, el hostigamiento e incluso la criminalización que sufren de manera persistente.

“Un ejemplo disuasivo”: activistas en peligro

En Andorra, uno de los pocos Estados que aún mantienen la prohibición total del aborto, la presidenta de la Asociación Stop Violencias (Associació Stop Violències), Vanessa Mendoza Cortés, se enfrenta a cargos por un trabajo legítimo y fundamental que defensores y defensoras de los derechos humanos realizan con normalidad en todo el mundo: presentar su opinión experta sobre la situación ante el Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer. Vanessa ha impugnado los cargos, que pueden acarrearle una multa de 30.000 euros.

“Lo que [las autoridades andorranas] intentan hacer conmigo es dar un ejemplo disuasivo, silenciar a otras personas que decidan luchar por este u otros derechos humanos. Nuestro mérito es que no sólo no hemos guardado silencio, sino que hemos continuado nuestro trabajo. No podemos guardar silencio. Si no dices nada, estás del lado de la opresión y del opresor. Y hace mucho tiempo decidimos que ya no íbamos a guardar silencio.

No somos las primeras personas que defienden derechos en Andorra, pero sí las primeras que generan tanta sensibilización internacional, y ha funcionado muy bien.

A través de nuestro trabajo, vemos que las mujeres de Andorra ya son conscientes de que no tienen derechos, no se las considera iguales a los hombres sino ciudadanas de segunda clase y no pueden decidir sobre su propio cuerpo; crear el entendimiento de que, como mujeres, también somos parte de la sociedad y también tenemos derechos, es positivo: lleva a la gente a cuestionar la situación establecida. Queremos que termine la violencia para todas las mujeres del mundo. Y eso incluye a las mujeres de Andorra, que viven en totalmente silenciadas. Esto tiene que acabar, y es lo que nos impulsa a seguir adelante.”

Malta: “Sabemos que es lo correcto.”

En Malta, una coalición de grupos que defienden el derecho a decidir ha impugnado una legislación sobre el aborto igualmente draconiana y peligrosa. Malta es el único Estado miembro de la UE que mantiene una prohibición total. Desde 2019, la coalición Voz por el Derecho a Decidir (Voice for Choice), formada actualmente por 10 organizaciones de base, ha logrado crear un discurso nacional y movilizar en particular a las generaciones más jóvenes. Además, ha establecido un servicio gratuito de Asesoramiento sobre Planificación Familiar, dirigido por voluntariado con formación que ofrece a la población de Malta información sobre sus opciones reproductivas.

La profesora Isabel Stabile es ginecóloga y pertenece a Médicos por el Derecho a Decidir (Doctors for choice) en Malta.

“Sabemos que es lo correcto. Y también que es inevitable. Estoy convencida de que cambiará la ley”, dice la Profesora Isabel Stabile.

“El discurso en torno al aborto en el país decididamente ha cambiado: para empezar, estamos hablando del aborto. Hace dos años ni siquiera podíamos hacer eso, era un tema totalmente tabú. Y en este sentido han sido útiles los casos reales de mujeres, como los de la página web break the taboo (rompe el tabú), repertorio de casos online creado por un grupo de jóvenes estudiantes, donde las mujeres pueden presentar sus historias de forma anónima.

Lo que me impulsa a seguir adelante, aparte de mis pacientes, es saber que es lo correcto. Y también que es inevitable. Estoy convencida de que cambiará la ley. Ahora somos el último bastión en la UE pero eso cambiará, es imposible que no cambie.

Hace años formulé un compromiso: hacer todo lo que estuviera a mi alcance para ayudar a quienes necesitan ayuda. Y eso incluye el aborto en condiciones seguras, porque los servicios de aborto son de atención a la salud, aunque algunos sectores en Malta puedan pensar que no.”

Lara Dimitrijevic creó la Fundación para los Derechos de las Mujeres (Women’s Rights Foundation, WRF), que dirige el trabajo de la coalición.

“Son las propias mujeres quienes me impulsan a seguir adelante, son mis ‘héroas’”, ha dicho Lara Dimitrijevic.

“Recibir apoyo a escala global ha supuesto una diferencia enorme para nosotras: es increíble que haya organizaciones en todo el mundo hablando de este asunto, ya sea en Europa, América Latina o Estados Unidos. Como activista, es importante saber que otra persona ha pasado por lo mismo que tú, saber y ver que no estás sola, que todas estamos juntas en esto. Es vital que se conozca fuera de Malta la pésima situación que vivimos en esta isla diminuta en medio del Mediterráneo, que mucha gente ni siquiera sabe que existe. Es una suerte contar con ese apoyo, venga de donde venga, porque nos indica que estamos logrando que cambien las cosas y que se escuche nuestra voz.

Relacionarnos con personas adolescentes y adultas jóvenes, ver cómo aspiran a liderar la lucha sobre este asunto gracias a sus firmes convicciones al respecto, para mí es un logro más de la coalición. Según una encuesta reciente , la gente, especialmente entre las jóvenes generaciones, está a favor de la despenalización del aborto. Y campañas como la de Seres Jóvenes Progresistas (Young Progressive Beings) son las que hacen crecer nuestra coalición. Promover el diálogo intergeneracional es una tendencia positiva para el futuro de nuestro país.”

Polonia: alarmantes retrocesos

En Polonia, el Tribunal Constitucional resolvió en 2020 restringir aún más el acceso al aborto al declararlo ilegal incluso en el supuesto de “defecto fetal grave e irreversible o enfermedad incurable que amenace la vida del feto”. Este retroceso socava gravemente el derecho a la salud ya que aboca al aborto clandestino o, si se tienen recursos, a viajar al extranjero para acceder a servicios de aborto.

La sentencia dio lugar a protestas multitudinarias en todo el país y también en el exterior, y puso el foco de la atención sobre organizaciones como la organización Aborto – Equipo Soñado (Abortion Dream Team), que viene luchando contra los intentos de restringir aún más el acceso a los servicios de aborto desde octubre de 2016, en torno a la época en que el partido gobernante Ley y Justicia (PiS) dio marcha atrás en sus intentos de prohibir totalmente el aborto a raíz de las protestas del “lunes negro”, en las que participaron millones de mujeres y hombres polacos.

“Sabíamos que nada iba a cambiar si no cambiaba la opinión de la sociedad sobre el aborto”, ha dicho Equipo Soñado, Polonia.

“Llevamos demasiado tiempo viviendo con la realidad de la prohibición del aborto, la penalización del aborto y el debate sobre el aborto enfocado en el feto. Apenas hay espacio para las personas reales con sus experiencias. Durante mucho tiempo, el aborto no se ha tratado como una parte real de la vida de las personas, sino como un dilema moral que debatir o un problema que resolver. Queríamos cambiar eso, hacer que se tome conciencia de que el aborto es algo normal y no una declaración política, sino que es una experiencia que vivimos muchas personas, con independencia de nuestra religión o creencias, educación o ideología política.

Vemos que la solidaridad, el apoyo y la empatía que ofrecemos a quienes intentan acceder a servicios de aborto ha servido para cambiar la situación. En primer lugar, vemos que ha ido creciendo la comunidad de personas que apoyan a otras. Vemos también a mucha gente que, cuando sale a protestar, no sólo expresa su opinión sino que además comparte información sobre las opciones posibles para alguien que necesita someterse a un aborto. Pensamos que la opinión pública sobre el aborto ha cambiado significativamente desde 2016, y que hay más personas involucradas en el movimiento.

Creemos que nuestro trabajo nos acerca al éxito. Va a paso lento, porque cuesta recuperarse de tantos años de estigma sobre el aborto, presente incluso dentro de los movimientos feminista y en favor del derecho a decidir. Ver el gran número de jóvenes queer que han participado activamente en las protestas también nos hace abrigar esperanzas. Para ese sector de la juventud es evidente que el aborto y los asuntos queer están estrechamente relacionados y sujetos a los mismos mecanismos de poder y abuso.

La educación ha tenido mucho que ver en las opiniones sobre el aborto que imperan en la actualidad. La falta de educación sexual sumada a la impartición de educación religiosa en la escuela, la propaganda antiabortista y una legislación restrictiva llevaron al convencimiento común de que el aborto es malo. La educación sexual no se ve como oportunidad de informar sobre las opciones y métodos que garantizan un aborto en condiciones seguras y de educar sobre el aborto como una parte de la sexualidad humana.”

Consecuencias de la COVID-19

La pandemia de COVID-19 expuso aún más la falta de acceso a los derechos sexuales y reproductivos, que ya formaba parte de la discriminación sistémica y estructural que sufren mujeres y niñas desde hace mucho tiempo. También puso más trabas al activismo para celebrar reuniones y hacer campaña en favor de ese acceso. Aun así, el trabajo de incidencia que realizaron llevó a algunos gobiernos europeos, entre ellos los de Francia, Inglaterra, Gales y Escocia, Irlanda, España y Alemania, a tomar medidas para facilitar el acceso al aborto médico, entre otras cosas ampliando los plazos legalmente establecidos, permitiendo la autoadministración en el propio domicilio y habilitando servicios de telemedicina para consultas.

Los gobiernos y grupos autoritarios que se oponen a la reforma pueden cuestionar este avance, pero son las voces de activistas valientes en todo el mundo las que están exigiendo mayor acceso a un aborto seguro, en la legislación y en la práctica. También hemos visto cambios reales en Corea del Sur, Tailandia , Argentina y México. La comunidad formada por estas/os activistas, unida, solidaria y con una visión común, es la que hace posible el cambio. Y con cada reforma positiva se crea impulso para continuar avanzando en relación con los derechos de las mujeres en todo el mundo.

Unión y fuerza en Irlanda

Jennifer Ryan es activista y pertenece a Interrupción por Razones Médicas (Termination for Medical Reasons, TFMR), grupo de apoyo y campaña que aspira a que se reforme la ley en Irlanda para permitir la interrupción voluntaria del embarazo en caso de anomalía mortal del feto. La campaña en favor de la reforma de la ley del aborto en Irlanda hizo posible que el 66,4% de los votos fueran a favor del “sí” en un referéndum celebrado en 2018 y que seguidamente se aprobara legislación para legalizar el aborto en Irlanda. La nueva ley ha sido un logro muy importante en Irlanda —y más allá— pero, como dice la propia Jennifer, “no es perfecta” y la campaña continúa.

“La unión y la fuerza que nos brindamos mutuamente es lo que realmente te sostiene”, Jennifer Ryan.

“El voto a favor del “sí” fue como una confirmación de que aquello que habíamos vivido, haber tenido que viajar para conseguir asistencia médica, estuvo mal, y de que la gente había reconocido que estuvo mal y nunca debió ocurrir. Y votamos a favor de corregirlo para las mujeres que vengan detrás. Parecía que llevábamos haciendo campaña una eternidad; para entonces yo ya llevaba seis años de campaña. Y la mayoría de las mujeres del grupo pasaban directamente de sufrir la pérdida a hacer campaña por lo que, con la indignación, el trastorno y el enojo que nos causaban las restricciones legales, nunca tuvimos realmente la oportunidad de hacer un duelo como es debido.

Nos emocionamos con los resultados de la votación, fue increíble saber que habíamos ganado por un margen tan amplio. Todo el sufrimiento, todas las apariciones en medios de comunicación, habían servido para algo, y nuestro trabajo había ayudado de verdad.

En Irlanda, la postura del gobierno respecto al aborto, los servicios de aborto y la Octava Enmienda estaba muy atrasada respecto a la opinión pública. Y ninguno de sus miembros quería tener nada que ver con el asunto, les daba demasiado miedo, porque pensaban que se crearía una división muy profunda. Pero, si se examinan los resultados de la votación, no fue para tanto. Hubo mucha gente que dijo que había que considerarlo, pero no ocupaba puestos de poder. Y estas conversaciones deben iniciarse en lugares de poder.

Al principio pensábamos realmente que estábamos chocando contra un muro, o gritando en el desierto, donde nadie te escucha; pero entonces surgieron más voces. Y después, el respaldo de una cantidad enorme de personas y toda la lógica del cambio en favor del derecho a abortar. Participar en eventos, como las marchas que organizamos, y las manifestaciones y demás, te transmitía un sentimiento de unión. Podías comprobar que no estabas sola en eso, ni gritando en el desierto. Y cuando has tenido un día pésimo y piensas que a nadie le importa, el hecho de que tener a otras personas y grupos alrededor que te dicen: ‘claro que nos importa, aquí seguimos’, esa unión y fuerza que nos brindamos mutuamente es lo que realmente te sostiene.

Y ahora también, evidentemente, saber que hemos logrado un cambio legislativo en Irlanda. Pero durante mucho tiempo no pensamos realmente que fuera a pasar nada. Y de repente empezó a crecer el impulso y la llama volvió a prender en la gente. Y fue increíble ver todo ese proceso.

Este año les toca revisar la legislación […] Realmente esperamos que la revisen con detenimiento, reconozcan que es demasiado restrictiva y la amplíen, para que más mujeres puedan recibir asistencia, con servicios de aborto médico o quirúrgico […] y revisen también los plazos, que siguen siendo muy restrictivos, considerando las dificultades que pueden atravesar las mujeres.”

El cambio es inevitable: San Marino

Los avances son continuos en Europa: el más reciente, una rotunda votación popular a favor de reformar la prohibición del aborto en San Marino, vigente desde hace 156 años. El referéndum, celebrado el pasado domingo 26 de septiembre, fue el resultado de un trabajo de campaña incesante por parte de activistas de los derechos de las mujeres y sus aliados en San Marino.

Elena D’Amelio pertenece al grupo feminista Unión de Mujeres de San Marino (Unione donne sammarinesi).

“No podemos dar por sentados nuestros derechos, en ningún momento”, Elena D’Amelio.

“Todos nuestros intentos de modificar la legislación a través de los instrumentos democráticos han sido frustrados por los sucesivos gobiernos a lo largo de los años, y por eso decidimos poner en marcha el referéndum. Era realmente el último recurso; pero sabíamos que debíamos recurrir a él porque el gobierno no tenía el valor de legislar. La campaña no ha sido fácil en absoluto, un referéndum siempre puede causar división y, emocionalmente, ha sido duro para toda la población.

No sabemos cuántas personas de San Marino se desplazan fuera del Estado para someterse a un aborto, pero sabemos con certeza que las hay. Y aunque sólo fuera una, seguiría estando mal: el Estado debe protegerla.

Como grupo hicimos todo lo que pudimos, nos reunimos con gente, hicimos campaña, usamos las redes sociales, aparecimos en televisión, estuvimos en debates y en las calles. También hicimos campaña contra grupos antiabortistas que no sólo están arraigados en San Marino sino que tienen el respaldo de la iglesia y del movimiento antiabortista en otros lugares, como Texas o Nepal. Nos sentimos un poco como David contra Goliat. Pero la población ha confirmado que los grupos antiabortistas son minoría en el país, y nos gustaría dar las gracias a todas las personas que nos apoyaron a lo largo de la campaña y dijeron sí al cambio.

La lucha que libramos puede parecer algo propio del pasado pero no es así, porque hay una gran reacción adversa hacia los derechos de las mujeres en todo el mundo. Y pienso que vigilar lo que pasa en San Marino también va a ser muy importante para comprender las fuerzas que socavan activamente los derechos de las mujeres en otros lugares. Es un país pequeño, parece una lucha pequeña, pero yo creo que es muy, muy importante. Y no podemos dar por sentados nuestros derechos, en ningún momento.”

Las nocivas y discriminatorias leyes sobre el aborto en Liechtenstein, Mónaco y el territorio danés de las Islas Feroe son las siguientes que está previsto impugnar.

En vista de la asombrosa lucha del activismo en favor de la reforma y del número creciente de mujeres valientes que denuncian públicamente el dolor y el daño que han sufrido al ser privadas de su derecho a unos servicios de aborto seguro, debemos tener esperanza en las posibilidades de cambio.