Martes, 19 de noviembre, 2019
Alexsayder Castellanos

“Sabemos que los problemas de las comunidades más deprimidas son responsabilidad del Estado, pero ante su imposibilidad de proteger el derecho a la alimentación, decidimos asumir de alguna manera la protección de este derecho a través de denuncias firmes, estudios y programas sociales”, declaró Maritza Landaeta, coordinadora del área de investigación de la Fundación Bengoa


Por: Alexsayder Castellanos

“Siempre digo que soy orgullosamente un ´producto hecho en Venezuela´ porque amo a mi país y el hecho de que haya tantas cosas que hacer para su reconstrucción me ha mantenido firme aquí a pesar de las adversidades”, señaló conmovida Maritza Landaeta, coordinadora del área de investigación de la Fundación Bengoa, una de las ONG más importantes del país en cuanto al tema alimentario de la que es fundadora y forma parte hace 19 años.

“Soy una trabajadora dedicada a la defensa del derecho a la alimentación y nutrición de los venezolanos, me he dedicado a eso todo el tiempo de mi actividad profesional. Vengo de la investigación del Centro de Estudios Biológicos sobre Crecimiento y Desarrollo, trabajé en la Cámara Venezolana del Medicamento (Caveme) y luego fui miembro fundador de Bengoa”.

Uno de los derechos más vulnerados en Venezuela es el acceso a alimentos básicos, de calidad y variedad. Cada día se hace más difícil que una familia pueda adquirir la canasta básica por el poco poder adquisitivo que tiene. Aunque no es pública una estadística oficial, muchas organizaciones locales han denunciado el repunte en los niveles de desnutrición en niños, adultos, mujeres embarazadas y personas mayores.

Incluso, la crisis alimentaria a construido en buena manera al aumento de la muerte neonatal, ya que estos niños “vienen al mundo sin que hayan recibido una carga nutricional adecuada durante su proceso de gestación”.

Ante este dramático panorama, hay defensores de derechos humanos que se han dedicado a denunciar la cara más dura del hambre con coraje y a brindarle una mano amiga a aquellas comunidades donde se come menos de tres veces al día. Una de ellas es Maritza, una de las caras más visibles de la exigencia pública de la garantía al derecho a la alimentación.

Como todo defensor que hace una denuncia pública, Landaeta ha sentido miedo a represalias, pero eso no la ha detenido y asegura que afortunadamente hasta los momentos no ha recibido agresiones de ningún tipo. “Dentro de la organización tratamos de ser muy creativos a la hora de pronunciarnos y siempre decimos lo que tenemos que decir porque sabemos que somos la voz de miles de personas que están pasando hambre y necesidades en cualquier rincón de Venezuela o somos la representación de alguna persona o víctima que no tiene la capacidad de que escuchen su voz”.

Pero su lucha no empezó con la llegada de la crisis hace unos 5 años atrás, su activismo lo ha desempeñado desde muy joven desde su ciudad natal en la Isla de Margarita. “Siembre estuve involucrada en el voluntariado con organizaciones civiles, pero el compromiso social de dedicarme a esto formalmente comenzó hace 50 años cuando me gradué como médico”.

Parte de lo que hace la defensora es educar a la población en el sentido amplio, sobre cuáles son sus derechos y cuáles son sus deberes como ciudadano porque dice que dentro del tema de alimentación hay una gran responsabilidad de enseñar y estimular para que sea la familia la que asuma parte de esa responsabilidad y pueda exigir, no solamente sus derechos, sino también pueda asumir sus deberes.

“Comer” es un derecho que no se puede dejar de lado

A pesar de la crisis, buscamos que las personas no desmejoren la calidad de su alimentación sencillamente porque este elemento es vital para la vida. La defensora afirma que desde la organización tratan de solventar los problemas de las comunidades más deprimidas en cuanto al tema alimentario. “Sabemos que es responsabilidad del Estado, pero ante su imposibilidad de proteger este derecho, decidimos asumir de alguna manera la protección de este derecho a través de denuncias firmes, estudios y programas sociales. Sin alimentación no hay desarrollo, democracia ni país”.

El acercamiento y sensibilización a las comunidades es esencial porque muchos no saben que alimentarse es un derecho que si no se garantiza se trastocan todos los aspectos de la vida.

“Nosotros aprovechamos todos los espacios que nos brindan para educar y escuchar de las comunidades vulnerables para saber qué está pasando. Hay algo que yo siempre digo: ´los problemas de la comunidad son de todos´; por lo tanto, si entramos con la voluntad de ayudar vamos a conseguir una receptividad significativa. Además, ahora el mayor alimento que se le puede llevar a una persona es sentarse a escuchar sus problemas y orientarla para que ella misma pueda encontrar alguna solución”, recalcó.

El aprendizaje de la crisis

Si bien es cierto que la crisis ha golpeado muy duro la dignidad del venezolano, no es menos cierto que también ha sido una oportunidad para reinventarse, buscar cómo resolver, fortalecerse y seguir adelante.

La defensora enfatiza en que se ha venido dando un proceso de superación muy interesante en Venezuela. Las personas están tomando consciencia de muchas cosas que antes no consideraban importantes. “El dolor siempre trae aprendizaje y hoy las personas se están haciendo muchas preguntas que las movilizan a la acción: ¿por qué está pasando esto?, ¿quién tiene la responsabilidad?, ¿cómo lo podemos superar? En base de ese último cuestionamiento, el trabajo de acompañamiento de defensores y la educación en derechos humanos que puedan brindar las organizaciones es fundamental para hacer frente a los retos que estamos enfrentando”. 

La supervivencia a través de estrategias ingeniosas se ha convertido en otro valor característico de las personas de Venezuela en los últimos años. “Nosotros nos hemos quedado asombramos cuando vamos a las comunidades y las personas ya tienen alianzas hechas o un plan de acción a seguir para resolver sus propios problemas. En muchas ocasiones salimos fortalecidos porque el venezolano tiene una gran capacidad de resiliencia y creatividad ante las cosas tan horribles y difíciles que nos están pasando”, señaló.

Resalta la respuesta de la sociedad a no quedarse con los brazos cruzados ante los problemas. “La cantidad de iniciativas, ideas y emprendimientos que hay para sacar a este país adelante me llena de energía”.  

Sinergia con otras ONG

Las organizaciones de la sociedad civil han entendido que ante la opacidad de la información y la poca respuesta estatal a los problemas sociales, la unión para denunciar las violaciones de derechos humanos que ocurren es la alternativa más eficaz para que el mundo sepa qué están pasando en Venezuela.

Landaeta se siente orgullosa por el trabajo articulado que se ha logrado con otras organizaciones para analizar y presentar propuestas que buscan mejorar las condiciones de vida de las personas. “Siempre buscamos incluir el trabajo de otras organizaciones en nuestros informes para que el resultado final esté robustecido con datos y opiniones de expertos en diferentes áreas sociales. Sentir que somos muchos luchando por la misma causa nos llena de fortaleza para seguir adelante”.

Su anhelo es poder vivir en un país donde los derechos humanos se garanticen plenamente y las personas participen activamente para mejorar el entorno donde habitan. “Quiero un país donde reine la democracia y haya libertad, pero también donde recuperemos no solo nuestros derechos sino también nuestros deberes. Por lo tanto, la educación al ciudadano es fundamental para poder disfrutar de una democracia íntegra y eso es lo que nos merecemos todos”.