Martes, 21 de enero, 2020
Hernandez, Jhosgreisy

Gustavo aconseja a los activistas formarse, aprovechar el tiempo, ser responsables y creer en el trabajo que se realiza por el bien común


Gustavo Adolfo Muñoz de 28 años de edad es egresado de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela (UCV), específicamente de la escuela de Bibliotecología y Archivología en donde se desempeñó como presidente del centro de estudiantes.

“Cuando me gradué de bachillerato no tuve la fortuna de ingresar directamente en la Universidad Central y en ese momento pensaba que todo pasaba por algo”, expresó.

Al cabo de unos años logró ingresar a la UCV, casa de estudio en la cual se graduaría como archivólogo en el año 2017.

Sin saberlo, su vida daría un vuelco, no solo en el ámbito universitario, sino también su futuro profesional. Gustavo, quien actualmente se desempeña como coordinador de proyectos de la Organización No Gubernamental Compromiso Compartido, se ha desempeñado en áreas diferentes.

“Trabajé organizando unidades de información, pero nunca deje de lado esa vena social que es a lo que me he dedicado desde hace tiempo. Actualmente, me honra desempeñarme en esta organización que tiene como misión fortalecer la aplicación de los derechos humanos y la gobernanza a través de tácticas innovadores y el empoderamiento ciudadano mientras que apostamos por el desarrollo y progreso del país”, explicó Gustavo Muñoz.

Activista en Venezuela

Gustavo inició militando en un partido político antes de ingresar a la universidad. “Estando ahí me di cuenta que lo mío no era la política sino la parte social. En su momento creamos una fundación que se encargaba de contactar con las comunidades frente a frente y ahí fue donde pude descubrir a que me quería dedicar”, expresó.

Uno de sus primeros trabajos fue en la Organización Techo, la cual se esfuerza por la erradicación de la pobreza en sectores vulnerables y busca, a su vez, crear un enlace entre las comunidades y todas aquellas personas que deseen colaborar.

 “Ser activista es algo que me llena, va con el estilo de vida que quiero y con mi sueño de aportar algo para el país”, declaró.

Gustavo también cuenta con una serie de participaciones en la organización Futuro Presente, específicamente en uno de sus programas bandera llamado Lidera, el cual es un proyecto de formación para múltiples jóvenes, siendo así egresado de la sexta cohorte y coordinador de la octava.

Posteriormente, comenzó en un Mundo Sin Mordaza en donde se mantuvo por dos años.

“Fui sub-coordinador de proyectos y luego coordinador del programa de activismo nacional que abrigaba el hacer seguimiento de nuestros 15 equipos en los diferentes estados del país. Todo a través de líderes estudiantiles y sociales que quisieran ser promotores de los derechos humanos”, comentó Gustavo.

Recientemente culminó su tiempo en Un Mundo Sin Mordaza y ahora se encuentra en Compromiso Compartido, donde dirige su especial atención al proyecto Creaciones Ciudadanas. “Nuestro primer plan se basa en formar a jóvenes de sectores vulnerables en materia de cine y muralismo. Al final de su formación, los beneficiados en cine deberán escribir, dirigir y grabar su propio cortometraje, mientras que en el área de muralismo se busca incentivar a todos los chicos a intervenir en los muros de su comunidad para que se haga una ruta artística en su barrio”, expresó.

Su experiencia en el liderazgo

Ser simpatizante o activista en Venezuela es una tarea admirable que amerita tiempo y dedicación debido a las distintas necesidades de cada comunidad. “Tuve miedo al iniciar en las organizaciones como voluntario, pero cuando comencé a indagar de manera más profunda en este mundo me di cuenta que era un entorno maravilloso el cual podía cambiar el curso del país”, afirmó.

Conocer a fondo cada organización, las personas que trabajan en ella, su misión y visión es inspirador para sumarse al grupo de los que exigen la garantía de derechos humanos.

“Cuando te encuentras en un contexto país como el de Venezuela, asumir roles de importancia, defensa y activismo se convierte en un tema frágil porque la mayoría del tiempo estamos visteados por el Estado. Sin embargo, esto no nos detiene y seguimos trabajando por nuestra meta, pero asumiendo medidas de protección que nos hagan sentir cómodos y seguros”, alegó.

Pese a todos los inconvenientes, Gustavo se mantuvo firme frente a su idea de ser activista y de respaldar los derechos humanos.

Defensor hoy y siempre

Luchar por los derechos humanos se convierte en una vocación necesaria para la evolución del país. “El que te llamen líder o defensor es una gran responsabilidad porque debes hacer que las personas se sientan a gusto y que entiendan que estás ahí para ayudarlos de una forma u otra”, declaró.

Gustavo admite que se ha sentido en riesgo por ser voluntario, pero acepta que los resultados valen la pena.

“Siempre he dicho que los activistas no somos delincuentes, todo lo contrario, trabajamos por mantener un equilibrio, defender y promover los derechos humanos porque sabemos qué hacemos lo correcto”, testificó.

“Cuando estuve en Un Mundo Sin Mordaza, un lugar en donde se promueve la libertad de expresión, muchas veces tuvimos que organizar giras nacionales y viajar. No era nada fácil porque debíamos tener cuidado. Siempre ha existido ese acoso por parte de los cuerpos de seguridad” expresó.

A pesar de todas las circunstancias adversas, Gustavo admite que la meta es Venezuela, su restauración y el darles una oportunidad de crecimiento a todas las personas.

A Gustavo lo mueve la justicia social y todo lo que ha sido poder trabajar en pro de la reconstrucción del tejido social en el país. “Mentiría si dijera que el problema de Venezuela es netamente político, el inconveniente también es social y cultural, debemos entender que los cambios comienzan por nosotros mismos y por el hecho de ser ciudadanos” admitió.

Un sinfín de experiencias

La cercanía de las personas, afirma Gustavo, es siempre la experiencia más gratificante. “Cuando trabajaba en Techo se construían viviendas transitorias hechas con madera a personas que viven en pobreza extrema y condiciones de hacinamiento”, dictó.

El respeto y agradecimiento que tienen las personas cuando las ayudas es algo impresionante porque en el camino también se dan cuenta que hay esperanzas y que muchas personas están trabajando para que sus derechos sean reconocidos.

 “Actualmente, lo más gratificante es ver la satisfacción de los jóvenes que están o no escolarizados pero que quieren superarse y el día de mañana vivir del diseño y el área audiovisual” declaró.

El liderazgo amerita una evolución constante

“Me faltan todavía muchas cosas por aprender como tener más herramientas y más formación para lograr ayudar en mayor medida a todos los líderes comunitarios que trabajan diariamente por su comunidad y para apoyar a los jóvenes que nos piden que nos quedemos por más tiempo enseñándoles temas nuevos” aseveró.

“Las personas que están a nuestro alrededor no se dan cuenta que su hijo, primo, hermano, sobrino o conocido puede de alguna manera ser partícipe de los cambios en el país. Sin embargo, mi madre entiende que estoy poniendo mi grano de arena para la construcción del país y me apoya para que siga en esto”, alegó.

Gustavo aconseja a los activistas formarse, aprovechar el tiempo, ser responsables y creer en el trabajo que se realiza por el bien común. “Al final la formación, la dedicación y la pasión que le fijen las personas a sus metas determinará el logro de los objetivos y si se hace en conjunto buscando el bienestar general, será mucho más fácil”.

Sigue a Gustavo Muñoz en sus redes sociales: @Gadolfom