Miércoles, 29 de mayo, 2019

En Kazajistán seguimos sin poder llamar a la menstruación por su nombre. La gente utiliza eufemismos como “la tía roja”, “esos días” o “el ejército rojo”. Mi mamá es pediatra, y cuanto tuve mi primera regla me dio un trozo de tela, sin explicarme para qué era ni cómo utilizarlo


“El mes.” “Esos días.” “El periodo.” Mucha gente prefiere no llamar a la menstruación por su nombre. Pero hay partes del mundo donde el estigma en torno a la menstruación va mucho más allá de los eufemismos. Para algunas niñas, menstruar supone estar escondidas en corrales o tener prohibido entrar en sus casas; otras no tienen medios para adquirir tampones y compresas y tienen que arreglárselas con trapos. Algunas mujeres incluso han sido detenidas o interrogadas por desarrollar actividades pacíficas para acabar con este estigma.

No obstante, las cosas están empezando a cambiar. Hemos hablado con cinco brillantes activistas de los derechos humanos que están rompiendo los tabúes existentes en torno a la menstruación.

La activista lesbiana, bisexual y queerZhanar Sekerbayeva, de 36 años, es fundadora de Feminita, una iniciativa que promueve el feminismo y la proteccion de los derechos de las mujeres lesbianas, bisexuales queer de Kazajistan. 

En Kazajistán seguimos sin poder llamar a la menstruación por su nombre. La gente utiliza eufemismos como “la tía roja”, “esos días” o “el ejército rojo”. Mi mamá es pediatra, y cuanto tuve mi primera regla me dio un trozo de tela, sin explicarme para qué era ni cómo utilizarlo. En el colegio, si la regla le cala la ropa a una niña, todas se ríen de ella, y la profesora la manda a casa. Hay personas que entierran fuera las bragas con sangre, mientras que otras utilizan trapos contaminados, que les causan daños reproductivos.

Hay que hacer algo. Por eso me uní en Almaty (Kazajistán) a un grupo de protesta pacífica para participar en una sesión fotográfica que tenía por objeto abordar los tabúes en torno a la menstruación. Llevábamos carteles con lemas y dibujos hechos a mano. Cuando acabó la manifestación me fui a una cafetería, y al salir había siete policías esperándome. Me dijeron que fuera a la comisaría y que, si no lo hacía, utilizarían la fuerza física.

Me acusaron de gamberrismo. Fui interrogada por una jueza que me hizo incesantes preguntas sobre el cartel que llevaba. También me preguntó cosas como “¿está casada?”, ¿tiene hijos?, ¿está embarazada?”.

Le dije que era abiertamente lesbiana y que me preguntara por mi pareja, no por mi esposo. Fue una experiencia interesante, aunque angustiosa y aterradora, pero cuando veo una injusticia, tengo que hacer algo.

Twitter: @moorlandiya
Sitio web: http://feminita.kz/

Hazel Mead, de 23, es una activista e ilustradora de Reina Unido

Reino Unido es más progresista que muchos otros países, pero cuando empecé a crecer siempre me daba vergüenza tener la regla. Creo que es porque no se hablaba de ella en el colegio, y cuando se mencionaba era siempre con un montón de eufemismos; el mío era “el mes”. Además, era algo de lo que no se hablaba con los hombres, lo que fomenta esa idea de que la menstruación es algo vergonzoso y secreto. En el colegio, e incluso en el trabajo, llevaba una compresa escondida en la manga o me ponía siempre algo con bolsillos los días de la regla.

Utilizo una ilustración para comenzar las conversaciones sobre la regla y normalizarla. Casi al principio de mi trabajo empecé a crear obras satíricas sobre el impuesto sobre los tampones tras asistir a la protesta de #FreePeriods. Colaboro a menudo como dibujante voluntaria con Bloody Good Period, porque creo totalmente en el trabajo que realizan para conseguir que las personas sin hogar y solicitantes de asilo tengan acceso a productos para la regla. También participé en la campaña de Freda para que los hoteles, los colegios, las líneas aéreas y las oficinas ofrezcan productos para la regla gratuitos. En mi vida personal hablo también mucho más de mi regla. Ya no utilizo eufemismos, llamo a las compresas y los tampones “productos para la regla”, no “productos higiénicos”, como si la regla fuera algo sucio.

Este año, el gobierno británico ha anunciado que a partir del próximo curso académico suministrará productos para la regla gratuitos a los centros de educación secundaria y superior. No ha sido obra mía, pero he participado en este movimiento que hace todo el trabajo de campaña en favor del cambio. Hay todavía mucho que hacer para acabar con los tabúes y las injusticias menstruales, pero poco a poco, mientras sigamos haciendo ruido, veremos los cambios.

Instagram: @hazel.mead 
Twitter: @hazelmeadart 
Sitio web: hazelmead.com

Samikshya Koirala, de 21 años, es una joven ejecutiva de Amnistia Interncional Nepal

En Nepal, a las niñas que están menstruando pueden tenerlas hasta 15 días apartadas del sol y de los hombres. A algunas incluso las recluyen en corrales; es una tradición conocida como chhaupadi.

Yo tenía 11 años cuando me vino la regla por primera vez. Se estaba celebrando un gran acontecimiento en mi casa, pero no me permitieron ir porque estaba menstruando. Me tuvieron escondida lejos de allí, en una habitación oscura de la casa de unos familiares. Había estado esperando ese acontecimiento con mucho entusiasmo, así que lloré hasta que se me hincharon los ojos.

Me tuvieron cinco días escondida. Cuando salí no se me permitió tocar a los miembros varones de mi familia durante 11 días ni entrar en la cocina durante 19. No tenía valor para decir a mis amigas dónde había estado; era la primera niña de mi clase que tenía la regla y estaba muy asustada

Un día llegaron a mi colegio un grupo de mujeres jóvenes para hablarnos de la menstruación. Fue el día en que todo cambió: nos enseñaron muchas cosas y nos empoderaron con conocimiento para combatir las tradiciones. Al principio, mi familia se enfadó, y tuve que hacerla entender que teníamos esta tradición porque antes era mucho más difícil arreglárselas con la menstruación. Pero ahora tenemos compresas y es mucho más limpia. Fue un proceso difícil, pero ya no hay restricciones en torno a la menstruación en mi familia.

Formo parte del Grupo de Estudiantes de Amnistía Internacional de la Universidad de Katmandú y estoy cambiando la forma de ver la menstruación en general que tiene la gente. Hacemos vídeos, organizamos mítines y realizamos programas comunitarios en zonas rurales para los niños y para las niñas. Nos llena de orgullo oírles hablar abiertamente de estas cuestiones.

En Nepal tenemos que empezar a cambiar la mentalidad de la gente sobre las supersticiones acerca de la menstruación, y creo que de momento estamos haciendo un excelente trabajo.

Instagram: @koiralasamikshya2016

Poulomi Basu, de 36 años, es una artista transmedia y activista de India

Me crié en un hogar hindú patriarcal de India, así que conozco bien el uso de los ritos y las tradiciones como mecanismo de control de las mujeres. Cuando empecé a tener la menstruación no me permitían entrar en la cocina durante la regla ni podía participar en ninguna fiesta. Sólo podía librarme del control patriarcal y las prácticas y tradiciones irracionales marchándome de casa. Muchas mujeres que se crían en circunstancias parecidas no tienen esta posibilidad.

Conocí a Tula, niña de16 años, de Nepal, a quien prohíben realizar las tareas domésticas durante la regla y que trabaja de porteadora para contribuir a los ingresos de la familia. Lleva de todo, desde leña hasta pesadas antenas parabólicas con las que recorre largas distancias por abruptos caminos para que familias ricas puedan ver la televisión. Puede tardar tres días en hacer un viaje, por el que le pagan el equivalente a 20 céntimos de dólar estadounidense. Al mismo tiempo estudia para aprobar los exámenes en el colegio.

Lakshmi, mujer de Nepal que tiene que mantener sola a sus tres hijos de corta edad, es obligada por su suegra a exiliarse cuando tiene la menstruación. Su hijo Roshan, de cinco años, es demasiado pequeño para estar sin ella y tiene que soportar también el exilio. A pesar de todos los obstáculos, Lakshmi conserva incólume el instinto de proteger y mantener a sus hijos. Su caso pone de manifiesto la resiliencia de la mujer ante esta forma de violencia y estigma.

He visto incluso a mujeres a las que se envía al exilio cuando están sangrando después de dar a luz , pese al peligro que entraña para la salud materna y reproductiva.

Me asocié con Water Aid para emprender la campaña “Ser niña”, dirigida a proporcionar compresas reutilizables a 130.000 niñas de todo Nepal, India y partes de África. También colaboré con Action Aid para emprender la campaña “Mi cuerpo es mío” a fin de que las mujeres hablen sin reservas y reivindiquen el discurso sobre su cuerpo. Por medio de potentes creaciones artísticas y narraciones, películas de realidad virtual y talleres, fomentamos la capacidad de acción de las mujeres y las ayudamos a alzar la voz contra la violencia. El arte tiene el poder de cambiar los corazones y las mentes.

Por último, nuestros esfuerzos han contribuido a ejercer presión sobre el gobierno nepalí, que finamente penalizó la costumbre conocida como chhaupadi en 2018. Aunque es un gran avance, en algunas comunidades esta decisión no ha hecho más que convertir la costumbre en una práctica clandestina. Por eso este trabajo es más importante que nunca.

Instagram: @poulomi07
Twitter: @poulomibasu
Sitio web: http://www.poulomibasu.com/

Haafizah Bhamjee, de 22 años, es una jover estudiante y activista de Sudàfrica

Existe pobreza en torno a la regla, especialmente en la universidad. Ni siquiera puedes hablar de la menstruación, y no digamos ya de si puedes permitirte comprar productos de higiene, así que las chicas sufren en silencio. Es deshumanizante.

Mis amigas y yo estamos tratando de cambiar esta situación mediante nuestra campaña #WorthBleedingFor. La mayor parte de la gente piensa que la universidad es un lujo reservado a los ricos, pero no lo es. La gente pobre también va a la universidad. Hay estudiantes que duermen en la biblioteca o que hacen cola para recibir paquetes de alimentos, y la falta de acceso a compresas es un auténtico problema. Estamos presionando para que las universidades instalen dispensadores de compresas en los aseos y nos hemos puesto en contacto con el gobierno local para que proporcione compresas gratuitas a las chicas en los colegios. También estamos animando a las chicas a que hablen de su situación.

Sienta bien ver a gente actuar. El cambio es gradual, pero emocionante. Un grupo de chicas incluso ha hecho un vídeo sobre #WorthBleedingFor en el que se muestra nuestro trabajo de campaña. Saber que tenemos impacto es maravilloso.