Lunes, 16 de julio, 2018
Moncada , Alicia

Los tratamientos necesarios para luchar contra el cáncer se hacen cada vez más inaccesibles frente a la profundización de la emergencia humanitaria ¿Está el gobierno venezolano condenando a muerte a quienes enfrentan el cáncer de seno?


“Venezuela está enferma como nosotras, pero sé que saldremos adelante” afirma Mildred Varela a las mujeres que -como ella- enfrentan el cáncer de seno en el Hospital Oncológico Luis Razetti de Caracas. Todos los jueves Mildred dirige una actividad de motivación en los pasillos del hospital y trata de compartir la  fuerza que ha encontrado dentro de sí misma. A pesar de padecer una enfermedad potencialmente mortal en un país que agoniza.

Sin embargo, esta activista de Aconvida, organización que lucha contra el cáncer y acompaña el doloroso y transformador proceso de enfrentar la enfermedad, sabe que todas sus charlas se realizan ante un público abatido por la desesperanza.

Las miradas melancólicas y tristes de las mujeres que esperan en el Oncológico Luis Razetti tienen una razón: la tortuosa odisea de sobrevivir al cáncer en la emergencia humanitaria de Venezuela.

Carcomidas por la angustia son además víctimas de una obstinada postura estatal que desconoce  ante los organismos de Naciones Unidas la crisis en salud, negándose a actuar para mitigarla.

Sin diagnóstico, medicamentos y cirugía

Una vez que se presume la aparición del cáncer se requieren aproximadamente 10 estudios, entre pruebas de imágenes y evaluaciones patológicas, para llegar a diagnósticos certeros. Quienes ya cuentan con un diagnóstico, deben realizarse exámenes que evalúen el progreso o la erradicación de la enfermedad.

Una tarea nada fácil en un país donde la Encuesta Nacional de Hospitales expuso que el 100% de los servicios de laboratorio, 97% de tomógrafos, 85.5% ecógrafos y 94% de RX de los centros hospitalarios públicos- en Venezuela- se encuentran entre inoperativos y con servicio intermitente.

En una visita pudimos comprobar que, en 5 de los principales hospitales de Caracas*,  el 100% de los equipos de resonancia magnética no funcionan. Es el mismo estado de los servicios de anatomía patológica, lo que imposibilita realizar cualquier tipo de biopsias.

Los hospitales oncológicos de Caracas sumidos en una aguda crisis, ofrecen escasos e intermitentes estudios a sus pacientes. En el oncológico Luis Razetti, la gammagrafía ósea, examen necesario para detectar si el cáncer se ha diseminado en los huesos, se realiza solo a pacientes que suministren el contraste.

La situación es más grave en el Oncológico Padre Machado, donde que no es posible realizarse estudios de imaginología o laboratorio. Declarado en paro técnico, sus únicos visitantes son el escaso personal que aún se mantiene luchando por sueldos dignos e insumos para la atención.   

De los 5 hospitales visitados, todos reportan la inoperatividad de los servicios de mamografías, a pesar de ser  fundamental para detectar el cáncer de mama en sus etapas iniciales. Las unidades móviles, que fueron habilitadas para este estudio -en el marco del Programa Nacional contra el Cáncer- no prestan servicio en la ciudad de Caracas.

Los exámenes de laboratorio están completamente vedados en los centros hospitalarios visitados. La justificación es la carencias en los insumos y reactivos para el análisis de las muestras.  Estudios como las pruebas genéticas de BRCA, que miden la predisposición al cáncer de mama, no se realizan en el país.

Esta situación explica las razones por las cuales mujeres como Alexandra** se demoran  casi un año en realizar todos los estudios que sus médicos exigen para postularla como candidata a la cirugía. Agotada explica: 

“recorro Caracas completa, de este a oeste, con esta crisis de los autobuses, sin dinero en efectivo, sin posibilidad para pagar un taxi, con un metro colapsado, buscando un hospital en donde funcionen las máquinas. Hay días que me provoca sentarme a llorar. Tener cáncer y vivir en Venezuela es una doble condena”

Los tratamientos necesarios para luchar contra el cáncer se hacen cada vez más inaccesibles frente a la profundización de la emergencia humanitaria. 

El desmantelamiento de los quirófanos de los centros de salud públicos, por falta de insumos y personal de atención, es una situación ampliamente denunciada por los gremios médicos. La organización Médicos por la Salud apunta que el 73% los quirófanos hospitalarios del país están fuera de servicio, por lo que extirpar el cáncer a través de una cirugía es una tarea casi imposible.

Génesis Marcano tiene un año esperando por la cirugía que la liberará parcialmente del cáncer. Sin embargo, la prolongada espera recrudeció el grado de su enfermedad. Entre lágrimas afirma:

“En otro país yo me salvo. En Venezuela por esperar tanto tiempo la cirugía sé que estoy a punto de un grado 3. Eso para mí ahora significa esperar la muerte”

La radioterapia, fundamental en el tratamiento del cáncer y que contribuye a disminuir los síntomas de la metástasis, solo se realiza en el Hospital Domingo Luciani. Lugar en el que además se reporta que el rango de espera por el tratamiento es de 1 año y medio a 2 años.

Cuando conocimos a Rosalba***, estaba sentada esperando su cita médica. Aunque su esperanza de sanar es fuerte, sabe que cada día que pasa sin recibir la quimio es potencialmente mortal. Nos cuenta:

“Vengo todas las semanas, pero esperar y sin respuestas claras es lo que más me duele. La incertidumbre es mil veces peor que el dolor físico, prefiero que me digan ¡no hay, váyase! que esta angustia de si habrá o no quimio para mí. Mis hijos me quieren sacar del país por eso.  Al principio no quería, ahora lo estoy pensando porque el cáncer me va a matar si no recibo el tratamiento.”

En el interior del país, la situación es muchísimo peor. El único servicio oncológico del estado Apure, al sur del país, carece de radioterapia. De igual forma, en el estado Aragua el desmantelamiento del servicio de radioterapia de los centros de salud públicos en Maracay hace que tener cáncer de seno y querer permanecer en la ciudad sea un sinónimo de muerte.

Hasta el 2015, era posible encontrar  algunas formulaciones de medicamentos coadyuvantes. Ana Cedeño de Aconvida recuerda que en la lucha contra el cáncer de seno tomar los medicamentos indicados da fuerza, seguridad y esperanza  para seguir batallando contra la enfermedad, en cambio, el carecer de ellos, desgarra la vida:

 “En cuanto dejas de tomar los medicamentos la cabeza se pone gigante, uno se dice a sí misma: ¿dios mío será que se acerca el final de mi vida?, porque esta es una enfermedad terrible en la que una tiene cualquier probabilidad de fallecer si no se cuenta con la atención adecuada.”

Indhira Corredor, paciente y activista contra el cáncer, agrega:

“Cuando dejas de tomar  los medicamentos lo siguiente es una histerectomía, quitarte tu útero y tus ovarios para que no se vaya el cáncer  hacia allá.  Después van a las suprarrenales hasta que llegan a la hipófisis. Todas esas son operaciones que, en este contexto de Venezuela, no se pueden hacer y que -de poderse hacer- implican una mutilación.  Todo por la falta de un medicamento”

A la escasez de medicamentos se aúna que las drogas, suministradas eventualmente en los centros de salud públicos, son entregadas sin considerar las especificidades de cada paciente, lo que índice negativamente en el proceso de recuperación. 

Los tratamientos adyuvantes, que reducen el riesgo del retorno del cáncer posterior a la intervención, tampoco son accesibles. Desapareciendo por completo tanto de las farmacias gubernamentales como de los pocos establecimientos privados que las ofrecían.

 “No aceptar la ayuda humanitaria es condenarnos a muerte”

El cáncer de mama se ubica en el segundo puesto de mayor incidencia mundial con un estimado de 1,15 millones de nuevos casos en el mundo, siendo el más mortífero entre las mujeres de 20 a 59 años.

Entre las venezolanas, hasta el 2013 tenía una incidencia de 5.668 casos anuales y la mortalidad 2.067 casos, siendo el 3,62% del total de mortalidad registrada en Venezuela. Para el 2017, la Sociedad Venezolana Anticancerosa  indicaba que el cáncer de mama pasaba de tener una incidencia intermedia a ocupar el primer puesto en la lista, lo que implica su ascenso entre las principales causas de mortalidad de las mujeres venezolanas.

A pesar de ser un problema de salud pública que requiere de medidas para su atención y control, en el país no existen políticas públicas específicas para su abordaje. Una situación que en condiciones normales contribuye al aumento de la tasa de mortalidad y que resulta agravada por una crisis humanitaria que incrementa las posibilidades de morir por causa de enfermedades que, de diagnosticarse a tiempo y con las condiciones adecuadas, pueden ser derrotadas.

Si en la mayoría de los países de la región es posible sobrevivir al cáncer de seno, Venezuela no es el caso.

El gobierno venezolano debe generar condiciones favorables para la mitigación del sufrimiento de quienes luchan contra cáncer aceptando la ayuda humanitaria y reestructurando sus planes y programas hacia un enfoque preventivo, que trascienda la política asistencialista e inmediatista que caracteriza a la salud pública en Venezuela.

Se hace imperativa la recepción de ayuda humanitaria en medicinas, equipo sanitario y de diagnóstico, así como la confirmación de un acuerdo entre el gobierno venezolano y organismos como la Organización Panamericana de la Salud, tal como lo exigen diversas organizaciones de la sociedad civil que vaya más allá de los declarativo e implique acciones concretas en conjunto con diversos actores de la sociedad venezolana.

La crítica situación de quienes luchan contra el cáncer de seno debe ser un tema prioritario para las instituciones gubernamentales con competencia en Derechos Humanos, pero especialmente, aquellas cuyo mandato es la protección de las mujeres.

La privación de servicios de salud oportunos y de calidad para la atención de los tipos de cáncer que afectan la salud sexual y reproductiva es un impedimento para el desarrollo de las potencialidades de las mujeres venezolanas.

La omisión del sufrimiento de esta población es una forma estatal de violencia contra las mujeres, pues atenta contra los derechos sexuales y reproductivos, inseparables del derecho a la salud y a la libertad de disponer del propio cuerpo. Esta omisión, así como la deslegitimación de las exigencias de estas pacientes, implica un control sobre sus vidas, de sus cuerpos y sexualidad. Cuerpos sobre los que el gobierno venezolano parece disponer muerte.

Cada respiro de mujeres como Mildred Valera, así como las demás pacientes y activistas contra el cáncer de seno,  es un acto político de resistencia que reclama tanto la salud sexual y reproductiva de las venezolanas como la dignidad humana, que tal como afirma Mildred: “es lo único a lo que podemos aferramos en esta tormenta que es la emergencia humanitaria.”

 

*: Hospital Universitario de Caracas, Hsopital Oncológico Luis Razetti, Hospital Oncológico Padre Machado, Hospital Dr. José Gregorio Hernández y Hospital Domingo Luciani. 

** y *** : Nombres ficticios