Lunes, 16 de julio, 2018

“El fin de las hostilidades con Etiopía es un momento de júbilo para la población de Eritrea, pero debe ir seguido de reformas tangibles que supongan una verdadera diferencia en la vida diaria de las personas y acaben con décadas de represión en el país”, ha dicho Seif Magango, director regional adjunto de Amnistía Internacional para África Oriental, el Cuerno de África y los Grandes Lagos


La mejora de las relaciones de Eritrea con la vecina Etiopía es una buena oportunidad de mejora de la protección de la gran variedad de derechos humanos que se lleva negando desde hace mucho tiempo a la población eritrea, como los derechos a la libertad de expresión, reunión pacífica, circulación y juicio justo, ha dicho Amnistía Internacional ante la histórica visita del presidente Isaias Afwerki a Addis Abeba este fin de semana.

Amnistía Internacional pide a las autoridades eritreas que pongan fin de inmediato a las violaciones y abusos contra los derechos humanos, incluida la persecución de minorías religiosas y el reclutamiento militar obligatorio.

“El fin de las hostilidades con Etiopía es un momento de júbilo para la población de Eritrea, pero debe ir seguido de reformas tangibles que supongan una verdadera diferencia en la vida diaria de las personas y acaben con décadas de represión en el país”, ha dicho Seif Magango, director regional adjunto de Amnistía Internacional para África Oriental, el Cuerno de África y los Grandes Lagos.

“Todas las personas deben poder expresarse libremente, tanto en la calle como en los medios de comunicación, incluidas las redes sociales, sin temor a ser victimizadas por las autoridades. Todas las personas detenidas únicamente por ejercer sus derechos humanos, incluido el de protestar contra el gobierno, deben ser puestas en libertad de inmediato y sin condiciones",

Actualmente hay miles de ciudadanos y ciudadanas de Eritrea encarcelados simplemente por expresar su opinión, incluidos activistas de derechos humanos y 15 opositores políticos detenidos en 2001.

Eritrea es la mayor cárcel de periodistas de África, y ocupa el penúltimo lugar del mundo en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros sin Fronteras para 2017. El último medios de comunicación independiente del país fue clausurado hace 17 años.

Mientras, miles de ciudadanos y ciudadanas, incluidos menores, son obligados a recibir entrenamiento militar y a servir en el ejército, una política que ha hecho que muchos jóvenes huyan del país.

“El reclutamiento forzoso en Eritrea de jóvenes, en ocasiones de tan sólo 15 o 16 años, es una práctica vergonzosa que ha socavado los derechos de miles de personas y creado toda una generación de personas refugiadas eritreas”, ha dicho Seif Magango.
 
“La paz con Etiopía supone una oportunidad de que las autoridades eritreas acaben con esta política y entren en una era de respeto por los Derechos humanos, incluido el derecho a la libertad de religión.” ​