Miércoles, 03 de octubre, 2018
Alvarenga, Luis Miguel

La directora del Centro de Justicia y Paz (Cepaz), Beatriz Borges, ha trabajado desde hace más de 15 años por lograr que el Estado venezolano garantice los derechos de todas las personas y atienda las exigencias de las víctimas, quienes han sufrido las consecuencias de la violencia armada, la escasez de alimentos y medicinas y la acción desmedida de los cuerpos de seguridad


Defender derechos humanos en Venezuela significa tener compromiso, convicción y entendimiento de la situación, ya que su labor no surtirá efecto en el corto plazo, sino que las futuras generaciones podrán vivir los cambios impulsados desde el presente.

Esa es la visión de la abogada y directora del Centro de Justicia y Paz (Cepaz), Beatriz Borges, quien desde hace más de 15 años ha trabajado por lograr que el Estado venezolano garantice los derechos de todas las personas y atienda las exigencias de las víctimas, quienes han sufrido las consecuencias de la violencia armada, la escasez de alimentos y medicinas y la acción desmedida de los cuerpos de seguridad.

Desde 2013, Cepaz ha promovido y defendido los valores democráticos, los derechos humanos y la cultura de paz en Venezuela[1], a través de proyectos sobre empoderamiento femenino, la formación de activistas y la conformación de redes de defensores en todo el país. Además, han mantenido la campaña 12 acciones por la paz como bandera para el cambio de la sociedad.

“En esta emergencia humanitaria compleja hay una conjunción de grandes dimensiones en la violación de los derechos civiles, políticos, sociales, económicos, culturales y ambientales”, enfatiza Borges al explicar la situación actual de Venezuela y por la cual es cada vez más necesario que se defiendan los derechos humanos.

Además, Borges señala que “los derechos humanos están basados en la dignidad humana y, en este caso, la dignidad de los venezolanos ha sido atacada y vejada en todos los sentidos, por eso se habla de una violación masiva de los derechos”.

Esa misma situación de emergencia humanitaria ha generado un ambiente muy inseguro para quienes actúan a favor de las víctimas. “En el contexto de Venezuela, sobre todo en los últimos años, dedicarse a la defensa de los derechos humanos es una labor riesgosa, pero que tratamos de afrontar con valentía. Lamentablemente, se ha hecho parte de la cotidianidad del trabajo de los defensores recibir amenazas, ser nombrado por altos dirigentes oficialistas y criminalizar el trabajo que hacemos por ayudar a otras personas”, apunta.

Entre las situaciones más difíciles que ha enfrentado Borges se encuentran los señalamientos a los que fue objeto cuando se encontraba en una audiencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en la que se solicitaba la aplicación de la Carta Democrática de la Organización de Estados Americanos (OEA).

“Cada vez que tengo que salir del país porque tengo que participar en un evento internacional o para dar información sobre Venezuela ante organismos de defensa de los derechos humanos, mi familia lo resiente y tiene miedo sobre lo que me pueda pasar”, recuerda.

Defender desde las aulas

La labor de Borges no inició desde hace poco, ya que desde sus estudios como abogada estuvo vinculada a actividades de índole social como asesoría jurídica en las zonas más populares de Caracas. Además, ha formado parte del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello por más de 10 años y durante ese mismo período ha colaborado en mejorar procesos organizativos de la administración pública.

“Me considero defensora activa con el doble sombrero de ser académica y abogada. Tengo una vocación hacia la enseñanza de los derechos humanos, especialmente los impartidos a nivel universitario y de postgrado”.

Sin embargo, se involucró de lleno con los derechos tras participar en modelos internacionales de cortes judiciales, ya que desde ese momento entendió que con sus aptitudes y su vocación de ayudar a las demás personas podría encaminarse con éxito en el mundo de la defensa de derechos.“Entendí que ese accionar por el bienestar de otros, porque el Estado cumpliera sus obligaciones, por procurar la justicia y la igualdad era algo que me hacía sentir feliz”.

Aunque defender derechos humanos no le permita tener mucho tiempo libre, los pocos momentos que tiene libre los dedica a la crianza de sus hijos y compartir con su familia.

Trabajar para el futuro

“Sin derechos humanos no hay posibilidad de que exista una sociedad justa”, sentencia Borges para destacar los motivos por los cuales es necesario que sean respetados, garantizados, defendidos y, cuando sean vulnerados documentados, denunciados y difundidos.

Por eso, trabajar para que todas las personas disfruten de sus derechos es una de las motivaciones principales para continuar actuando, superando retos y asumiendo los riesgos que anteriormente mencionados.

“Creo que lo que me planteo como satisfacción personal es ver cómo el trabajo que se hace cambia la vida de las personas. Por eso, uno de mis grandes logros es contar con una lista de amigos y compañeros que se dedican a defender los derechos humanos. Mucho de ellos lo hacen porque siguen creyendo en los valores que en un momento nosotros les dimos en el pasado”.

Para Borges no hay otra opción que seguir trabajando por exigir a las autoridades las garantías a los derechos humanos, la investigación de todas las violaciones cometidas y tomar medidas para que los venezolanos no sigan padeciendo las consecuencias de las crisis económica, social y de salud.

“Ahora en Venezuela hay un contexto muy adverso, donde ejercer la defensa de los derechos humanos desde la ciudadanía es una acción que puede estar muy restringida, pero no tenemos otra opción que ser rebeldes continuar adelante”.

 

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[1] Centro de Justicia y Paz, página web: https://cepaz.org.ve/sobre-cepaz/